Déficit público

¿Cómo cuadrar las cuentas?

Resulta más sencillo reducir el gasto público que controlar la recaudación por impuestos. En España se gasta un 13% más de los que se ingresa

¿Cómo cuadrar las cuentas?
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Resulta más sencillo reducir el gasto público que controlar la recaudación por impuestos. En España se gasta un 13% más de los que se ingresa

¿Subir impuestos o bajar el gasto? Son las dos únicas fórmulas para cuadrar las cuentas sin contar cuentos. En plena efervescencia del debate sobre cómo reconducir la política económica para cumplir con los objetivos comprometidos con Bruselas, el déficit del Estado –sin contar las comunidades autónomas y las corporaciones locales– durante los cuatro primeros meses del año fue de casi 14.000 millones de euros. Es decir, del 1,25% del PIB.

Este desfalco acumulado hasta abril complica sobremanera el cumplimiento del objetivo marcado por el Gobierno para el conjunto del año. Y es que el compromiso para la Administración Central es del 1,8% y para la Seguridad Social, del 1,1%. Sin embargo, al analizar el impacto que tendrían los programas electorales sobre el nivel de gasto público, puede llegarse a la conclusión de que Unidos Podemos lo elevaría, cada año, en unos 135.000 millones de euros, lo que sería «un absoluto despropósito», asegura Juan Ramón Rallo. Según los cálculos del director del Instituto Juan de Mariana, el PSOE lo incrementaría en unos 30.000 millones anuales, mientras que las propuestas del PP y de Ciudadanos incidirían en un aumento del gasto inferior a los 10.000 millones de euros. «Prometer es gratis. Todos prometen lo que no pueden cumplir. Y aunque Unidos Podemos y el PSOE propongan subidas de impuestos, éstas serían absolutamente insuficientes para costear los aumentos de gasto público que se desprenden de sus programas», señala.

En España existe una brecha sangrante entre el nivel de ingresos y el de gastos. Si en 2010 los ingresos de la Administración Pública eran de 36.234 millones de euros y los gastos ascendían hasta los 45.619 millones, el año pasado los ingresos fueron de 37.608 millones y los gastos escalaron hasta los 42.035 millones. «Gastamos cerca del 13% más de lo que ingresamos». Rallo recuerda que la recaudación ha caído con respecto a los niveles de la burbuja –el récord se logró en 2007, con 40.923 millones–, y que si durante estos años hubo unos ingresos extraordinarios «ahora pretenden convertirlos en ordinarios, lo que únicamente puede conseguirse machacando a impuestos a la ciudadanía». La fórmula para bajar el déficit sin subir los impuestos es la reducción del gasto. Y se puede recortar. «Los partidos mienten cuando dicen lo contrario».

44% DEL PIB

En términos reales –descontando la inflación–, el gasto público en España continúa en los niveles elefantiásicos de 2007. Si bien ha habido algún recorte desde los años de crisis, no se ha producido ninguna reducción con respecto al pico de la burbuja inmobiliaria. Hoy en día, el nivel del gasto público en nuestro país se sitúa en torno al 44% del PIB. Entre 2007 y 2010 hubo una significativa explosión como vía para contrarrestar la crisis, aunque luego pudo constatarse que no tuvo los efectos esperados. Posteriormente, tras el tijeretazo de mayo de 2010 se produjeron los recortes de 2012. Y desde entonces el gasto público se ha estabilizado, sin haberse producido reducciones considerables. Así, todo el ajuste del déficit que se ha realizado a partir de 2013 ha estado marcado por el aumento de la recaudación, derivado tanto de incrementos de la carga fiscal como de crecimientos de la actividad económica.

Rallo opina que «tenemos un Estado sobredimensionado que habría que reducir por todas partes». Agrega que en España se pueden bajar los impuestos, y que para cumplir con los objetivos de déficit pactados con Bruselas «hay que dirigirse exclusivamente a reducir el gasto público. Si se recorta, se pueden bajar los impuestos. Pero, por desgracia, eso no lo propone ningún partido». Asimismo, el director del Instituto Juan de Mariana revela que para cuadrar las cuentas es más sencillo reducir los gastos, ya que la orden de gastar la da el gobernante, mientras que la recaudación resulta bastante más difícil de controlar. «Todo depende de a quién se quiera cargar el coste del ajuste. ¿Al contribuyente o a la burocracia estatal?», apostilla.

Rallo considera que en esta crisis el gasto público ha sido más un problema que una solución, y que para garantizar ciertas políticas asistenciales no se necesita un nivel de gasto que cope la mitad del PIB. El economista cree que debería situarse por debajo del 40%, al nivel de países como Australia o Suiza –donde es del 33%–. Y reitera que esa bajada incrementaría la tasa de crecimiento, porque «cuanto más pequeño es el Estado, más crece la economía». Excepto en infraestructuras, donde se han concentrado la mayoría de los recortes durante la crisis, Rallo opina que hay mucho margen para reducir el gasto. Y, aunque suene impopular, piensa que las partidas de personal público y pensiones –que habría que equiparar a los ingresos– se verían afectadas.