Bruselas

El BCE «tira» 712.000 millones

El programa de compra de activos ideado por Mario Draghi cumple un año sin que haya reactivado la economía de la eurozona, elevado los precios y desplomado el cambio del euro

El BCE «tira» 712.000 millones
El BCE «tira» 712.000 milloneslarazon

El programa de compra de activos ideado por Mario Draghi cumple un año sin que haya reactivado la economía de la eurozona, elevado los precios y desplomado el cambio del euro

Hace un año, las economías europeas se encomendaban al Banco Central Europeo para salir del atasco en el que se encontraban. El crecimiento era inapreciable y se necesitaba un acicate para inspirar confianza. Aspiraban a que la institución monetaria europea fuera como la Reserva Federal y pudiera adoptar alguna medida más que no fuera controlar la inflación. En enero del pasado año, Mario Draghi anunciaba un programa de compra de activos por importe de hasta 60.000 millones de euros mensuales con vigencia hasta septiembre de 2016. En total, 1,1 billones con el objetivo de reactivar la economía y hacer regresar la inflación hacia el objetivo que dio origen a la institución que preside: estar lo más cerca posible del 2%.

En la rueda de prensa posterior a aquella reunión del BCE, Draghi habló de mantener el programa hasta que se aprecie un ritmo sostenido en la inflación que tienda hacia el objetivo de estabilidad. No le faltaba razón. De momento, ya ha sido prolongado hasta marzo de 2017.

El balance de los primeros doce meses del «manguerazo» de dinero del BCE no puede ser más desalentador. Más de 172.000 millones de euros invertidos en la compra de deuda pública y privada para que el crecimiento de la eurozona se haya frenado trimestre a trimestre durante 2015, la inflación esté en el 0,3% en tasa interanual y el euro se cambie diez céntimos más barato que en marzo de 2015. Para ese viaje no hacían falta tantas alforjas.

¿Más financiación?

Hasta finales de enero, el Banco Central Europeo había acumulado compras de activos de todo tipo por importe de 712.294 millones de euros, según los datos que constan en los archivos estadísticos de la propia institución. De esta cifra, algo más de 544.000 millones correspondieron a deuda pública, otros 150.000 millones a cédulas hipotecarias y los restantes 17.500 millones a activos respaldados por préstamos.

¿Qué pretende el BCE con estas compras? En principio, sustituir a la banca como comprador tradicional de las emisiones de sus respectivos gobiernos y permitir de es manera que su liquidez aumente y ese dinero «liberado» pueda destinarse a financiar a empresas y familias.

La teoría es de la más pura ortodoxia financiera, pero la realidad es bien diferente. Sólo España e Italia han seguido la guía del BCE

Según la última Encuesta de Préstamos Bancarios del Banco de España, publica en enero pasado, entre octubre y diciembre de 2015, los criterios de aprobación de préstamos no registraron variaciones en España en ninguno de los segmentos analizados, mientras que en la UEM fueron algo menos estrictos que tres meses antes en los créditos a empresas y en los concedidos a hogares para adquisición de vivienda, y no experimentaron cambios en los destinados a familias para consumo y otros fines.

Las condiciones generales de los préstamos y, en particular, los márgenes aplicados a los créditos ordinarios se suavizaron en ambas áreas, y de forma más acusada en nuestro país. Para el trimestre en curso, las entidades españolas no preveían cambios significativos en los criterios de concesión en ninguna modalidad, ni tampoco las de la zona del euro, en el caso de la financiación a familias para compra de vivienda.

Alemania, la más beneficiada

España ha sido el cuarto país de eurozona que más se ha beneficiado de las compras de deuda pública. El primero ha sido Alemania. Casi un 25% de la deuda soberana comprada por el BCE pertenece a la primera economía de la región, a pesar de que el tipo de interés del bono alemán a diez años apenas ofrece un interés del 0,146%. Según el BCE, entre marzo de 2015 y enero de este año la institución monetaria europea ha adquirido 127.972 millones de euros. Por detrás, se sitúan Francia, con 101.736 millones de euros (el bono a diez años ofrece una rentabilidad del 0,507%) e Italia, con 87.768 millones (rentabilidad del 1,487%).

