Gobierno

Podemos incumple hasta seis puntos del «pacto de no agresión» que se dio con el PSOE

Los socios crearon una comisión de seguimiento de la coalición para evitar roces, que ha quedado relegada por los encuentros entre Sánchez e Iglesias

La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y la responsable de Transición Ecológica, Teresa Ribera
La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y la responsable de Transición Ecológica, Teresa RiberaJ.J. GuillénEFE

El Gobierno de coalición no ha cumplido todavía un año desde su conformación y ya arrecian las tensiones internas que comprometen la convivencia pacífica en el Consejo de Ministros. Solo un día después de que Pedro Sánchez fuera investido, PSOE y Unidas Podemos rubricaron un «protocolo de funcionamiento», una suerte de manual de buenas prácticas que garantizara la unidad de acción y estratégica en la coalición. Solo once meses después, este pacto ha quedado en papel mojado y la «Comisión Permanente de Seguimiento del Acuerdo» que se creó entonces se reduce a los contactos bilaterales que Sánchez y Pablo Iglesias mantienen, cada vez con menos frecuencia, para resolver las discrepancias que surgen en el seno del Gobierno. En Moncloa aseguran que la relación entre ambos se ha enfriado y que la interlocución «no es todo lo fluida que era antes». En las dos últimas semanas no se han celebrado las tradicionales reuniones de «maitines» que el presidente celebra los lunes a primera hora con su núcleo duro y de las que también participa Iglesias. En Podemos restan importancia a esta eventualidad, alegando cuestiones de agenda del presidente, y aseguran que la relación es de «absoluta normalidad y naturalidad» entre ambos.

El fin último de este código de convivencia que se dieron los socios era «mantener la estabilidad del Gobierno y no erosionar la confianza en la coalición». Y, si bien el Ejecutivo no corre peligro, porque a ninguna de las dos partes les interesa romperlo; lo cierto es que la confianza brilla por su ausencia. Hasta seis preceptos del protocolo anteriormente citado se han incumplido en lo que va de legislatura. Comenzando por el punto primero, el que se refiere a que los principios que regirán el funcionamiento del Gobierno serán los de «lealtad, cooperación, corresponsabilidad y estabilidad». El calificativo de «desleales» de socialistas a morados es una constante, por una actitud que califican de «oposición» dentro del propio Ejecutivo, como si todavía «no hubieran asumido que forman parte de este Gobierno».

No hace falta salir de este primer apartado para apreciar otro incumplimiento flagrante, en lo relativo al compromiso de «máxima discreción en relación a las negociaciones y acuerdos que se produzcan en el seno del Consejo de Ministros». Desde Moncloa ya se criticó esta semana la estrategia de los morados de airear las discrepancias públicamente como mecanismo de presión, sin embargo, desde el entorno de Iglesias no piensan cejar en esta actitud, que lejos del reproche del PSOE consideran «positiva», porque les permite desencallar algunas de las cuestiones que consideran «atascadas». Entienden que hacer públicas estas diferencias, «conlleva ganar la batalla», sobre todo en asuntos sociales y de cara a su electorado, como una forma de rentabilizar su estancia en el Gobierno. Así, marcan perfil y recuerdan que, de cara a las futuras elecciones, siguen siendo competidores en la izquierda.

A esta necesidad de marcar su impronta obedece que hayan incurrido en un nuevo incumplimiento, dentro de la «unidad de criterio» que debe imperar en la actividad parlamentaria. Los morados infringieron el punto 9.f. del protocolo de funcionamiento de la coalición cuando registraron, junto a ERC y Bildu, una enmienda a los Presupuestos para acabar con los desahucios. Este precepto establece que «los grupos parlamentarios de los socios no podrán presentar enmiendas sin el acuerdo previo sobre las mismas», justo lo que hicieron los de Iglesias, según denunció el PSOE. En concreto, sí fueron avisados, pero los socialistas les pidieron sin éxito que no la presentaran.

Además de todo esto, los morados utilizan filtraciones a la prensa para airear las citadas discrepancias, lo que contraviene también el punto 13 sobre mantener una estrategia de comunicación conjunta y coordinada. En estos mensajes, atribuibles a «fuentes» del partido morado se critica en diversas ocasiones a miembros del Ejecutivo. Se deslizó en su día que Isabel Celaá carecía de «liderazgo» y la secretaria de Estado para la Agenda 2030, Ione Belarra, no dudó en atacar abiertamente a otros miembros del Gabinete como a la ministra de Defensa, Margarita Robles, a cuenta de su aceptación en el espectro de la derecha; o la de Transición Ecológica, Teresa Ribera, en las últimas horas por los cortes de suministros a los colectivos vulnerables. Estos ataques públicos incumplen un nuevo precepto, el 16, que garantiza que no habrá intromisiones ni críticas entre ministerios.