Energía
La presión fiscal y la maraña legal atenazan a la industria más que Trump
Casi el 60% de las energéticas ven el riesgo regulatorio como la gran amenaza para su actividad
La industria europea afronta desafíos que van mucho más allá de una tormenta arancelaria. Lo explicaba a este diario el director general de la patronal de la industria química Feique. "Los costes energéticos nos ponen las cosas muy difíciles para competir en igualdad de condiciones con otras empresas estadounidenses y chinas. Y cada vez consumimos más energía. El cierre nuclear, por ejemplo, es incomprensible. El 40% de nuestra producción está concentrada en Cataluña, donde la nuclear supone casi el 60% de la generación, con tres de los siete reactores de España", subrayaba Juan Antonio Labat.
La industria química, como el resto de los grandes consumidores de energía, están mucho más preocupados por los altos costes de producción, entre los que los energéticos ocupan un lugar crucial, que por los vaivenes en la política comercial global del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
La industria química básica -que incluye gases industriales, colorantes y pigmentos, química orgánica e inorgánica, fertilizantes y materias primeras plásticas o de caucho- se encuentra, de hecho, en una situación crítica en España por los elevados costes de la energía en la primera transformación de las materias primas que desarrollan, fundamentales para el resto de la industria.
Se trata, por tanto, de un sector clave para la autonomía estratégica pues está presente en la mayoría de las cadenas de valor de sectores como el sanitario-farmacéutico, la alimentación, la construcción, la automoción y la defensa, por citar solo a algunos.
La química básica, que representa un tercio de la producción, registra un descenso productivo continuado por el aumento de los precios del gas y de la electricidad, con una caída acumulada desde 2015 de 8 puntos porcentuales.
La moderación de los precios de la energía en 2024 ha atemperado el hundimiento pese a que los precios del mercado eléctrico registraron un precio medio de 63 euros el megavatio hora (un 32% superiores a los previos a la pandemia) y el del gas TTF se situó en 36 euros MWh, un 150 más elevados.
El objetivo de la industria es alcanzar un precio final en el entorno de los 40 euros MWh aplicando las recomendaciones de la Comisión Europea para abaratar los costes "fiscales" de la energía, desde el IVA a otros impuestos que inciden en el coste, desde la producción al transporte o las políticas energéticas.
En este sentido, un reciente informe de la consultora PwC urge a reducir impuestos como el IVA (al 5%) y el impuesto eléctrico (al 0,5%), y a eliminar los costes no energéticos de la factura, siguiendo las recomendaciones del ejecutivo comunitario.
En el documento “Descarbonización y competitividad: el Clean Industrial Deal como motor europeo”, se lanza una advertencia rotunda: la fiscalidad sobre la electricidad representa hoy una amenaza mayor para la competitividad de la industria europea que las medidas proteccionistas impuestas por la Administración Trump.
El informe subraya que los elevados costes energéticos, agravados por impuestos y recargos ajenos al suministro, están debilitando gravemente la posición de Europa frente a competidores globales. En este sentido, PwC respalda las recomendaciones de la Comisión Europea, que plantea una rebaja del IVA al 5%, del impuesto eléctrico al 0,5% y la eliminación de los cargos no energéticos de la factura, trasladando estos costes a los Presupuestos Generales del Estado.
Según la consultora, más del 40% del recibo eléctrico en Europa corresponde a impuestos y tasas, mientras que en Estados Unidos esta cifra apenas alcanza el 10%.
Esta diferencia se traduce en que las empresas europeas pagan entre dos y tres veces más por la electricidad que sus homólogas estadounidenses, lo que las deja en clara desventaja competitiva.
En el caso del gas, la diferencia llega a ser de hasta cinco veces más entre las compañías electro-intensivas europeas y norteamericanas.
PwC destaca que, pese a su liderazgo en la transición energética, Europa está perdiendo competitividad en sectores clave como la automoción, la tecnología y los servicios.
El informe recoge también la visión de Mario Draghi, quien considera que la transición energética puede ser una oportunidad para reducir los costes energéticos, ganar independencia estratégica y recuperar el liderazgo en tecnologías limpias.
La firma apunta además que la electrificación acelerada, apoyada en una red robusta y el desarrollo de renovables autóctonas, es clave para revertir esta tendencia, junto a mecanismos de impulso como los contratos por diferencia de carbono (CCfDs) o los acuerdos de compra de energía a largo plazo (PPAs).
Para que estas medidas tengan efecto, PwC insiste en la necesidad de un marco regulatorio estable y predecible que incentive la inversión, reduzca dependencias exteriores y permita a Europa convertir la descarbonización en una ventaja competitiva real para su industria.
Riesgo regulatorio
Normal que ante esta situación el 57% de los directivos de empresas energéticas que operan en España consideran que el riesgo regulatorio es la principal amenaza para su actividad, seguido de la evolución de los precios de la energía y las materias primas, según el informe 'Perspectivas Energía 2025' realizado por KPMG en colaboración con CEOE.
A bastante distancia de estos tres factores se encuentran las tensiones geopolíticas, señaladas por el 29% de los encuestados como principal riesgo.
Y es que tener un marco jurídico y regulatorio que genere confianza a empresarios e inversores figura en un lugar destacado entre las demandas al Gobierno, siendo señalado por el 76% de los directivos de empresas energéticas, seguido de la potenciación de la transición energética y la digitalización, mencionada por el 43% de ellos, y por la eficiencia del gasto público, apuntado por el 35% de los encuestados.
La transición energética es un factor relevante en todos los sectores económicos, pero aún más para las compañías del sector energético, con inversiones significativas incluidas en sus planes estratégicos y donde el 59% de las empresas encuestadas la señalan como su prioridad para los próximos 12 meses.
Esta transformación, impulsada por la descarbonización, la electrificación y el desarrollo de energías renovables, tiene implicaciones estratégicas, económicas y regulatorias muy significativas para las empresas.
El socio responsable de Energía y Recursos Naturales de KPMG en España, Eduardo González, señaló que España "avanza hacia la descarbonización y el uso de energías renovables, mientras que la Unión Europea busca mayor autonomía estratégica".
A este respecto, estimó que las compañías energéticas "necesitan confianza y certidumbre regulatoria, ya que los directivos del sector ven la inseguridad jurídica y los cambios regulatorios como las principales amenazas".
Por áreas de inversión, la transición energética aparece como el principal destino, con un 71% de directivos que así lo señalan, seguida de la digitalización y las nuevas herramientas tecnológicas, con un 65%, y ya a distantica, la formación y la capacitación de la plantilla, que es mencionada por cuatro de cada diez empresas.
Asimismo, la Inteligencia Artificial (IA) desempeña un papel clave en la transformación y modernización que necesita el sector energético en su proceso de transición ecológica. De esta manera, el 63% de las empresas energéticas encuestadas ya ha invertido en IA, porcentaje solo superado por las empresas del sector tecnológico, con un 79%, banca con un 72% o seguros con un 67%.