Universidad.
Para un emprendimiento sin fisuras, necesitamos la universidad online
En un contexto postCOVID, resiliencia y recuperación sustantivan los deseos – y los mecanismos - compartidos de un futuro, no muy lejano, de mayor prosperidad. En este imaginario colectivo de superación, el emprendimiento se erige como una de las palancas de generación de nueva y modernizada actividad económica. Una actividad que, a poder ser, debería apoyarse en las nuevas tecnologías y sin lugar a dudas contribuir a los retos de sostenibilidad económica, ambiental y social que prescribe la Agenda 2030.
El último informe emitido por el observatorio internacional Global Entrepreneurship Monitor (GEM 2021) que analiza el fenómeno emprendedor, concluye que a lo largo del 2021 la actividad emprendedora reciente (empresas de nueva creación que hayan persistido en el mercado más de 3,5 años) se ha recuperado hasta alcanzar una tasa del 5,5% de la población, a pesar de que el abandono empresarial también ha incrementado (2,2%).
Esta capacidad de generar nueva actividad en una región se mide a través de una concepción ecosistémica donde la vitalidad emprendedora se explica a partir de la interacción de un conjunto diverso de elementos. Dentro de esta combinatoria de factores, el compromiso de las universidades con el fenómeno emprendedor es un determinante indiscutible que se manifiesta, también, de manera combinada. De las estadísticas del informe analizado se desprende que en 2021 el 43% de las personas emprendedoras recientes tienen un nivel educativo universitario, y un 17% cuenta con un título de máster. Estos porcentajes aumentan significativamente cuando estamos frente a iniciativas con un nivel tecnológico medio-alto (donde un 21% tiene estudios de máster y un 20% de doctorado). A su vez, cuando se pregunta sobre los aspectos que resultan determinantes para emprender, los expertos consultados consideran relevante la actividad de transferencia de investigación y desarrollo desde las universidades al tejido empresarial, así como su capacidad de ofrecer formación específica competencias emprendedoras, existiendo una relación positiva entre el nivel educativo y el conocimiento de las fuentes de financiación más adecuadas para llevar a cabo las nuevas iniciativas.
Por lo tanto, ya sea por su actividad de formación, por su actividad de transferencia e innovación, como por el desarrollo de competencias específicas para el emprendimiento, las universidades son actores relevantes para garantizar este hábitat de generación de nuevas oportunidades. Un hábitat, que más allá de la función capacitadora se nutre también de la posición privilegiada que ocupa la universidad para generar y conectar conocimiento en forma de actividades como trabajos finales, tesis doctorales, proyectos de investigación, procesos de innovación abierta, que a menudo son embrión de nuevas iniciativas. Un hábitat que sería más que deseable que no reprodujera algunas de las brechas que actualmente condicionan el desarrollo personal y profesional. Vamos a analizar, también a partir de los datos disponibles, dos de ellas.
En relación a la brecha de género, una primera lectura de las estadísticas muestra una tendencia a la paridad, ya que el porcentaje de mujeres que han iniciado recientemente iniciativas emprendedoras (5,6%), es superior a la de los hombres (5,4%). Sin embargo, un análisis más pormenorizado de las cifras, nos revela que esta mayor iniciativa emprendedora femenina responde a una mayor dificultad para acceder a otras alternativas laborales y se concentra más en sectores de servicios al consumidor o a empresas. Se trata, pues, de empresas más pequeñas, con una menor inversión inicial que se orientan a propuestas con menor valor tecnológico, menor orientación internacional y por lo tanto menor recorrido.
En relación a la brecha campo-ciudad, las cifras generales muestran como las zonas de mayor dinamismo emprendedor se sitúan en Comunidades Autónomas con grandes núcleos urbanos como Cataluña y Madrid, mientras que Asturias y La Rioja ocupan las últimas posiciones. A su vez, un análisis especifico de las expectativas en el entorno rural, muestra un mayor pesimismo ante las oportunidades y la posibilidad efectiva de emprender. Un pesimismo que no se sustenta tanto en una percepción de falta de capacidades, sino en el propio miedo a fracasar. El resultado es que, si bien la Agenda Rural europea y la española prescriben el emprendimiento como mecanismo indispensable para aumentar y diversificar la actividad económica en las zonas rurales, la intención de emprender y las iniciativas nuevas son menores en los contextos no urbanos.
Ahora volvemos de nuevo al rol de la universidad. Haciendo esta vez referencia a un informe sobre las vías de acceso a la universidad y las condiciones de aprendizaje publicado por la Xarxa Vives, se observa que si bien la universidad presencial atrae un perfil de universitario ‘tradicional’, joven y que accede a través de las pruebas de selectividad, la universidad virtual permite el acceso a estudios superiores a un perfil de estudiante que hace frente a responsabilidades familiares y laborales y que es más diverso en cuestiones como la edad, el género, la residencia, la trayectoria de estudios previos. Esta información permite concluir que las universidades online constituyen un mecanismo de equidad actuando como dispositivo de segunda oportunidad para trayectorias más complejas.
Y llegados a este punto, ya podemos conectar los deseos de resiliencia y la recuperación que destacábamos al principio, con el rol de la universidad online: si la senda para la recuperación económica, social y ambiental pasa por el desarrollo de nuevas iniciativas emprendedores comprometidas con los objetivos de desarrollo sostenible, y la actividad universitaria es un catalizador y a la vez un determinante del éxito de estas iniciativas, la universidad online es sin lugar a dudas un garante de la equidad en el emprendimiento.
Expresado desde otro ángulo: si allá donde llegue la conexión, queremos que llegue la oportunidad emprendedora, necesitamos la capilaridad de la universidad online.
*Àngels Fitó Bertran es Vicerrectora de Competitividad y Empleabilidad de la Universitat Oberta de Catalunya. Vicedecana del Colegio de Economistas de Cataluña.
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