
Editorial
Valencia ante el fango de la propaganda
La estrategia de acoso y derribo del adversario político cuando se lleva a cabo de los resortes del Poder Ejecutivo lleva a la destrucción de la confianza de la sociedad en sus instituciones,

Los cálculos más optimistas señalan que el 80 por ciento de las explotaciones agropecuarias afectadas por la catástrofe de la dana no podrán acceder a las ayudas arbitradas por el Gobierno que preside Pedro Sánchez. Entre las causas, una normativa que no tiene en cuenta las peculiaridades del campo valenciano y que excluye a los productores que trabajan a tiempo parcial o que explotan huertos y granjas tras acceder a la jubilación.
Hay más. Dos meses después de la tragedia, de los 16.600 millones prometidos en ayudas a los damnificados por el Ejecutivo socialista, apenas se han librado 900 millones, mientras el 70 por ciento de los afectados ven cómo transcurren los días enredados en la burocracia. La Generalitat valenciana, con sus propios medios, ha hecho llegar la misma cantidad de dinero que el Gobierno central. Y, además, no hablamos de ayudas en sentido estricto. Lo que se ofrece a las víctimas desde La Moncloa son créditos avalados por el ICO, el mismo procedimiento empleado en la pandemia del coronavirus y que llevó la morosidad de las pequeñas y medianas empresas por encima del 4 por ciento.
El tejido empresarial valenciano, sobre todo el pequeño comercio, necesita esas ayudas con absoluta inmediatez porque la riada y el barro le ha dejado tocado de muerte. Pero no. Cuando se cumplen dos meses de la tragedia, Valencia se duele de los estragos del otro fango, el de la propaganda gubernamental, pronta a los anuncios de buenas nuevas y premiosa hasta la desesperación a la hora de convertirlas en realidad. Hay más. Porque la batalla partidista, la estrategia de acoso y derribo del adversario político cuando se lleva a cabo de los resortes del Poder Ejecutivo lleva a la destrucción de la confianza de la sociedad en sus instituciones, como no se cansa de advertir el Jefe del Estado, Don Felipe VI.
El ruido de fondo del enfrentamiento impide abordar desde la serenidad y la efectividad, desde el acuerdo en la búsqueda de soluciones las medidas más oportunas para la reconstrucción, por un lado, y para la prevención de las consecuencias de nuevos fenómenos meteorológicos que, como dicta la experiencia de siglos, se producirán, multiplicados por los efectos del cambio climático. Por los barrancos y cauces valencianos discurrió en horas el equivalente al caudal de cuatro Ebros, esa es la realidad que la ideología no puede cambiar.
Sin embargo, de la tragedia merece la pena quedarse con la solidaridad y la simpatía de todos los españoles para con sus compatriotas valencianos; con el esfuerzo de los miles de voluntarios, de los miembros de las Fuerzas de Seguridad, del Ejército, de los servicios sanitarios, de los trabajadores de las empresas de saneamiento y obras hidráulicas y de los grandes empresarios con sus aportaciones. Pero, sobre todo, del tesón y la dignidad de los valencianos frente a la tragedia.
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