Sobreexposición de Sánchez
Moncloa maneja sondeos que sitúan a Feijóo por encima de los 150 escaños
Los socios de Sánchez, abocados a encarecer su apoyo tras el revés del 28M
Pedro Sánchez es un presidente a la desesperada. Ni con Vox ni con la sobreexposición mediática de los últimos días, las encuestas acaban de darse la vuelta para mejorar las expectativas de los socialistas de cara a las próximas elecciones generales del 23 de julio. De hecho, algunos de los sondeos que llegan al equipo de campaña del presidente del Gobierno apuntan a que, a día de hoy, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, se situaría por encima de los 150 escaños, la barrera que marca la diferencia entre poder estar en condiciones de tener un Ejecutivo en solitario, sin hipotecas. Y mientras, el PSOE sigue estancado en ese bache de una horquilla que se empecina en negarle saltar la barrera de los cien diputados.
La entrevista de Feijóo el miércoles en «El Hormiguero» superó en audiencia a la del presidente del Gobierno, y el líder popular consiguió ofrecer una imagen de gestor, solvente, sin disfrazarse para ofrecer un espectáculo que rompiese con su naturalidad.
Los analistas demoscópicos coinciden en que su intervención fue eficaz para asegurar a los suyos y ganarse, al mismo tiempo, a todos esos electores dudosos que no buscan más artificios y quieren estabilidad y solvencia. Además, en el partido valoraron especialmente el gesto del político gallego de apelar a un Gobierno en solitario, cerrando de esta forma la puerta a la posibilidad de que una Vicepresidencia recayera en manos del líder de Vox, Santiago Abascal. Con toda la intención, el gallego asumió como compromiso que su Ejecutivo tendrá una Vicepresidencia con nombre de mujer y un ministro de Economía, que ya tiene decidido quién es.
Mientras, en el lado de Sánchez, ante el vacío de su partido y las dificultades para celebrar actos con normalidad, la exposición mediática ha llevado a sus asesores a aceptar incluso someterse a una entrevista en un podcast: «La Pija y la Quinqui». Una decisión que ha sorprendido incluso entre parte de su Gobierno. Se lo ofrecieron a primera hora del miércoles y poco después les respondió por Twitter: «Deseando ir. Decidme cuándo y dónde. Allí estaré», contestó Sánchez.
Sus ministros se sorprenden de que el presidente, para llamar la atención, «esté incluso hablando de sus calzoncillos o llegue a bromear con el Falcón, como si fuera suyo, y pudiera utilizarlo de colegueo en sus apuestas».
Ahora comienza una nueva fase de la campaña electoral, en la que el PP va a empezar a «disparar» la artillería programática que ha preparado y tratará de pasar al ataque, después de que la negociación de los pactos postelectorales tras las autonómicas y municipales del 28 de mayo haya concentrado todo el foco mediático. Ha conseguido un punto de inflexión del acuerdo en Baleares sin meter a los de Abascal en el Gobierno y esto es lo que buscan en Aragón y en Murcia. En Extremadura queda todavía por delante la investidura fallida del socialista Guillermo Fernández Vara, pero los populares siguen descartando una rectificación de la posición de su candidata, María Guardiola, que suponga la entrada de Vox en el Ejecutivo autonómico.
Si después de la campaña de estas últimas semanas, política y mediática de la izquierda contra la «invasión de la ultraderecha», las encuestas no dan signos de recuperación para el PSOE, el pesimismo les lleva «a entrar en pánico», y así es como ven al presidente del Gobierno: «En pánico». «No nos está funcionando la humanización ni la teoría de la conspiración. La campaña de comunicación tenía el objetivo de retener la fuga de voto socialista, pero no hay señales de que esté cuajando», señala un exministro de Sánchez.
El problema para el equipo del presidente es que ya no hay más «balas» en la recámara. Ni la programática ni la de cambiar los registros de la estrategia presidencial, que tampoco ha actuado como resorte dentro del PSOE para salir de esa especie de huelga de brazos caídos en la que se instaló después del batacazo del 28M y ver desaparecer el grueso de su poder territorial.
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