Estado de alarma

Los barones piden a Casado su «sí» al estado de alarma

Salvo Madrid, le hacen llegar que necesitan el toque de queda por razones sanitarias. Génova dice que el «no» a Vox no cambia su dura oposición al Gobierno

Feijóo toma posesión como presidente de la Xunta
El presidente del PP, Pablo Casado, y la presidenta de Madrid, Isabel Díaz AyusoLavandeira jrEFE

El estado de alarma que hoy aprobará el Consejo de Ministros coloca a Pablo Casado ante la primera prueba para su oposición tras la ruptura con Vox en el debate de la moción de censura que defendió esta semana Santiago Abascal contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Casado retiró su apoyo al estado de alarma durante el confinamiento y ha hecho causa con la exigencia de una reforma legislativa que el Gobierno no ha puesto en marcha, aunque se comprometió a ello con Ciudadanos y con PNV. El objeto es garantizar la seguridad jurídica de las comunidades ante las restricciones de movimientos necesarias por la pandemia. Hay quienes sostienen que la única vía y la más segura para limitar derechos fundamentales es el estado de alarma, pero el PP mantiene que su propuesta de reforma legislativa permitiría dar cobertura incluso al toque de queda. El problema es que ya no hay tiempo para esa modificación legislativa. Y desde las comunidades advierten de que mantener los pulsos políticos bajo esta urgencia sanitaria es una irresponsabilidad. Salvo Madrid, las demás comunidades que gobierna el PP han hecho llegar a Génova su necesidad del toque de queda, y, en consecuencia, del estado de alarma para que no lo tumbe un juzgado, como último recurso, además, para evitar un nuevo confinamiento. Castilla y León ha dado ya el paso adelante, y confía en que al aprobarse hoy el estado de alarma esto ya les dé cobertura y anule la posible invalidación de su decisión por parte de la Justicia. Murcia y Andalucía están en una posición muy parecida.

El ministro de Sanidad, Salvador Illa, también ha hecho llegar a las baronías del PP el mensaje de que sería conveniente intentar gestionar esta vez el estado de alarma sin hacerse daño unos a los otros. Será un estado de alarma adaptado a las nuevas circunstancias, restringido al toque de queda, y con más margen de decisión de las comunidades.

El avance descontrolado de la pandemia se une al hecho de que desde el ámbito sanitario está llegando a la política el aviso de que cada vez hay más bajas entre los profesionales de la salud, menos colaboración y más desánimo. En el confinamiento de marzo los sanitarios dieron más de lo que podían, pero el cansancio también ha hecho mella en el sector por las deficiencias de la gestión y por los casos de irresponsabilidad ciudadana. Y esto hace más peligrosa aún la segunda oleada del virus.

La prórroga del estado de alarma es inevitable, según anticipan desde la gestión autonómica, porque no será suficiente con quince días para contener el virus. Ante esta primera prueba de Casado tras su ruptura con Vox, la salida, señalan desde sus baronías, podría ser un apoyo con el compromiso firme por parte de Sánchez de afrontar la modificación legislativa que pidió el PP antes del verano .

Génova abre la puerta al debate, pero no adelanta su posición en un contexto en el que el Gobierno ya tendría los apoyos que necesita con Cs y PNV. Sí subraya que el discurso de Casado en la moción de censura iba dirigido a Vox y al PP. Génova también deseaba que el golpe de efecto tuviera la repercusión mediática entusiasta que consiguió, pero esta reacción se sustenta en «un efecto óptico ilusorio», la de un supuesto cambio de estrategia en la oposición, que a la dirección nacional del PP no le interesa que se mantenga en el tiempo. En Madrid se desmarcan de las alegorías que la intervención de Casado ha alimentado en relación a un supuesto nuevo giro al centro, la apuesta por la moderación o la «vía Feijóo», como rectificación para afrontar un nuevo tiempo. «Ni hay nueva etapa ni hay cambio de estrategia», según coinciden en resaltar varios miembros de la dirección del partido.

El líder popular resolvió el debate como una cuestión personal entre Abascal y él, entre Vox y el PP, porque «era una moción contra el PP y teníamos que hacer una estrategia en esa clave». «Llevamos dos años de insultos y humillaciones. Una España Suma que rechazaron y una moción de censura contra Pablo», explican en el entorno de Casado.

La línea roja en la relación con Vox está cruzada, y ahora Génova tiene que combatir la campaña de Vox para agitar la ruptura con una parte del electorado de la derecha que Casado necesita reconquistar para acercarse a La Moncloa. Vox es muy hábil en moverse en las redes sociales y en las vías alternativas a los medios convencionales, y desde el jueves la organización está muy activa para «calentar» twitter o facebook contra el líder del PP. «No nos preocupa. La carrera es muy larga y con los hechos demostraremos que no somos lo mismo que Vox, pero tampoco lo que Vox dice que somos: somos la única alternativa de voto para que el centro derecha recupere el poder». Además del estado de alarma, el otro reto de Casado es gestionar el acuerdo con el Gobierno sobre la renovación del Poder Judicial, bajo el bombardeo de Vox y de sus afines, y del Gobierno y los suyos en la dirección opuesta. En Génova aseguran que no hay perspectiva de acuerdo en las próximas semanas, mientras que el Ministerio de Justicia y fuentes del CGPJ airean que el acuerdo está hecho, con flecos pendientes en la Presidencia, y que esperan tenerlo cerrado antes de que acabe el año.

En Madrid, a diferencia de las dudas que tienen en el ámbito territorial, sostienen que la estrategia de oposición combativa está encaminada y que no pueden rebajar la presión sobre el Gobierno de coalición. Ni con los Presupuestos ni con la política sanitaria ni con la política territorial. «En Vox quieren quedarse solos y nosotros no podemos dejarles ese espacio».