Ángeles Pedraza
Veinte años después: con olvido y sin verdad
«Durante estos años las víctimas del 11M hemos sido invisibles»
Como muchos conocerán, yo me convertí en víctima del terrorismo muy a mi pesar el 11 de marzo de 2004 cuando 191 personas fueron asesinadas en las explosiones que un grupo yihadista perpetró en las estaciones de Atocha, El Pozo del Tío Raimundo, Santa Eugenia y la calle Téllez.Mi hija Miryam de 25 años viajaba en uno de esos trenes camino de su trabajo. Jamás volví a verla. Nunca pude despedirme. Pero es que, cómo iba yo si quiera a imaginar que tenía que despedirme de mi hija, que tenía toda la vida por delante y miles de proyectos. ¿Quién iba a querer matar a mi hija? ¿Por qué? ¿Para qué? Sin duda, todas las víctimas del terrorismo se identificarán en todos estos interrogantes.
Años después, en el 2010, me convertí en Presidenta de la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT). Por entonces, el lema de la AVT rezaba: Memoria, Dignidad y Justicia. Yo fui la primera Presidenta de la AVT que no era víctima de ETA, y fueron precisamente las ansias de conocer la verdad de lo sucedido aquel fatídico 11 de marzo de 2004 las que me llevaron a incorporar esa palabra, VERDAD, a ese dogma: Verdad, Memoria, Dignidad y Justicia.
Este 2024 se cumplen 20 años de aquel día en el que a mí y a miles de personas se nos paró la vida. Este año mi hija habría cumplido 45 años, y les aseguro que su ausencia es algo que me mata cada día. Pero hay algo que también me atormenta: la ausencia de esa VERDAD.
Probablemente, ustedes desconozcan que 20 años después, sólo tres de los acusados por estos atentados (Jamal Zougam, Othman El Gnaoui y Emilio Suárez Trashorras) continúan en prisión. Esto significa que desde el 2008 hasta hoy, 16 condenados por los atentados más graves de la historia de Europa, han ido abandonando las prisiones sin que sus víctimas sepamos si han cumplido íntegras sus condenas, cuántos años han cumplido, si han sido agraciados con algún beneficio penitenciario o si han mostrado algún tipo de arrepentimiento o reinserción que les haya hecho mejorar en su situación penitenciaria. Y es que, durante estos años, las víctimas del 11M hemos sido invisibles. Exceptuando los actos que se llevan a cabo cada 11 de marzo en memoria de las víctimas, el resto del año no existimos. Si bien es cierto que la sociedad española en general y la madrileña en concreto siempre nos ha respaldado, institucionalmente el apoyo ha brillado por su ausencia. A las víctimas del 11M nadie nos ha comunicado ninguna de las novedades penitenciarias de los asesinos de los nuestros y, es más, en alguna ocasión en la que hemos intentado alzar la voz, se nos intenta silenciar muy rápido.
« Aquel 2004 sentí morir. Literalmente. Pero 20 años después duele igual»
Recientemente, además, en mi caso por lo menos, hemos sufrido lo que supone una revictimización. Este Gobierno pretende despenalizar el delito de enaltecimiento del terrorismo sin tener en cuenta, por ejemplo, que el año pasado el 40% de las condenas a detenidos por su vinculación con el terrorismo yihadista fue precisamente por delitos de enaltecimiento del terrorismo. Pero qué podemos esperar de este Gobierno, que elige como socios a los herederos de ETA y que cuenta con un ministro del Interior que se ha vendido al poder y al que le dan igual las víctimas del terrorismo. Si como ministro del Interior la sensación general es que no se puede hacer peor, imaginen por un momento que cuando por fin caiga, vaya a parar de nuevo a la Audiencia Nacional o a cualquier otro Tribunal… Terror.
Sin duda, el panorama actual es muy desalentador para las víctimas del terrorismo. No es sólo que nos encontremos en el más absoluto de los olvidos, es que las pocas veces que somos visibles se nos utiliza como arma electoral o directamente se nos identifica como un colectivo molesto y totalmente deshumanizado mientras se nos acusa de que no querer pasar página y avanzar. ¿De verdad ustedes querrían olvidar que les han matado a una hija con 25 años sin ningún motivo ni razón?
Obviamente, matar nunca es aceptable ni la solución de nada, pero las víctimas del terrorismo tenemos además esa carga de que nuestro ser querido ha muerto absolutamente en balde. Y eso les aseguro que es terriblemente duro.
Aquel 2004 sentí morir. Literalmente. Pero 20 años después duele igual. He aprendido a vivir así, con dolor. Pero duele igual. Duele cada Navidad, cada cumpleaños… cada día.
Muchas veces he escuchado la frase de que sólo muere lo que olvidas, y por supuesto yo jamás voy a olvidar a Miryam, y ninguno de los familiares de todos los asesinados aquel día van a olvidarles jamás. Pero necesitamos que la sociedad española y las instituciones tampoco olviden. Porque es de justicia y porque se lo debemos a todos ellos. Aquel día cualquiera podíamos haber viajado en esos trenes.
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