PGE

¡Sin presupuestos estamos mejor!

La Comisión Europea ha lanzado una advertencia clara a España sobre la falta de Presupuestos Generales del Estado mientras vamos ya camino del tercer ejercicio consecutivo sin ellos

Pedro Sánchez y María Jesús Montero en un pleno del Congreso de los Diputados
Pedro Sánchez y María Jesús Montero en un pleno del Congreso de los DiputadosAlberto R. RoldánLa Razón

¡Mira que van los de la Comisión Europea (CE) y se ponen a criticar que el gobierno presidido por el marido de Begoña lleva tres años sin presentar el proyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE)! Pero ¡dónde se ha visto semejante atrevimiento y tamaña desfachatez! ¡Estos de Bruselas tienen el norte (el sur, el este y el oeste, también) perdido! Resulta que, siempre según el Ejecutivo, la falta de PGE coincide con un periodo de gran bonanza de la economía española, que va de cine, como un cohete o un misil, como se prefiera. Supongo que deben pensar en el Ejecutivo de Pedro Sánchez que, si la economía va como un tiro sin presupuestos, pues, eso, que se puede prescindir de ellos perfectamente. ¡Qué necesidad! Los de la CE han repartido algún «mandoble» más, pero tampoco es necesario prestar mucha atención a lo que dicen estos “cenizos” empeñados en aguar la fiesta al gobierno que más éxitos ha cosechado desde tiempo inmemorial y que ha velado como nadie por el bienestar de todos los españoles, procurando derribar todos los muros existentes y no fomentar la división. Vamos, un «todos a una como en Fuenteovejuna». Ironías al margen, la verdad es que ya ha tardado la Comisión Europea en enviar una advertencia clara sobre la falta de PGE (vamos ya camino del tercer ejercicio consecutivo sin ellos).

Hace ya tiempo que algunos pocos, entre los que me incluyo, comenzamos a clamar en el desierto por este hecho. Ahora cada vez son más los que se suman a esta tesis, que es muy simple: un país democrático que se precie no puede estar un año tras otro sin PGE por razones políticas de fondo y también económicas de carácter operativo. Entre las primeras hay una: en un sistema democrático nos tienen que decir cuánto dinero sacan de nuestros bolsillos y cómo se lo gastan; es la esencia de la democracia. Y, entre las económicas, igual que las circunstancias de una persona o de una familia van cambiando cada año, las de un Estado o país también lo hacen y es necesario adaptar sus cuentas a las nuevas circunstancias que van surgiendo. Parece que es una cuestión de sentido común. Mientras tanto, vamos camino del tercer año sin que nos rindan cuentas.