Cataluña

Terrorismo callejero

Los CDR piden la disolución de los antidisturbios de los Mossos

Los grupos violentos pretenden vía libre para ejercer la presión en la calle con el fin de que se forma un Gobierno radical independentista

Comunicado de los CDR en el que se pide la disolución de los antidisturbios de los Mossos
Comunicado de los CDR en el que se pide la disolución de los antidisturbios de los Mossosjmzcdr

Los Comités de Defensa de la república (CDR) han exigido, mediante un comunicado difundido hoy a través de las redes sociales, la disolución de los BRIMO y ARRO, las unidades antidisturbios de los Mossos D’Esquadra, por su “violenta y negligente actuación” durante los incidentes habidos en los últimos días en distintos puntos de Cataluña, en los que han participado los propios CDR, junto a las juventudes de la CUP (ARRAN) y otros colectivos anarquistas y antisistema.

Esta petición es similar a la formulada desde la propia CUP y forma parte de una estrategia global de desautorizar a los agentes encargados por mantener el orden público con el fin de llevar a la calle su particular “revuelta popular” en un momento en el que se negocia la formación del nuevo Gobierno catalán.

Según han informado a LA RAZÓN expertos antiterroristas, lo que se está presenciando en las calles de Cataluña no es otra cosa que un elemento de presión para que el Ejecutivo que al final esté al frente de la Generalitat sea de carácter absolutamente separatista y que se fije como objetivo un “proceso” similar al vivido entre 2014 y 2017, con nuevo referéndum y declaración de independencia.

La violencia del terrorismo callejero, que ha estado a punto de costar la vida a un agente de la Policía Local de Barcelona, es un mensaje hacia los responsables de formar ese Gobierno para que su programa no se desvíe un centímetro de los citados objetivos. En caso contrario, la presión, por medio de la violencia, continuaría con las consecuencias de orden social y económico que ya se están produciendo.

Los Mossos, como Fuerza de Seguridad del Estado, junto con las policías locales, se han convertido en un obstáculo para quienes pretenden adueñarse de las calles. Los terroristas callejeros buscan no sólo causar bajas entre los agentes sino que se produzca algún tipo de reacción descontrolada que les pueda convertir a ellos en víctimas.

Mientras, los responsables políticos de la Policía Autonómica parecen actuar al dictado de lo que se les exige desde los sectores más radicales y, de alguno manera, mantienen maniatados a los agentes antidisturbios que no pueden hacer uso de los medios, cada vez más limitados, que son precisos para mantener el orden público y frenar las actuaciones violentas.

Según se ha informado a este periódico en medios próximos a los Mossos, una actuación similar a la que protagonizaron los agentes policiales en Madrid, cuando, ante una concentración que se presumía podía ser violenta procedieron a la identificación previa de los que iban acudiendo al lugar de concentración, no fue posible en Barcelona por ordenes superiores.

Si un individuo, que acude a una concentración o manifestación, sabe que las Fuerzas de Seguridad conocen con anterioridad su filiación, se abstiene, por principio, de participar en actuaciones de carácter violento, como de hecho ocurrió en Madrid, donde sólo hubo cinco detenidos que tenían la intención de quemar unos contenedores.