Editorial

El valor de entender y conectar con Madrid

«Hay demasiados sectores que deben la supervivencia a las decisiones de Díaz Ayuso»

El valor de entender y conectar con Madrid
El valor de entender y conectar con MadridAlberto OrtegaEuropa Press

La pandemia ha puesto a prueba la resistencia y la voluntad de los ciudadanos y la capacidad y la competencia de los gobernantes. Es cierto que no hay varitas mágicas, verdades absolutas ni criterios supremos a los que aferrarse como guía en esta lucha que se ha cobrado ya centenares de miles de vidas en el mundo. Cada administración en todos los países del planeta y especialmente en los de nuestro entorno ha replicado a la emergencia con patrones esencialmente convergentes, pero no uniformes. En España, también se ha seguido esa dinámica. Lo que en Europa, como han recogido algunos medios influyentes del continente, se ha denominado el «milagro Ayuso», ha sido precisamente una manifestación de esa autonomía para combatir la crisis más desvastadora desde la Guerra Civil, que lo es además a escala global. Hay quien legítimamente apostó por priorizar la estrategia de las restricciones con el máximo rigor y exigencia, con la consecuencia asumida y ponderada de supeditar las consecuencias de colapsar la actividad económica a la salud pública. Esa línea de toma de decisiones no ha sido privativa de la inmensa mayoría de territorios de nuestro país, sino que también ha prevalecido como directriz en una parte no menor de las naciones europeas. En la Comunidad de Madrid, la presidenta Isabel Díaz Ayuso describió su plan contra el coronavirus con una sentencia concluyente hace meses: «Tenemos que aprender a convivir con el virus». A rebufo de esa máxima, la administración regional ha tomado caminos divergentes, incluso contrarios, a los de otros territorios. Entendió, y pensamos que con acierto, que sanidad y economía no eran ámbitos disociables, sino que el propósito debía ser cuidar de la salud de los ciudadanos con todos los medios disponibles y más y hacer lo propio con los sectores productivos de la región. El fin era combatir y doblegar al virus sin que la inmunidad, que llegará, se alcanzara en un futuro asolado por la ruina, sino por el contrario con un nivel de actividad y prosperidad aceptables para emprender la recuperación. De ahí que Díaz Ayuso haya procurado compaginar todos los intereses amenazados por la infección sin sacrificar a ninguno por muchas presiones y zancadillas que ha recibido desde el Gobierno y los poderosos resortes de poder en manos de la izquierda. La afinidad del colectivo de autónomos, de los hosteleros, los restauradores, los taxistas, los repartidores, el sector de la distribución y tantos otros con la presidenta madrileña no es una casualidad, sino que responde a la razón de un gobierno que ha apostado por no dejar atrás a decenas de miles de familias. Que la izquierda rebata sus políticas con el manoseo de un Madrid virtual, apocalíptico y catastrófico es, además de penoso, un signo de frustración desesperada. Y además de las sensaciones y el clima social, la dirigente madrileña tiene a su favor índices sanitarios y económicos que avalan su ejecutoria.