Banca

¿Por qué ha caído el Silicon Valley Bank y quiénes son los principales perjudicados por la crisis bancaria en EE UU?

El SVB tuvo que malvender parte de su cartera de bonos y anotarse unas pérdidas de 2.800 millones de euros debido a su progresiva pérdida de reservas, abocándolo a la suspensión de pagos

El sistema bancario estadounidense –o al menos una parte de él, a saber, la banca regional– se tambalea. Durante los últimos años, estas entidades financieras estuvieron invirtiendo agresivamente en activos a largo plazo –en gran medida, deuda pública estadounidense– que ahora, con las fuertes subidas de tipos de interés de la Reserva Federal, se está depreciando a un elevado ritmo. Por ejemplo, y a efectos meramente ilustrativos, el valor de mercado de un bono que prometa pagar 1.000 dólares a perpetuidad es de 100.000 dólares cuando los tipos de interés son del 1%, pero en cambio es de apenas 20.000 dólares cuando los tipos de interés están al 5%. En este sentido, se estima que las minusvalías latentes de la banca estadounidense ascienden a 600.000 millones de dólares: suficiente como para que colapse todo el sistema bancario. Sucede que, mientras los bancos no deban deshacerse de esos títulos de deuda para abastecerse de liquidez, esas pérdidas latentes se quedarán en eso: en pérdidas latentes.

Si los bonos se mantienen en cartera hasta vencimiento, los bancos recuperarán la totalidad de lo invertido con sus correspondientes intereses. Así que la clave del asunto está en la liquidez: ¿necesita el banco malvender sus activos para hacer frente al vencimiento de sus pasivos? El SVB tuvo que hacerlo: dada su progresiva pérdida de reservas, no le quedó otro remedio que malvender parte de su cartera de bonos y anotarse unas pérdidas (ya no latentes sino realizadas) de 2.800 millones de euros, abocándolo a la suspensión de pagos. Y así, ante el riesgo de que se produzcan episodios similares en otros bancos del país (como, de hecho, ya ha ocurrido con el Signature Bank), tanto el Tesoro como la Reserva Federal han decidido intervenir. El primero ha prometido que rescatará al 100% de los depositantes, de modo que éstos no tienen por qué sentirse empujados a reclamar el reembolso de sus créditos. La segunda ha creado un nuevo programa de financiación por el que extenderá préstamos a un año contra los activos a largo plazo a su valor nominal (no a su valor de mercado, esto es, sin tener en cuenta la depreciación de sus bonos). Ambas medidas pretendían calmar los ánimos ante un posible pánico financiero… pero sólo lo han hecho de manera parcial. Ciertamente, los depositantes no han acudido en masa a las sucursales de estos bancos a reclamar reembolsos: ¿para qué hacerlo si el Tesoro garantiza su integridad?

Sin embargo, los accionistas y los bonistas de estas entidades siguen en pánico: ayer se sucedieron fortísimas caídas en bolsa de bancos como el First Bank Republic o el Western Alliance Bancorp. Incluso en Europa, bancos como Credit Suisse sufrieron caídas notables (aunque no equiparables a las anteriores). La razón es sencilla de entender: el Tesoro sólo ha garantizado el repago de los depósitos, pero no de los bonos y, mucho menos, del valor de las acciones. Es más, ha asegurado que les imputará las pérdidas del banco a estos dos colectivos: de ahí que se haya producido una recalibración de los riesgos. Pero lo más significativo de todo este asunto es que, dada la fragilidad del sistema financiero, el mercado ya descuenta que la Fed dejará de subir tipos en breve, antes de haber derrotado realmente a la inflación.