Generalitat de Cataluña

El patetismo que provoca risas

Porque como todo el mundo sabe si Cataluña hubiera gestionado la crisis no habría muertos, ni escándalos en las residencias de ancianos, ni una sanidad desbordada, ni paro, ni nada de nada

Debate de los presupuestos de la Generalitat en el Parlament
El sector sanitario catalán se prepara para salir a la calle tras el verano contra la gestión de TorraJob VermeulenAgencia EFE

El actor Javier Gutiérrez nos pone los pelos de punta, nos agita hasta la extenuación eso que entendemos como vergüenza ajena protagonizando la serie, valga la redundancia, “Vergüenza”, que se define en su presentación como “el patetismo que provoca risas”. Parece que esta serie es la inspiración de las ruedas de prensa del Govern de Cataluña. Hemos pasado del anuncio de la “vacuna catalana” contra el virus, la supuesta conspiración “española” en el reparto de mascarillas que dieron a los catalanes 1.714.000 recordándonos la derrota de 1714, se ha insinuado que el estado de emergencia era una aplicación camuflada del 155, se anunció a bombo y platillo la entrega de mascarillas que ha sido un fiasco de categoría ejemplar, y se ha acusado a España de ser cuna del “paro y muerte”. El último episodio de esta patética serie ha llegado con la premisa “déjenos desescalar a nosotros porque nosotros lo hacemos bien”, porque como todo el mundo sabe si Cataluña hubiera gestionado la crisis no habría muertos, ni escándalos en las residencias de ancianos, ni una sanidad desbordada, ni paro, ni nada de nada. Es más, en Cataluña se hubiera confinado a todo el mundo quince días antes.

El problema para que esto se acepte es que quince días antes los independentistas se fueron de manifestación a Perpignan, hoy epicentro de la pandemia en Francia, el día antes de la declaración del Estado de Alarma la consellera de Sanidad, Alba Vergès, que ahora reclama la devolución de competencias para gestionar la crisis, nos dijo que “Cataluña no era zona de riesgo”, y la portavoz del Govern, Meritxell Budó, estaba de copas en una discoteca con la diputada Miriam Nogueras y la esposa del jefe de gabinete de Joaquin Torra, que por cierto al inicio del Estado de Alarma dio positivo. Este debe ser su famoso confinamiento.

En este esperpento, que Valle Inclán nunca hubiera imaginado, ayer el Parlament aprobó los presupuestos de la Generalitat. No sirven para nada. Solo sirvieron para que Torra en su patetismo más encendido defendiera el mantra de “si lo hubiéramos gestionado nosotros lo hubiéramos hecho mejor”, y “España es la culpable de todo”. Torra ha aprobado los presupuestos que inicialmente rechazaba porque no habían contado con él. Los negoció su vicepresidente junto a los Comunes. Torra fue el convidado de piedra.

Ahora saca pecho y vende los presupuestos como un hito en su carrera. Puigdemont está prácticamente desaparecido. Su última hazaña ha sido promover una gran manifestación para el 11 de septimbre porque “dará la vuelta al mundo” si además se hace con una buena parafernalia de seguridad por el coronavirus. Ni la ANC ha secundado tal majadería. Torra se siente fuerte y ha decidido incumplir su gran promesa. “Cuando se aprueben los presupuestos fijaré el día de las elecciones”, nos dijo. Pero, de lo dicho nada. Se escuda en la pandemia. Una excusa también patética. No dijo que las elecciones fueran ahora, sino que dijo que fijaría fecha. Estaría bien que cumpliera con algo de lo que dice, porque esta legislatura es tan patética que provocaría risas sino fuera que estamos ante un tema serio, complejo y peligroso. Señor Torra, fije la fecha y que los catalanes decidan porque estamos hartos de tener un bufón al frente que provoca vergüenza.