Juicio

La exetarra “Anboto” se queja por no tener ordenador: “Ha sido duro acostumbrarme a escribir a mano”

Tras 15 meses encarcelada en España, Marixol Iparraguirre denuncia su régimen de aislamiento y niega que participara en un atentado frustrado contra un dispositivo policial en 1985

La exdirigente de ETA Soledad Iparraguirre, "Anboto", durante el juicio por el atentado frustrado contra la Policía en Vitoria en 1985
La exdirigente de ETA Soledad Iparraguirre, "Anboto", durante el juicio por el atentado frustrado contra la Policía en Vitoria en 1985Chema MoyaEFE

La exdirigente de ETA Marixol Iparraguirre, “Anboto”, se ha quejado de su situación en prisión en el tercer juicio que afronta en España, donde tiene aun otras nueve causas pendientes. Tras 15 meses en prisión en nuestro país -desde que fue entregada por Francia, donde fue detenida en 2004, tras cumplir allí una condena de 15 años de prisión- “Anboto” ha denunciado que se le ha “aparcado” en una celda de aislamiento.

Iparraguirre-condenada ya por la Audiencia Nacional a 122 años de cárcel por ordenar el asesinato del comandante Luciano Cortizo en León en 1995-, ha negado que participara en el atentado frustrado con coche bomba contra un dispositivo policial desplegado en los aledaños del polideportivo de Mendizorroza (Álava) en mayo de 1985.

Según ha asegurado a preguntas de su letrado, en esas fechas no se encontraba en la capital vitoriana ni formaba parte del “comando Araba” porque áun no se había integrado en ETA, algo que no hizo hasta los años 90, según ha mantenido.

Asimismo, la etarra -que en 2018 anunció junto a “Josu Ternera” la disolución de ETA y para quien la Fiscalía pide en este juicio una condena de 488 años de cárcel- ha afirmado no tener “ni idea” de por qué sus huellas estaban en los dos vehículos sustraídos a punta de pistola por los terroristas y que fueron utilizados en el intento de atentado. Iparraguirre ha negado también que uno de sus apodos fuera “Angelines” (como ya negó que se le conociera como “Anboto”). “No, yo soy Marixol”, ha recalcado.

Pero la mayor parte de su declaración la ha empleado en quejarse de su situación penitenciaria en la cárcel de Brieva (Ávila). “Estoy en primer grado, no tengo absolutamente a nada”, ha dicho tras recalcar que después de 16 años de cárcel en Francia “descubro el sistema penitenciario español”. “Llevo un año, aparte del Covid, que es aparcarte ahí y ya veremos pero no sé qué veremos. Cada tres meses me dicen que he pasado por la Junta de Tratamiento y que aislamiento”, ha denunciado. “Las demás pasan y se van, están tres meses como mucho, y Lola (la también etarra Dolores López Resina) y yo estamos ahí apalancadas y ¿hasta cuándo?” sin “acceso a nada”, ha dicho al tribunal.

“Antes del Covid venía una mujer de vez en cuando con un trozo y un hilo para que pudiéramos coser”, ha continuado la exdirigente etarra antes de negar su participación en el atentado frustrado por el que se sienta en el banquillo. “En la celda no puedo tener más de tres libros”, ha añadido. “Para mí ha sido muy difícil acostumbrarme a escribir a mano otra vez, porque yo tenía mi ordenador en la celda en Francia. Hacer las cosas a mano para intentar estudiar algo es como volver a...”.

Y es que en su etapa como presa en Francia ha recibido formación como panadera, peluquera, jardinera y cocinera. “Intenté estudiar Historia y también me inscribí en la universidad de Rennes”.

“Llevo tres semanas sin hablar con nadie”

Del mismo modo, ha mostrado su disconformidad con el régimen de visitas, que según ella se reducen a “unos locutorios de 40 minutos”. Y una vez más ha puesto como ejemplo la situación penitenciaria de la que disfrutaba en territorio galo. “Yo tenía locutorios de más de tres horas más de una vez por semana y acceso libre al teléfono y he estado hasta 72 horas con mi familia dentro de la cárcel”. “Perdone -ha llegado a decir al tribunal-, porque es como muy duro. Llevo tres semanas sin hablar con nadie”.

Tras ser detenida con 19 años, al igual que varios de sus hermanos, en una operación antiterrorista, huyó a Francia en 1982. “Anboto” dice que fue torturada por la Policía y que quería “rehacer” su vida. “Quiero refugiarme, quiero escaparme de eso. Yo no me escapé de la Justicia, sino de la Policía y la Guardia Civil y de los cipayos. Si a mí no me torturan yo no digo nada”. En Bayona, terminó sus estudios de magisterio y encontró trabajo en una ikastola como maestra.

“Estamos en los años en los que el GAL está atentando en el País Vasco francés. No hay ni 50 metros desde donde yo vivía al lugar donde secuestraron a Lasa y Zabala. Yo quiero seguir trabajando, pero termino dimitiendo porque voy a trabajar todos los días y veo todos los días un coche con gente rara”, ha recordado.

En la vista oral han declarado por videoconferencia tanto José Ignacio Gaztañaga como el exertzaina Santos Berganza, ambos ya condenado por estos mismos hechos. A diferencia de lo que aseguraron ante el juez en marzo de 1988 y septiembre de 1989, los dos han negado ahora -a preguntas del fiscal Carlos Bautista- que Iparraguirre formara parte del “comando Araba” en la fecha del intento de atentado.

“Yo no sabía que era el juez”

“Se me obligó a decir eso”, ha mantenido Gaztañaga. “Yo había pasado ya por tres cuarteles... Si no firmaba me golpeaban. Se me obliga a decir que Marisol está ahí cuando no está”. “¿También el señor juez le obligó?”, le ha preguntado el presidente del tribunal. “Yo no sabía que era el juez ni que estaba en la Audiencia, pensaba que seguía en la comisaría”, ha replicado el exetarra.

Por su parte, el exertzaina Santos Berganza ha admitido que en 1985 colaboraba con ETA, mientras formaba parte de la Policía vasca, pero ha negado que conociera a “Marixol”. “Tanto en el cuartel de la Guardia Civil como ante el juez el nombre que me obligaron a decir fueron “Andrés” y “Angelines”. Yo lo di por hecho porque no podía ni hablar”, ha defendido tras asegurar que en el cuartel le “molieron a palos”. “Lo de Sole no he oído nunca. Nunca he visto una mujer en el comando”, ha subrayado.

“Anboto” ha relacionado su actividad como portavoz de los presos de ETA con el hallazgo de sus huellas en los vehículos robados por el “comando Araba”. “Nunca ha salido ese dato en los juicios”, ha asegurado en referencia a la vista de extradición celebrada en Francia por estos mismos hechos.

“A partir del alto el fuego se plantea que la cárcel no sea un frente donde haya conflicto y se hace toda una reflexión acerca de eso. No es fácil tomar la decisión -ha explicado- porque la tensión en las cárceles es muy grande y las situaciones también son terribles a veces”. “Aceptar que eso ya no sea un frente y que vamos a intentar lo que se pueda hacer por las vías judiciales es muy difícil, pero lo conseguimos. He estado ahí trabajando e intentando que las cosas fuesen lo mejor posible”, ha referido respecto a su labor en la cárcel como altavoz de los presos etarras.