Defensa

Hacia la Sanidad militar europea que quiere liderar España

La pandemia ha puesto de relieve el papel clave de la red sanitaria de las Fuerzas Armadas. La UE apuesta por una cooperación entre países en este ámbito

Efectivos militares de la Base El Empecinado de Valladolid realizando labores de rastreo
Efectivos militares de la Base El Empecinado de Valladolid realizando labores de rastreoNACHO GALLEGOEFE

La pandemia ha puesto de relieve las carencias del sistema sanitario y una de las más relevantes ha sido el reino de taifas que compone la red nacional. Mientras en otros países de nuestro entorno, como Francia, los pacientes se trasladaban entre regiones según las exigencias del guión, en España las políticas del sistema autonómico lo impidieron. Muchos hospitales se colapsaron mientras sus vecinos observaban con las camas vacías, así que cada Comunidad buscó soluciones por su lado. Ante el caos que se formó tuvo que actuar el Ministerio de Defensa.

En un mes, según los datos ofrecidos en la presentación de los presupuestos por la propia subsecretaria de Defensa, María Amparo Valcarce, Defensa formó cerca de 7.000 rastreadores de los que 3.000 se repartieron por 15 comunidades, además de en Ceuta y Melilla, y se contrataron a casi 500 personas (civiles) para reforzar la red militar, se activaron 24 reservistas y más de 500 comisiones de servicio de personal militar, eso sin contar los hospitales de campaña desplegados, las brigadas de desinfección o la ayuda de los hospitales Central de la Defensa (Madrid), que atiende a una población de 100.000 personas, y el General de Zaragoza, que da servicio a otros 70.000. No son los únicos, Defensa también puso a trabajar centros como el Instituto de Medicina Preventiva, el Centro Militar de Farmacia, el Instituto de Toxicología de la Defensa, el Centro de Transfusión de la Defensa o el Centro Militar de Veterinaria.

En total, la red sanitaria del modelo actual de Defensa está integrada por 3.204 efectivos que cumplen sus cometidos tanto en territorio nacional como en las operaciones de mantenimiento de la paz en el extranjero, y lo hacen a través de seis especialidades fundamentales: medicina, farmacia, odontología, veterinaria, enfermería y psicología. En este recuento no entra el personal no sanitario, como los rastreadores o los equipos de limpieza, un plus que Defensa, como ha demostrado en esta pandemia, puede entregar de forma instantánea ante cualquier emergencia.

Hospital militar preparado para pacientes de coronavirus en la República Checa
Hospital militar preparado para pacientes de coronavirus en la República ChecaMARTIN DIVISEKEFE

Una UME sanitaria europea

No es la primera vez que el sistema autonómico deja sin herramientas al Estado y las Fuerzas Armadas son la salvación, ocurrió con la UME pese a que cada Comunidad tenía y aún tiene su propia Protección Civil o Bomberos. Con la Sanidad acaba de pasar lo mismo.

Uno podría preguntarse qué opina la Sanidad civil de todo esto: ¿están de acuerdo en que otros ministerios se lleven una parte de lo suyo?, ¿necesitan esa ayuda de fuera o mejor que les den lo necesario para poder hacerlo desde dentro?, ¿qué pasará después de la pandemia y hasta la siguiente?

El intrusismo parece claro pero, por otro lado, la agilidad de despliegue de las Fuerzas Armadas no tiene ni parangón, ni límites fronterizos, ni está sujeta a rencillas políticas o territoriales. Es, como se ha visto en esta pandemia, tremendamente eficaz y profundamente efectiva.

Más allá de las decisiones de los que deciden, al menos entre los profesionales consultados por este diario, la Sanidad civil no tiene claro este nuevo modelo, pero resulta que la militar tampoco. De hecho, para el sector la pregunta real es: ¿qué tipo de Sanidad hace falta en Defensa?

Sanidad de combate y hospitalaria

En los últimos años se han enfrentado dos modelos, el tradicional, con una sanidad de combate que no ha dejado de sufrir recortes, frente a un nuevo modelo hospitalario que, con la pandemia, ha encontrado un nuevo nicho.

