
Opinión
Los héroes invisibles del tejido económico español
En España se han perdido en los últimos cinco años cerca de 23.000 pequeños negocios y detrás de cada uno hay historias humanas de familias, empleados y barrios

En cada rincón del país hay un pequeño comercio que abre su persiana cada mañana con la ilusión del primer día. Detrás de cada mostrador, taller o despacho hay personas que emprenden, ofrecen un servicio y generan empleo para sostener nuestra vida económica y social. Son nuestros comerciantes y microempresarios que, con esfuerzo y compromiso, fortalecen la cohesión territorial y el tejido económico de España. Sin embargo, estos protagonistas cotidianos perseveran a pesar de las dificultades. La reducida dimensión de sus negocios se combina con burocracias interminables, trámites complejos, presión fiscal y normativas rígidas que hacen más difícil su capacidad de crecer y, en muchos casos, de mantenerse operativos. En España se han perdido en los últimos cinco años cerca de 23.000 pequeños negocios. Detrás de cada uno hay historias humanas: familias que dependían de ese pequeño negocio, empleados que perdieron su trabajo, barrios que quedaron más vacíos. No podemos permitir que el corazón de nuestro tejido productivo se desvanezca lentamente mientras el debate económico se centra solo en los grandes indicadores. El comercio de proximidad, la microempresa familiar y el autoempleo son un pilar esencial del presente. Representan más del 90% del total de las empresas españolas y son el motor que mantiene la economía local en cada territorio, desde los grandes centros urbanos hasta las zonas rurales más pequeñas. Evitan la despoblación y generan oportunidades donde de otro modo no las habría. Esa realidad, sin embargo, solo podrá mantenerse si somos capaces de ofrecerles un entorno favorable. Necesitamos una política económica que entienda las necesidades de la microempresa: menos burocracia, fiscalidad adaptada al tamaño, menos costes laborales y normativas pensadas para impulsar, no para frenar. A ello se suma un reto silencioso pero determinante: la dificultad de acceder a financiación y de asegurar el relevo generacional. Muchas pequeñas empresas, viables y con años de trayectoria, no encuentran el apoyo necesario para invertir o modernizarse, ni jóvenes que tomen el testigo cuando el empresario decide retirarse. Si no afrontamos este desafío, corremos el riesgo de perder no solo negocios, sino también conocimiento, oficios y arraigo territorial. En Cepyme trabajamos para que la voz de estas empresas se escuche donde se toman las decisiones. Creemos en una España que valore y respalde a quienes crean empleo y riqueza desde la base, a quienes abren la puerta de su negocio sin saber si llegarán a cubrir costes, pero lo hacen por compromiso, por orgullo y amor a su oficio. A esos comerciantes, a esas microempresas que sostienen con su esfuerzo el entramado económico y social del país, les debemos algo más que reconocimiento: les debemos un entorno justo y favorable para crecer. Ellos son los héroes del tejido económico y de la cohesión territorial.
Ángela de Miguel de presidenta de Cepyme
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