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Escrivá y el prestigio perdido

Al nuevo gobernador del Banco de España hasta se le está poniendo cara de Pumpido

Rueda de prensa posterior a la celebración del Consejo de Ministros en el Palacio de la Moncloa. Comparecen, Félix Bolaños, El ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Pilar Alegría, Ministra Portavoz y José Luis Escrivá, Ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública. © Alberto R. Roldán / Diario La Razón. 12 03 2024
Rueda de prensa posterior a la celebración del Consejo de Ministros en el Palacio de la Moncloa. Comparecen, Félix Bolaños, El ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Pilar Alegría, Ministra Portavoz y José Luis Escrivá, Ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública. © Alberto R. Roldán / Diario La Razón. 12 03 2024© Alberto R. RoldánLa Razón

Nadie duda de las capacidades técnicas de Escrivá, pero su trayectoria mutante en lo político ha acabado empañando un perfil que fue bueno mientras presidió la AIRef, y mediocre en los ministerios que ha ocupado. Irascible, jactancioso y nada dotado del equilibrio necesario para ocupar cargos públicos. La pregunta primera es si en el Banco de España va a seguir funcionando a golpe de calentón. La segunda es si será capaz de cantarle las cuarenta a Carlos Cuerpo, a Sánchez y a la señora Montero cuando sea necesario. La respuesta a esto último es «no». Ha demostrado Escrivá que, más que cultivar el prestigio, lo que le interesa son los cargos. Su ganada fama de gestor tiralevitas no se logra porque la prensa invente reputaciones. El nombre y el renombre los construye uno con sus propias decisiones. Y Escrivá decidió dejar de ser un independiente nombrado por el PP, para pasarse al sanchismo cual Marlaska. Siempre con un grado excelso de suficiencia, que le llevó a reacciones airadas contra quien osaba rebatir sus decisiones. Particularmente nervioso se ponía cada vez que su sucesora en la aiRef, Cristina Herrero, cuestionaba sus cifras y políticas. Herrero dijo con claridad, alguna vez que no era bueno que el presidente de una institución independiente pasara a ocupar una cartera política en un Gobierno, sea éste del color que sea. Herrero tenía razón. Lo mismo se puede decir ahora, en su nuevo salto desde el sanchismo al Banco de España, donde está llamado a ser más sanchista que neutral. Hasta se le está poniendo cara de Pumpido. El prestigio perdido suele ser irrecuperable.