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Vox se hunde y pierde en la batalla del voto útil que migra al PP

Con 33 diputados no consigue mantener a sus fieles y cae 19 escaños aunque se mantiene como la tercera fuerza política. Abascal culpa a los de Feijóo por "blanquear" al PSOE

Santiago Abascal, leader of the far-right Vox party, waves to supporters outside the party headquarters following Spain's general election in Madrid, Sunday, July 23, 2023. Spain's conservative Popular Party is set to narrowly win the country's national election but without the majority needed to topple the coalition government of Socialist Prime Minister Pedro Sánchez.
El líder de Vox, Santiago Abascal en la sede nacional del partido desde donde se dirigió a sus simpatizantes.Andrea ComasAP

El camino de Santiago tiene una ruta tradicional que une, en una misma línea, el País Vasco con Galicia. Es el camino de la costa, el que lleva a Santiago, pero de Compostela, el que el líder de Vox, aspiraba a transitar para derogar el sanchismo junto a Feijóo.

El líder de Vox, Santiago Abascal quien inició el «camino» subido a un banco en la calle Asunción de Sevilla, megáfono en mano, buscó la «épica» erigiéndose en el líder que batalla contra la «ingeniería social» y lo «políticamente correcto» abriendo «debates prohibidos». Combatió contra las etiquetas, el «ostracismo», un «viaje al túnel del pasado» y el mantra del discurso del «miedo» a Vox que agitó la izquierda, aunque imperó la batalla del relato frente a los mensajes que el partido trató de afianzar y desmentir. El veredicto de las urnas evidenció la pérdida de apoyos de Vox, a pesar de que consideraban que estos se podían medir llenando actos o con el cariño que le mostraban en la calle o en cada selfi.

Buscó la meta del «cambio», aunque compartido, con la idea de reeditar los pactos autonómicos con los que se abrieron paso en la gobernabilidad, apostando por emular el dictamen que le concedieron las urnas el pasado 28M y que le llevó a librar un pulso por la entrada en numerosos gobiernos donde predominó el golpe de mando de un «ala más dura» comandada por Jorge Buxadé. Se sentían en una posición de «fuerza», pero esa confianza les penalizó y el que en su día fueron fieles se decantó por un «voto útil» que migró al PP.

El reparto de escaños de la Ley D’Hont ya auguraba que Vox perdería diputados, incluso si hubiera mantenido los resultados de 2019 donde logró un total de 52 escaños con el apoyo del 15,07% de los votos (3.656.979) debido a que la formación más votada coge un porcentaje muy alto del voto y elimina del reparto a la tercera formación. Las encuestas antes de cerrar los colegios electorales le auguraban una horquilla de 29-33 escaños y, finalmente se alzó con 33 diputados cayendo un total de 19 con un 12,39% dejándose por el camino casi 800.000 votos. Aun así, poder ser la «llave» del cambio y de la derogación del sanchismo habría sido considerado por Vox como una victoria, pero su hundimiento lo hizo imposible, puesto que no suman para la mayoría y se no hay encaje con otras formaciones ya que Vox solo puede pactar con el PP.

Fue significativa la respuesta que el electorado dio a los de Abascal en territorios como Extremadura donde se llegó a un pacto con polémica que le hizo perder un diputado con respecto a 2019 o en la Región de Murcia, en situación de bloqueo, que le otorgó 2, perdiendo también uno.

Santiago Abascal a lo largo de todos sus mítines e intervenciones insistió en que Vox «no traicionará» ni a su programa ni a sus votantes con tal de «regalar la gobernabilidad». Fue en la recta final de la campaña cuando elevó la presión y en las declaraciones de los últimos días de campaña, cuando se le preguntaba por Cataluña llegó a afirmar que a él no le temblaría el pulso para aplicar un 155 y se mostró seguro de que un gobierno entre PP-Vox elevaría la «tensión» –aunque se ha mantenido en número de diputados–. También la defensa radical de alguno de sus postulados hizo que el electorado centrara el «voto útil» en los de Feijóo e incluso que el voto más indeciso buscara frenar la llegada de los de Abascal al Ejecutivo buscando otra alternativa.

Abascal se podría haber convertido en una suerte de «Pepito Grillo», la conciencia de la demolición del sanchismo en el caso de que el pacto de Feijóo con un nuevo PSOE hubiera seguido adelante. Y es que la propuesta que arrojó el líder del PP a Pedro Sánchez, en el cara a cara de Atresmedia, de rubricar que se permitiera gobernar a la lista más votada y así evitar especulaciones de pactos y bloqueos, tras el dictamen de las urnas, fue considerado por Vox como una afrenta. «Ni locos», proclamaron ante la posibilidad del retorno del sanchismo. «Se equivocan de adversario». Vox afirma que seguirá en su batalla contra las políticas de izquierdas, culpó al PP de «blanquear» al PSOE y «desmovilizar» y aseguran que están preparados para «hacer oposición» o una repetición electoral. Anticipó que Vox va a "levantar las mismas banderas" y "convicciones" que les han llevado a mantenerse como tercera fuerza política en el Congreso y lograr más de tres millones de votos, dijo en un discurso de menos de dos minutos. "Veo muchas celebraciones en las sedes de los otros partidos, parece que han ganado todos", ha afeado Abascal