
Editorial
El teatro político de la Hispanidad
Lo previsible es que la desunión en esta jornada de comunión vuelva a ser protagonista, máxime cuando el imparable líder de Vox, Santiago Abascal, haya dado plantón al Jefe del Estado y a la Hispanidad

En 1892, al celebrarse el cuarto centenario del descubrimiento, bajo la regencia de María Cristina, un real decreto propuso hacer coincidir el 12 de octubre –día en el que en 1492 Cristóbal Colón desembarcó junto con sus hombres en la isla Guanahani, dando comienzo a un inagotable puente cultural entre los pueblos de América y España que se mantiene hasta hoy– con la celebración de la Fiesta Nacional, oficializada en 1987 con la Ley que simboliza nuestra pluralidad cultural y política, con una proyección lingüística y social más allá de los límites europeos. Pues todo eso parece haberse olvidado con la aceptación de postulados populistas y posturas demagógicas interesadas que prefieren hablar de invasión, genocidio e imposición religiosa que de integración, ciudadanía reconocida y multiculturalidad, con la raíz común de una lengua española vehicular.
Y por eso, año tras año, las Fuerzas Armadas desfilan en Madrid en los actos conmemorativos de este día. Nada de belicismo, ni condición imperialista, ni tiranía religiosa, ni posturas tiránicas ni colonialistas. No hay que ocultar que esta historia ha estado manchada por actos de despotismo, avasallamiento, sumisión, dominio y abuso, y que la sombra de la esclavitud es alargada, pese a que España siempre reconoció a los indígenas como ciudadanos de pleno derecho. Algo que ahora se olvida interesadamente.
Este año, miles de personas saldrán a la calle de nuevo para celebrar tamaño acontecimiento, y otros cientos, representativas de diversos estamentos de la sociedad, se congregarán en el Palacio de Oriente para asistir junto a los Reyes de España y sus hijas a esta ceremonia. Un acto que debería ser ecuménico, extendido a toda la orbe, que volverá a convertirse en un acto pleno de polémica, y controvertido por las presencias y las ausencias. Entre las primeras, volveremos a asistir a juegos del escondite por los pasillos de Palacio entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición –y, por supuesto, con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso–, y los corrillos estarán presumiblemente solo con los segundos, dada la alergia que le provoca a Pedro Sánchez la relación con los periodistas que no son afines ni subvencionados y regados por las campañas institucionales. A lo mejor con esos sí hace un exceso.
Lo previsible es que la desunión en esta jornada de comunión vuelva a ser protagonista, máxime cuando el imparable líder de Vox, Santiago Abascal, haya dado plantón al Jefe del Estado y a la Hispanidad, y los partidos de la izquierda más extrema se hayan automarginado, no vaya a ser que queden mal con las repúblicas bananeras que defienden. De una vez por todas habría que terminar con este triste espectáculo y que dejaran de convertirlo en un teatro político de intereses electorales.
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