Historia
La conversión de Azaña
Aquellos que luchan contra Cristo son, a veces, los que más creen en Él sin saberlo.
El libro de Bárcena «La Pérdida de España II» relata cómo un personaje de primer nivel y perseguidor de la Iglesia, quiso reconciliarse con ella en el postrer momento de la muerte. Hablo de Manuel Azaña, indiscutible protagonista de la II República.
Recoge Bárcena el informe preciso del Obispo de la diócesis de Tarbes y Lourdes, Mons. Jean M. Théas, que le atendió espiritualmente en el hotel donde residía en su exilio de Montauban. «El 17 de octubre de 1940, requerido por el propio presidente, fui a visitarle». Este le rogaría: «Vuelva a verme todos los días». Así fue: «Cada tarde le visitaba y hablábamos de todo, de la Revolución, la persecución religiosa... Ese hombre tenía fe. Su primera educación cristiana no había sido inútil...».
«Se confesó, pero su entorno me impidió llevarle la comunión y visitarle de nuevo». Hasta que el 3 de noviembre, la esposa de Azaña le pidió volver. Rodeado de sus médicos y colaboradores, le dio la extrema unción con indulgencia plenaria, recibida con plena lucidez. «El presidente expiró dulcemente en el amor de Dios y la esperanza de su visión, con sus manos entre las mías».
El consulado de México que costeaba su estancia se negó a celebrar el funeral en la catedral. «El entierro fue civil, pero la muerte cristiana...».
Ni Azaña ni España habían dejado de ser católicos.
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