Pedro Sánchez

La tela de araña de Sánchez

Si la presencia de Iglesias en el gobierno estuviese supeditada a cuestiones ideológicas, ya estaría fuera hace tiempo dado que no existen posibilidades de hacer reformas de izquierda

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la presentación del Plan para la Formación Profesional, el Crecimiento Económico y Social, y la Empleabilidad con el que el Ejecutivo aspira a modernizar este tipo de educación
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la presentación del Plan para la Formación Profesional, el Crecimiento Económico y Social, y la Empleabilidad con el que el Ejecutivo aspira a modernizar este tipo de educaciónAlberto R. RoldánLa Razon

Pedro Sánchez ha ido tejiendo una tela de araña en la que están todos atrapados. A Pablo Casado le ha neutralizado confrontando con Vox. Abascal ha ido cobrando protagonismo y ha conseguido marcar la agenda del popular.

En algunos casos, Casado intenta ser el más duro con las propuestas, en otros, los excesos histriónicos de la extrema derecha, como la moción de censura, le obligan a acercarse al gobierno.

A Pablo Iglesias también le va mal y no entiende porqué. Su acuerdo con Pedro Sánchez, evidentemente, era político, pero también lo fue de egos: Sánchez sería el más guapo e Iglesias el más listo y de esta manera no tendrían que rivalizar en el mismo terreno.

Pero, ocho meses después del nombramiento del gabinete, la Covid-19 ha marcado la legislatura. El programa de gobierno está en la papelera, no se derogará la reforma laboral y no se realizará la prometida reforma fiscal.

Las carteras podemistas son irrelevantes en cuanto a la gestión y no forman parte del núcleo duro de decisiones. El único ámbito que le queda a Iglesias para hacerse notar son los medios de comunicación, que de una u otra forma, es lo único que ha demostrado que sabe hacer desde el 15M.

En este escenario, parece que tiene lógica la tensión que intentan transmitir los morados al Consejo de Ministros. Desde aquella aparición en marzo de Iglesias en medio de una cuarentena para discutir las medidas sociales, hasta los encontronazos a cuenta de la Casa Real en los últimos días, el podemista intenta crear un relato de discrepancias con el PSOE que sean recurrentes, fáciles de recordar y simbólicas.

Quiere, por otra parte, crear fisuras en el seno del Partido Socialista generando debates en los que la vena romántica de algunos militantes les lleva a simpatizar con Podemos.

A medida que se enfrían las noticias sobre la salida de España del rey emérito, tomará calor otra discrepancia, en este caso serán las conversaciones del PSOE con Ciudadanos.

Iglesias ya ha lanzado la amenaza de romper el gobierno si Sánchez acuerda los presupuestos con Arrimadas. No lo va a hacer, amagará pero tragará nuevamente con lo que decida el socialista.

Si la presencia de Iglesias en el gobierno estuviese supeditada a cuestiones ideológicas, ya estaría fuera hace tiempo dado que no existen posibilidades de hacer reformas de izquierda, que la crisis será afrontada con las exigencias que imponga Europa y la irrelevancia de las carteras moradas en el gobierno.

Si podemos rompiese el acuerdo, caería electoralmente hasta prácticamente desaparecer, si decide mantenerse, se le van a seguir generando contradicciones internas que no se solucionan con unos titulares de periódico bien colocados y un relato más o menos construido.

Sánchez lo sabe y alcanzará un acuerdo con Arrimadas que será como un coctel molotov en el corazón podemista. Los naranjas apoyaran porque buscan carteras, algunos con cierta prisa como Edmundo Bal pero, cuando aprueben los presupuestos que presente el gobierno, estarán atrapados en la tela.