El perfil

Ernest Lluch: El hombre libre que dialogó sin miedo contra ETA

Ex ministro de Sanidad con Felipe González, implementó la Ley de Sanidad de 1986 y la primera del aborto. Defensor del diálogo no violento con el nacionalismo vasco. Histórica es su frase: “Gritad, porque mientras gritáis no matáis”.

El exrector de la UIMP. ERnest Lluch, frenet al Palacio de la Magdalena de Santander, sede de lso cursos de verano de la UIMPUIMP20/11/2020
El exrector de la UIMP. ERnest Lluch, frenet al Palacio de la Magdalena de Santander, sede de lso cursos de verano de la UIMPUIMP20/11/2020Servicio Ilustrado (Autom�tico)UIMP

.Ernest Lluch, Villassar de Mar, 1937. Estaba casado, tenía tres hijas y era catedrático de Historia Económica de la Universitat de Barcelona. Se cumplen ahora 20 años desde que el 21 de noviembre del 2000 ETA le asesinara a sangre fría en el aparcamiento de su domicilio en Barcelona.

En 1977 fue elegido diputado al Congreso del Partit dels Socialistes de Cataluñapor Gerona, y fue reelegido en 1979. Un año después, en 1980 fue portavoz del grupo parlamentario del PSC en Madrid.

Ministro de Sanidad entre 1982 y 1986 durante el gobierno socialista de Felipe González. Desde su departamento capitaneó la implementación de la Ley de Sanidad de 1986 y la primera ley del aborto. Destacó por ser el autor del primer Plan Nacional contra la Droga Dio, en palabras de su hoy homólogo, también catalán del PSC, Salvador Illa, “un giro copérnico al sistema sanitario” convirtiéndolo en universal, gratuito y público. En palabras hoy de compañeros suyos socialistas, fue “un reformista que quería el progreso de la sociedad y la mejora permanente”.

Pero su legado no solo será recordado y estudiado en el ámbito sanitario. Nos deja una lección de futuro y una herramienta. El diálogo. Fue un político peligroso para los terroristas, justo por eso, porque trató de desarmarlos con la palabra. Trató de convencer al entorno etarra de que con el terrorismo no ganarían sus reivindicaciones independentistas ni darían solución a lo que ellos entendían como el “conflicto vasco” que el Estado provocaba para la comunidad autónoma. Fue un político inquieto, libre, que hablaba precisamente en nombre de la libertad y la democracia que ya estaba instaurada en España para plantar cara y acabar con la lacra de los años de plomo en el país.

Trató, en aras de la negociación, lograr la deslegitimación del terrorismo dándole una salida constitucional. Lluch explicaba en varios artículos su postura sobre los nacionalismos y la banda terrorista ETA: “Aunque uno esté alejado del nacionalismo español y por ello recibe sistemáticamente ataques, está mucho más alejado de ETA. Trató de defender el diálogo con el nacionalismo vasco no violento. “No cejaré hasta que el nacionalismo democrático vasco entre a formar parte del bloque constitucional a través de la fórmula de los derechos históricos o de cualquier otro tipo de negociación”, escribió.

Desde sus mítines en el País Vasco hablaba de la necesidad del entendimiento con el nacionalismo. Histórica es ya aquella frase en un mitin en la Plaza de la Constitución de San Sebastián para apoyar al candidato socialista a la alcaldía Odón Elorza en 1999. Lo hizo frente a la izquierda abertzale: “Gritad, porque mientras gritáis no matáis”.

«¡Qué alegría llegar a esta plaza y ver que los que ahora gritan antes mataban! ¡Ahora no matan, no saben que han cambiado las cosas, no saben que ha llegado la libertad y la democracia a este país!, ¡que no se enteran!», proclamó. Los gritos no cejaron. Tampoco la vehemencia de Lluch, «¡gritad más, que gritáis poco!, ¡mientras gritáis no mataréis, esa es buena señal!

La paradoja quiso, sin embargo, que ETA lo asesinara en el parking de su casa el 21 de noviembre del año 2000.