Editorial

El Gordo de corruptos y separatistas

Sánchez ha pasado de azote de corruptos a su salvador. Todo ello contra el pueblo, al que se le ha engañado, primero, y relegado después

Las formas, la escenografía, delatan en buena medida las intenciones, las convicciones y la credibilidad de los gobernantes en la aplicación de su acción política. Además de analizar y valorar lo que supone para la nación que el Gobierno y su mayoría hayan aprobado de forma definitiva en el Senado la derogación del delito de sedición y la rebaja de penas para la malversación, debemos poner el foco crítico sobre los escaños vacíos del Ejecutivo. Era un proyecto tan urgente y decisivo, imprescindible para converger sobre los estándares europeos en esas lides penales, que ni Pedro Sánchez ni ninguno de sus ministros han tenido a bien acudir al pleno de la Cámara Alta. Se han cuidado de regalar esa foto. La espantada, el mutis refrenda una vez más que esta iniciativa acelerada contra el Estado de Derecho únicamente ha sido el objeto del mercadeo entre el presidente y sus socios separatistas en el cambalache que ha correspondido a los intereses de ambos a costa de desarmar la democracia ante sus enemigos. Ha sido una exhibición de fortaleza de los independentistas y de extrema debilidad del Ejecutivo. Los primeros han logrado por la vía de los hechos consumados una amnistía total, que por ley es ilegal, para sus delitos de antaño y una inmunidad de facto para los que se anuncian en el futuro. Los segundos lo han consentido todo para garantizarse un año más en el poder y lo han hecho de espaldas a sus votantes, que no los apoyaron para esto, sino para todo lo contrario, y al propio sistema, al adulterar el procedimiento reglamentario de manera arbitraria e irregular. Atrás han quedado los compromisos de Sánchez con los españoles de que endurecería la pena por rebelión, tipificaría el referéndum ilegal, evitaría el adoctrinamiento en las aulas catalanas y traería a Puigdemont a España para que respondiera por sus delitos. Nada de nada. La operación nunca se ha sostenido en equipararnos con Europa. Ha sido la más burda de las mentiras y la expresión del escaso respeto por los ciudadanos. En el día del Gordo de la Lotería, los grandes agraciados han sido los secesionistas, pero también los corruptos. La deconstrucción del delito de malversación para que los reos independentistas campen a sus anchas en las instituciones de nuevo desencadenará otro terremoto más pronto que tarde en el cumplimiento de las sentencias por corrupción, muchas de ellas con socialistas como penados. El espectáculo que se atisba en el horizonte con revisiones de condenas en los escándalos de mayor renombre del país con los políticos de por medio abochornaría a cualquiera que no sea parte de esta izquierda convertida en látigo de la Constitución y de sus principios fundamentales. Sánchez ha pasado de azote de corruptos a su salvador. Todo ello contra el pueblo, al que se le ha engañado, primero, y relegado después.