Editorial

Gabilondo: «No es esto, no es esto»

Sánchez debe parar la estrategia irresponsable del uso manipulador de la violencia

Gabilondo: «No es esto, no es esto»
Gabilondo: «No es esto, no es esto»Alejandro Martínez VélezEuropa Press

A una semana de la celebración de las elecciones de la Comunidad de Madrid, la noticia es que la ministra de Industria –y candidata a la vicepresidencia del Gobierno regional, si Ángel Gabilondo fuese elegido presidente– ha recibido un sobre con una navaja, dicen que con manchas de sangre.

Primero lo anunció Adriana Lastra, que sin esperar comprobación alguna, lanzó el menaje que ha impuesto el PSOE en la campaña: «¡Al fascismo no vais a pasar!». Poco después, Maroto se fotografió a las puertas del Congreso con una reproducción de la navaja que había recibido y el mensaje que su partido ya ha acuñado: «Hoy todos los demócratas estamos amenazados de muerte si no paramos a Vox en las urnas».

La irresponsabilidad de La Moncloa en esta operación va más allá de lo que se puede esperar, pero el destrozo causado será de consecuencias incalculables, porque hasta el ministro del Interior, que debería preocuparse de la investigación de estas amenazas –por ejemplo: ¿Cómo un arma pudo llegar hasta la secretaría de la ministra pasando todos los controles?–, se dedica a sacar conclusiones partidistas, sin ni siquiera esperar al resultado de la investigación.

Estas elecciones van de «fascismo o democracia», preconizó Grande-Marlaska. Pero tuvo que ser la Policía Nacional quien, simplemente haciendo una inspección rutinaria, consiguiera en unas horas identificar al autor del envió de la navaja.

Una persona perturbada, según fuentes policiales, un dato ya insustancial cuando el PSOE y sus socios –aplicando una técnica de la clásica escuela chavista–, han lanzado una campaña de infundios que no va a parar hasta alcanzar sus objetivos: hacer creer que «el fascismo forma parte de proyecto de Ayuso», como anunció ayer Pablo Iglesias.

No esperamos que haya una rectificación una vez conocida la identidad del autor, porque la obcecación socialista les ha llevado a perder el norte y ceder el protagonismo a un Iglesias necesitado de que le escuchen, aunque sea invocando la violencia, pero sí que Pedro Sánchez frene esta estrategia manipuladora e inmoral capaz de jugar con la estabilidad del país.

Es paradójico que La Moncloa utilice el mismo lema del independentismo cuando en su asalto al orden constitucional del 1-O decía que «esto va de democracia», subterfugio para justificar un desmán que, claro está, va contra la democracia. Iglesias ha conseguido envenenar las elecciones a la Comunidad de Madrid con una operación de manipulación para la que demuestra no tener escrúpulos; lo extraño es que el PSOE se haya convertido en su comparsa y su candidato, Ángel Gabilondo –¿qué fue de aquel socialismo de cátedra?– en un cómplice silencioso.

Cuánto bien haría a los madrileños si repitiese aquello que dijo Ortega y Gasset ante la deriva radical de la República: «No es esto, no es esto».