Editorial

Ayuso, frente a la izquierda dogmática

Desde que Pedro Sánchez llegó a La Moncloa, el número de pacientes en listas de espera quirúrgicas se ha incrementado en un 45 por ciento.

MADRID, 15/04/2024.- La ministra de Sanidad, Mónica García, comparece en la Comisión Mixta para el estudio de los problemas de las adicciones, este lunes en el Congreso. EFE/ Chema Moya
La ministra de Sanidad, Mónica García comparece en la Comisión Mixtachema MoyaAgencia EFE

Nada más sorprendente que la intervención de la ministra de Sanidad, Mónica García, en su comparecencia tras el Consejo de Ministros, para dar cuenta de las listas de espera quirúrgicas, que, tristemente, han vuelto a superar sus peores números, con 849.535 españoles aguardando meses para entrar en quirófano. Y si empleamos el término «sorprendente» es porque la ministra García se puso al frente de la manifestación como si este fracaso de las políticas sanitarias nada tuviera que ver con los prejuicios ideológicos que ella representa.

Hablamos de la misma persona que promueve un proyecto legislativo, a punto de entrar fase de consulta pública, para acabar con los conciertos de colaboración público-privados en nuestro sistema sanitario, bajo la peregrina consideración de que la gestión privada de un servicio público o el uso de recursos externos en casos de necesidad «parasitan el sistema e inducen a la corrupción», afirmación que viniendo de un gobierno que recurre sistemáticamente a productoras audiovisuales externas para cubrir la programación de la televisión pública, incluso con contratos millonarios como el de David Broncano, no deja de tener su gracia.

Mayor si cabe, cuando las estadísticas ministeriales confirman que es la Comunidad de Madrid, presidida por Isabel Díaz Ayuso, la que menos tiempo de espera media presenta, con 51 días, frente a los 128 días del conjunto nacional. Cabe señalar que durante su paso como portavoz de la extrema izquierda en la Asamblea de Madrid, Mónica García mantuvo una cerrada enmienda a la totalidad de las políticas sanitarias de Ayuso, sin faltar la «agitación y propaganda» de las llamadas «mareas blancas», denostando hitos reconocidos internacionalmente como el hospital Isabel Zendal, y tildando de «venta de la Sanidad pública» los acuerdos de colaboración con entidades privadas, a las que se recurre no sólo para la gestión hospitalaria, sino para agilizar los servicios de diagnóstico y cirugía.

Como con el desempleo y los fijos-discontinuos de Yolanda Díaz, la ministra de Sanidad insinuó cambios en el modelo de recogida de datos para la elaboración de las estadísticas, lo que no augura nada bueno. Pero la realidad es tozuda, y desde que Pedro Sánchez llegó a La Moncloa, el número de pacientes en listas de espera quirúrgicas se ha incrementado en un 45 por ciento.

Por supuesto, la colaboración con el sector privado no es la panacea –Cataluña con un nivel de convenios similar al de Madrid presenta una media de 138 días de espera–, pero es un instrumento que ayuda a compensar la infra financiación de la Sanidad pública española, que ve como, poco a poco, las prioridades presupuestarias del Gobierno no están en las transferencias a las comunidades, como en las políticas clientelares que le marcan los nacionalismos.