El frenazo económico de un país europeo que va a impactar sobre la economía española

Kobo Abe (1924-1993), escritor, dramaturgo y también inventor japonés, al que algunos llegaron a comparar con Kafka (1883-1924), decía que «la duda conduce a la verdad». Los datos del paro conocidos ayer, con un aumento de 19.768 desempleados, son mejores que peores pero, diga lo que diga Yolanda Díaz, generan dudas. Ocurre algo parecido con el informe de Otoño del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria que prevé, en el mejor de los casos, un crecimiento de alrededor del 1% en 2024, mientras que el escenario más pesimista contempla una caída también del 1% del PIB. Los economistas del Observatorio, Pedro Schwartz, Francisco Cabrillo, Jaime García-Legaz, Gregorio Izquierdo, Fernando Merry del Val y Pedro Cortiñas, dirigidos por José María Rotellar, plantean cuatro escenarios diferentes, del más negativo al positivo, pero dejan en el aire la incógnita, la duda, de un «quinto escenario», que quizá tampoco sería muy halagüeño.

Detallan que la necesidad de la vuelta a las llamadas «reglas fiscales», en 2024, que suponen la necesidad de cumplir otra vez con los límites de deuda y déficit impuestos por Bruselas –¡ojo!, si no existiera Bruselas tampoco valdría todo–, unido a la persistencia de una política monetaria restrictiva –menos dinero y más caro– enturbian sobremanera el futuro. Añaden que el empeoramiento de la actividad económica en muchos países de la UE, sobre todo en Alemania, «puede afectar de manera muy importante a la economía española a través de un descenso de las exportaciones y del turismo», que son los factores que han impulsado el crecimiento español en los últimos meses. La economía en España, como presume el Gobierno aún en funciones, ha sido una de las que más ha crecido y todavía crece de la zona euro, donde destacan los problemas de Italia y Francia, con importantes números rojos en déficit y deuda, además del parón germano. España sería algo así como «el tuerto en el país de los ciegos», frase atribuida en su origen a Erasmo de Róterdam (1466-1536). El problema es que por mucho que el tuerto será rey en un país de ciegos, su salud no deja de ser preocupante, lo que también obliga a dudar para hallar la verdad, como sugería Abe.