Pero mientras a pie de sector las dudas están ahí, la ministra de Defensa, Margarita Robles, lo tiene meridianamente claro. La socialista ha apostado en las últimas semanas por la creación de un cuerpo militar europeo con capacidad para actuar frente a futuras pandemias, una especie de UME sanitaria a nivel europeo. La ministra fue clara: “La Defensa debe estar hoy más que nunca al servicio de los ciudadanos y constituye un elemento fundamental para garantizar la resiliencia de nuestras sociedades frente a los actuales riesgos y amenazas, que son de naturaleza muy diversa”.

Efectivos de las Fuerzas Armadas desarrollan su labor como rastreadores del Covid-19 y prestan su apoyo a las CCAA
Efectivos de las Fuerzas Armadas desarrollan su labor como rastreadores del Covid-19 y prestan su apoyo a las CCAARicardo RubioEuropa Press

Borrell apoya la propuesta

Robles no está sola en esta concepción de una Sanidad militar europea cuya propuesta, de hecho, lanzó inicialmente su homóloga francesa. Es más, el resto de Europa está totalmente de acuerdo. En este sentido, la ministra española ya ha hablado con el alto representante de la UE, Josep Borrell, quien se comprometió ante ella a que la UE liderará desde las políticas de la Cooperación Estructurada Permanente de la UE (Pesco) una Sanidad militar europea, propuesta para la que la ministra aseguró a Borrell el apoyo español. “Vamos a hacer un esfuerzo muy grande”, afirmó Robles.

El este contexto, la socialista ya ha dado los primeros pasos con una propuesta lanzada ante el Consejo de Asuntos Exteriores y Defensa: “Que España acoja y organice el primer Congreso de Medicina Militar de la Unión Europea”, con el objetivo, según el propio Ministerio, “de compartir las lecciones identificadas de la pandemia y plantear una vinculación sanitaria militar a nivel europeo”. Según la ministra, la Sanidad militar está desempeñando durante la pandemia “un papel que se debe ampliar a escala europea”.

¿Y la Sanidad de combate?

La Sanidad de combate es imprescindible si se buscan unas Fuerzas Armadas operativas. En misiones no hay otra y España tiene a día de hoy en torno a 2000 militares desplazados en misiones de la UE o la OTAN por todo el mundo. Unos militares que necesitan estar cubiertos ante una emergencia sanitaria, así que preguntarse por la conveniencia de una Sanidad militar es preguntarse por la conveniencia de la presencia española en misiones, sean dentro o fuera de nuestras fronteras. Es decir, no hay debate.

La capacidad está ahí. España cuenta con algunas de las unidades mejor formadas en Sanidad de Combate y tiene grandes centros, como el recientemente inaugurado en la base General Morillo de Figueirido con el nombre de Cabo Idoia Rodríguez Buján (primera militar española fallecida en un conflicto), donde se adiestra la Brilat, a la que pertenecía la cabo Rodríguez. Este centro está a punto de ser reconocido por la OTAN como centro afiliado de instrucción sanitaria de referencia en el tratamiento de heridos en combate y ya posee el certificado de la Asociación Nacional de Técnicos Médicos de Emergencia, que lo avala como líder mundial en la educación de este tipo de profesionales.

Esa primera atención, realizada por personal no facultativo, se completa con la que luego ofrece el personal sanitario en centros sobre el terreno, como los hospitales de campaña, o ya de vuelta a casa en infraestructuras permanentes. Esta es la Sanidad militar propiamente dicha. Hasta ahora.

Parece claro que ambos modelos tienen su importancia y pueden ser perfectamente complementarios, uno por imprescindible para el modelo de Defensa actual y el otro porque se ha demostrado tremendamente útil ante una pandemia que seguramente no será la última. La única duda es si deben convivir como parte de los Ministerios de Defensa o separados entre Defensa y Sanidad. Pero, ¿puede Sanidad hacerse cargo de algo así?, ¿debe Defensa tomar las riendas aunque no sea su ámbito?