España, acorde con el tamaño de su economía, ha sido el siguiente beneficiario de esta política. El BCE ha adquirido deuda soberana por importe de 62.924 millones de euros, a una media mensual de 5.500 millones de euros. En el mes de enero, último datos disponible, las compras ascendieron a 6.107 millones de euros. La cifra más baja se registró en agosto, con 4.882 millones.

Los resultados de esta política tampoco han beneficiado a los mercados. La renta fija pierde valor mes a mes en la seguridad de que siempre encontrará un comprador y la renta variable empieza a dudar de que una economía subsidiada pueda incentivar la puesta en marcha de las reformas estructurales que muchos países necesitan.

Un buen ejemplo de que los inversores no saben qué hacer en estas últimas semanas se encuentra en el comportamiento de las bolsas. El Ibex se ha dejado en los dos primeros meses del año (falta la sesión de mañana) un 12%. Hasta Londres, ajena a lo que sucede en el continente, se ha dejado un 2,34%.

Son señales inequívocas de que la confianza está lejos de asentarse en los 19 países de la eurozona. El día próximo día 10, el Banco Central Europeo reúne a su consejo de Gobierno para tratar asuntos de política monetaria. En esa reunión están puestos los ojos de todos los inversores.

El problema es que a Draghi cada vez le queda menos «munición» para incentivar una economía cuyas perspectivas van a peor en cada una de las revisiones que realizan los distintos organismo internacionales. No puede bajar más el precio del dinero (0,05%) y sólo puede penalizar aún más que los bancos sigan guardando el dinero en sus arcas (-0,30%).

Los precios siguen sin despegar: 0,3%

La inflación de la Unión Europea debía estar siempre o casi siempre en el 2%. Ésa es la razón de ser del BCE y para este fin ha diseñado su última política monetaria, que se basa en una serie de inyecciones de liquidez para el sistema financiero. Sin embargo, las previsiones han fallado. En la eurozona, después de un año con una política monetaria muy laxa, la inflación está en 0,3%, el mismo nivel que en mayo de 2015, cuando el programa acababa casi de empezar. El objetivo del consejo de gobierno del BCE de inyectar liquidez en el sistema tenía que derivar en un mayor poder adquisitivo de las familias europeas, y por tanto, en una mayor actividad de compra para así consguir que los precios aumenten. Pero no ha se ha reflejado, por el momento, en datos positivos para la estabilidad de precios de la eurozona. Sólo queda esperar la respuesta del organismo ante el actual escenario.

Crecimiento menor del esperado

La inyección de liquidez del BCE pretendía acelerar la recuperación de las economías de la eurozona. A razón de 60.000 millones al mes, salvo honrosas excepciones como la española, los incrementos del PIB son más bien exiguos. La UE a 19, a quienes afecta la medida del emisor, creció en tasa intertrimestral al 0,5% en el primer trimestre de 2015, al 0,4% en el segundo y al 0,3% en el tercero y cuarto. El «manguerazo» de Draghi sólo sirvió para que el PIB de la zona euro creciera un 1,5% de media. La Comisión Europea estima en su última revisión que la economía de la eurozona se expanda tímidamente en 2016 y 2017. Se espera que el PIB de los 19 países de la unión monetaria avance un 1,7% este año, una décima menos que en la anterior previsión. Bruselas prevé algo más de impulso para 2017, con una expansión media del PIB del 1,9% para los miembros de la moneda única.

La paridad con el dólar sigue aún lejos

Cuando se anunció el programa de compra masiva de deuda, los expertos vaticinaron una caída de la divisa europea. Sin embargo, el freno a la subida del precio del dólar por parte de la Reserva Federal ha impedido que el euro se desinfle más allá de los 1,10 dólares. La paridad con el billete verde se aleja para desesperación de las exportaciones europeas. El BCE buscaba abaratar su coste en los mercados internacionales para impulsar la salida de productos europeos, menos competitivos que los que utilizan el dólar como moneda de referencia. Se pretendía que el fuerte incremento de la salida de mercancías ligado a la recuperación del consumo interno en la eurozona diera el impulso definitivo a la recuperación económica. Sin embargo, la debilidad de los mercados asiáticos y latinoamericanos y la conservadora política de la Fed estadounidense lo han impedido hasta el momento.