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Editorial

El PP frente al futuro incierto de España

Porque el objetivo inexcusable es acabar democráticamente con el sanchismo. La deriva al autoritarismo y a la ocupación de las instituciones por parte del actual gobierno convierte ese desafío en una cuestión de estado.

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, clausura la XXVII Interparlamentaria del PP Mudarra

En política es conveniente no ir a remolque de los acontecimientos. Si no se es cauto, llegan la improvisación y el error, especialmente, cuando se ha de ejercer la oposición, es decir, la defensa del mejor interés general, a un Gobierno sin líneas claras de actuación porque no sólo está condicionado por su minoría parlamentaria, algo que no es insólito en democracia, sino por unos socios con agendas propias e incompatibles entre sí. En estas circunstancias, que dañan la confianza de inversores, trabajadores y simples ciudadanos en el futuro, el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, ha movido lógicamente ficha para adelantar el Congreso de la principal formación del centro derecha español y referente de la opción conservadora en el escenario europeo al 5 y 6 de julio, aun cuando estaba previsto en la primavera de 2026.

No hay que buscar razones oscuras en esta decisión, que se venía reclamando desde diversos sectores populares ante la deriva imposible de un gobierno acorralado por los acontecimientos, porque de lo que se trata es de que la alternativa al sanchismo esté lista y pertrechada en lo ideológico, programático y orgánico, lo que, sin ninguna duda, supone la renovación de los equipos directivos. El adelanto del Congreso, en el que Núñez Feijóo pondrá su reelección como presidente y candidato a La Moncloa al juicio de sus compañeros, se sustenta además en una premisa poco discutibles, puesto que siempre hay que partir del hecho de que Sánchez hará en cada instante lo que más le convenga a él, por encima de los intereses de la nación, aunque se nos haga muy cuesta arriba escribirlo, por lo que el horizonte electoral se puede transformar en presente de un día para otro.

Feijóo ha hablado de «activar el partido» y, por supuesto, nos parece necesario e inteligente, si bien, ese apresto debería realizarse contando con la acción política y de gestión que están llevado a cabo muy razonablemente los gobiernos autonómicos populares, con buenos índices de aceptación general entre la opinión pública. Porque el objetivo inexcusable es acabar democráticamente con el sanchismo. La deriva al autoritarismo y a la ocupación de las instituciones por parte del actual gobierno convierte ese desafío en una cuestión de estado, con lo que no hay espacio para la fatiga, el titubeo o la tibieza. El PP debe enfocarse por completo a ese propósito, desde la confianza en sus convicciones, en su experiencia de la gestión pública, pero, sobre todo, desde la certeza de liderar un proyecto político inclusivo en el que sobran los muros, sin que eso signifique no rectificar de plano una acción de gobierno, a nuestro juicio, profundamente lesiva para España y para la convivencia de todos sus ciudadanos. Habrá en la dirección del PP cambios de nombres y de puestos de responsabilidad, cierto, pero el éxito del Congreso estribará en que los personalismos no contaminen la estrategia de fondo.