Coronavirus

Cuando es el alcalde quien llena sus neveras

Ante el avance del coronavirus, regidores de toda España han abandonado su despacho y destinan todos sus esfuerzos a cuidar a sus vecinos para evitar contagios: son los Ayuntamientos los que realizan las compras de primera necesidad y surten de mediamentos a los colectivos más vulnerables

El alcalde de Pontevedra, Andrés Gil, entrega la compra y los medicamentos a sus vecinos
El alcalde de Pontevedra, Andrés Gil, entrega la compra y los medicamentos a sus vecinosLa Razón

El coronavirus no solo nos ha cambiado la manera de vivir a los ciudadanos de a pie. También ha hecho dar un giro de 360 grados a la organización de todos los pequeños pueblos que, en muchos casos, están repletos de personas mayores, esta población de riesgo que no debe ni puede salir de sus casas. La crisis sanitaria ha hecho que la solidaridad y los planes de actuación rápidos para evitar la propagación del virus sobrevuelen en todos los ayuntamientos y que sus mandos principales se reorganicen para blindar sus pueblos.

Así, quien antes tenía su despacho en el ayuntamiento, ahora lo extiende a la calle. Son los alcaldes los que asumen como principal prioridad el cuidado de nuestros mayores. El alcalde, la corporación municipal y sus trabajadores lo harán por ellos. Son estos pueblos donde antes las ferias rurales, las fiestas o mercadillos llenaban sus calles de vida y donde ahora, en un paseo por el casco antiguo solo se ve el trabajo, ahora tan valorado, de las personas que componen los ayuntamientos. Alcaldes que hacen la compra o que desinfectan las calles.

Es el caso de Ponte Caldelas, municipio pontevedrés donde habitan 5.500 personas y donde hoy la labor del alcalde, el socialista Andrés Díaz, es más que nunca imprescindible. Su teléfono no para de sonar. Son los vecinos los que llaman y demandan desde fruta, lentejas hasta medicamentos. Ataviado de guantes y mascarilla, se sube cada día a su furgoneta, junto a su concejal Pepe Garrido, para acudir a los domicilios de las personas mayores para que en época de confinamiento no les falte de nada. Asumiendo esta labor pretende generar confianza ante el temor de sus vecinos del covid-19 –al ser un perfil conocido en el concello- pues, explica, “hay en algunos casos que a la gente le da vergüenza solicitar esta ayuda”.

Fue el pasado 18 de marzo cuando, el alcalde lanzó un comunicado anunciando que “cambiaba el despacho por la furgoneta” y que a partir de entonces él sería el encargado de comprar alimentos y medicinas para los ancianos. “Los operadores son pocos y es importante que se mantengan servicios básicos”. Enumeraba una lista de tareas de las cuáles el alcalde pasaba a tomar el control, como la desinfección de las calles. Andrés Gil, después de diez días de confinamiento cuenta a LA RAZÓN como han sido estos días tan duros. Lo más difícil, explica, es concienciar a la gente: “Esta reclusión en casa la gente no lo lleva bien, a veces hasta discuto con ellos porque no quieren quedarse en casa, pero hay que animarlos más que nunca, cuidarles y estar pendientes de que no salgan de casa”, reflexiona. Son 33 pueblos los que forman parte de este concello y el objetivo del ayuntamiento es evitar que se extienda el virus, sobre todo entre la población envejecida. Reconoce su alcalde que “no es fácil protegerles” y de ahí el firme compromiso a que él mismo se encargue de las compras de primera necesidad y de medicamentos. “Recogemos las peticiones, acudimos a las casas de los vecinos, nos dan su tarjeta de crédito y la lista de la compra y cuando tenemos varias, vamos al supermercado. A sus casas vamos provistos de todas las medidas de seguridad y les recomendamos que se laven las manos a menudo y que tiren las bolsas de plástico, por ejemplo”.

El equipo municipal de Gil se preocupa también por las consecuencias económicas que el covid-19 pueda acarrear. Para paliar la situación están ya ultimando un plan de ayudas a los comercios, con un montante de 400 euros y de otros 200 euros a negocios abiertos y autónomos, que ven como se reduce su actividad laboral. Unas ayudas que después serán abonadas por las administraciones, que ahora están paralizadas. “Los animamos a que no duden en pedirnos ayuda, pues son personas que tienen una necesidad puntual y no deben tener vergüenza".

