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Marc Vidal, economista, sobre la hipercontratación: ”Nuestro modelo empuja a una rotación constante”
El mercado laboral español celebra un récord de 22 millones de ocupados, una cifra histórica que, sin embargo, esconde la trampa de la hipercontratación: un espejismo estadístico alimentado por la precariedad y el pluriempleo
Los grandes titulares sobre el empleo en España esconden una realidad mucho más precaria. Aunque las cifras oficiales celebran un máximo histórico con más de 22 millones de ocupados y la tasa de paro más baja desde la crisis de 2008, un análisis más profundo destapa lo que algunos economistas ya califican como un «espejismo estadístico». La aparente buena salud del mercado laboral podría no ser tan robusta como sugieren los números a primera vista.
De hecho, la llamada «paradoja de la hipercontratación» ilustra a la perfección esta distorsión. Durante el pasado mes de septiembre, por ejemplo, el sistema necesitó la firma de 1.533.773 contratos para conseguir apenas 31.462 empleos netos. La proporción es abrumadora: se necesitaron casi cuarenta y nueve contratos para generar un único puesto de trabajo, un dato que pone en tela de juicio la verdadera creación de empleo estable.
En este sentido, expertos como el economista Marc Vidal sostienen que los contratos firmados no miden el número real de personas que consiguen trabajo, sino los flujos administrativos del sistema. Una misma persona puede encadenar varios contratos en un solo mes sin que ello suponga una nueva incorporación a la fuerza laboral, una idea que refleja una dinámica estructural. Como afirma el propio Vidal en Herrera en COPE: «Nuestro modelo empuja a una rotación constante».
La letra pequeña del empleo indefinido
Asimismo, la calidad de los puestos de trabajo que se crean genera serias dudas. De todos los nuevos contratos indefinidos que se formalizan en un mes, solo un 18 % son a jornada completa. El resto se reparte entre modalidades a tiempo parcial o la figura del fijo discontinuo, que ha ganado un protagonismo notable y maquilla la estabilidad real de los trabajadores.
Esta situación deriva en otra consecuencia directa para muchas familias: el auge del pluriempleo. Cada vez son más los ciudadanos que necesitan encadenar varios trabajos con jornadas reducidas para poder alcanzar un nivel de ingresos suficiente a final de mes, una tendencia que evidencia la creciente fragilidad de los salarios y las condiciones laborales.
En definitiva, utilizar el volumen de contratos y el número de afiliados a la Seguridad Social como únicos termómetros para medir la salud del empleo acaba por ofrecer una imagen inflada. Estas métricas no reflejan con fidelidad las horas efectivas trabajadas por la población ocupada, lo que distorsiona la percepción sobre la auténtica situación del mercado laboral español.