El alcalde de Ponte Caldelas, Andrés Díaz, en el supermercado
El alcalde de Ponte Caldelas, Andrés Díaz, en el supermercadoLa Razón

Desde la sierra norte de Madrid, en el municipio de Torrelaguna, el Ayuntamiento lleva trabajando para minimizar el impacto del coronavirus en su pueblo desde antes de que se declarara el estado de alarma. Su alcalde, Eduardo Burgos, ha desarrollado ya varios planes de actuación dirigidos a ancianos y también a niños. Su máxima es que nadie salga de casa. “Ni los operarios municipales. Todos teletrabajan, porque cuidar de sus casas también es trabajar. Les necesito sanos y en casa para tenerlos al 100 por cien cuando superemos la crisis, porque nuestros vecinos van a requerir mucha ayuda social, deberemos tener a punto nuestras dependencias municipales, hoy cerradas, y para ello su trabajo será vital”, resalta.

Ve, como la mayoría de alcaldes de pueblos pequeños, que es difícil retener en sus casas a la población. “Date cuenta de que estamos rodeados de campo y mucha gente tiene inculcado el concepto de que salir al campo es algo natural y sano y no va a hacerles mal, para ello tenemos a patrullas de la policía municipal y guardia civil constantemente en la calle, por si es necesario, pero la verdad es que ahora la gente ha echado el freno y está muy concienciada”, reconoce. Da voz a la labor de un amplio número de voluntarios que se ofrece a prestar ayuda humanitaria desde el minuto uno. “Vamos a necesitar mucha ayuda psicológica para las familias, crear un músculo social fuerte para superar la crisis. De hecho ya trabajan en un plan de entretenimiento para los niños y ayudas para los padres de familia sin trabajo.

El plan de ayuda en Torrelaguna consiste en vigilar muy de cerca a los más mayores. La policía municipal realiza las llamadas a los vecinos para apuntar la lista de la compra y de medicamentos, y después un servicio de ayuda se desplaza hasta sus casas. Torrelaguna no tiene a día de hoy problemas de abastecimiento, pues son muchos los comercios locales que trabajan día a día, a diferencia de otros pueblos de la comunidad, como Robregordo, donde a veces no llegan los suministros básicos. “Allí, la única manera de abastecer es la venta ambulante, que hoy está prohibida”, recuerda. En el pueblo se han llevado a cabo también otras medidas básicas como la desinfección del casco urbano y fachadas de todos los edificios del municipio, una tarea de la que el propio alcalde se encarga. Sin embargo, lejos de querer aparecer en el foco mediático, desvía la atención al cuerpo municipal y de voluntarios. Para vencer al virus, el grupo de acción Local Sierra Norte de Madrid coordina ya la fabricación de mascarillas con voluntarios y gracias a cortadores láseres e impresoras 3D construyen caretas de protección para sanitarios. El Ayuntamiento trabaja también ya en un plan de beneficios fiscales, aunque es Torrelaguna uno de los municipios con impuestos más bajos para sus vecinos. “Por ello tenemos que hacer un trabajo social muy potente para que llegue a los más desfavorecidos”, insiste.

Operarios de Torrelaguna, junto a su alcalde, realizan la desinfección de las calles principales del pueblo
Operarios de Torrelaguna, junto a su alcalde, realizan la desinfección de las calles principales del puebloFacebook

En Torrelaguna, nadie se salta el confinamiento. Pero por orden de su alcalde, quién sí puede hacerlo, es el ratoncito Pérez. En un bando municipal, autoriza al personaje para que pueda entrar en casa de los más pequeños para recoger sus dientes en esta época de confinamiento.

“Luego me lo paga, que no llevo el tiket”, así nos recibe Juan Carlos Carretero, alcalde de Garganta de Los Montes. Realiza todos los días las compras a sus vecinos. Un pueblo de 350 habitantes, donde un tercio es población de riesgo. Durante los primeros quince días de confinamiento el ayuntamiento, el único supermercado y farmacia de la localidad se ha coordinado para que ningún vecino salga a la calle. Ambos locales comerciales están cerrados y son sus dependientes los que recepcionan y preparan los pedidos que después el alcalde lleva a los domicilios.

Según explica a LA RAZÓN, en estos días, sus vecinos están resistiendo muy bien las tentaciones a romper el confinamiento. “Y el resultado no es otro que no tener ningún contagio, de momento. Hasta el médico de familia del municipio que somos un pueblo privilegiado por lo bien que lo estamos haciendo”, relata para después expresar sus deseos de que el epidemia “pase cuanto antes”.

El alcalde de Garganta de los Montes, Juan Carlos Carretero, realiza a diario la compra a los vecinos más mayores
El alcalde de Garganta de los Montes, Juan Carlos Carretero, realiza a diario la compra a los vecinos más mayoresLA RAZÓN