Elecciones 4-M

A Pablo Iglesias se le atraganta su polémico eslogan: “Que hable la mayoría”

Lejos de asumir responsabilidades, el líder de Podemos culpó a los madrileños de no saber votar, de dar un golpe a la democracia... de no votarle a él

Una persona con un cartel en el que se lee: "Iglesias cierre al salir"
Una persona con un cartel en el que se lee: "Iglesias cierre al salir"Isabel InfantesEuropa Press

Llegó, vio y... no venció. Pablo Iglesias salió derrotado, por la puerta de atrás, sin asumir su responsabilidad ante este nuevo fracaso de Unidos Podemos. “Que hable la mayoría. Ellos son menos, pero hacen más ruido”, auguraba su elocuente lema electoral y no se equivocaba. La mayoría habló y votó a Isabel Díaz Ayuso. Y votó a Mónica García como emblema de una izquierda a la que él ya no representa. Incluso votó a Ángel Gabilondo, que pese a protagonizar los peores resultados del PSOE en Madrid, se situó por delante de Iglesias. La mayoría habló, votó y dejó un mensaje muy claro: “Iglesias, cierra al salir”.

El PP de Isabel Díaz Ayuso ha conseguido, con 1.620.213 votos, 65 escaños. Unidas Podemos,de la mano de Iglesias, ha obtenido 261.010 sufragios y 10 diputados. Los números son incontestables y ponen en evidencia toda la estrategia del líder de la formación morada. Hace apenas un mes, Iglesias vendía a su electorado que la derecha era un “bloque minoritario”, que gana porque la izquierda no acude a las urnas. O lo que es lo mismo, que en la derecha “son menos, pero hacen más ruido”. Y se equivocó de lleno. No solo hacen más ruido sino que, además, son más.

Mucha campaña, mucho eslogan y un único objetivo: salvarse de la quema. Porque el fin último del candidato de Unidas Podemos no era otro que salir indemne de los malos resultados. Si la formación desaparecía del panorama político de Madrid, la dirección estatal pediría su cabeza. Evitó lo primero y esquivó lo segundo al dimitir de todos su cargos. De nada le sirvió patearse “los barrios trabajadores”, de nada le sirvió la crispación y el enfrentamiento con Vox, de nada le sirvió apelar al “cinturón rojo” de Madrid, que ayer se tiñó de azul.

Lejos de asumir responsabilidades, Pablo Iglesias culpó a los madrileños de no saber votar, de dar un golpe a la democracia... de no votarle a él. Anoche el líder de Podemos dio buena cuenta de no entender los resultados o quizá de no querer asumirlos. A su juicio «Madrid había votado diferente» y se victimizó. Dijo sentirse como ”un chivo expiatorio que moviliza los afectos más oscuros, más contrarios a la democracia y las bases materiales de la misma”. No asumió las cifras de Vox, su “archienemigo”. Es más, no dudó en atribuirse parte del éxito de la formación que lidera Santiago Abascal, al asegurar que él (el propio Iglesias) «moviliza» a «los que odian la democracia» y no al electorado de izquierdas.

Los datos de anoche fueron demoledores. En 2015, Podemos arrasó en la capital con 27 escaños y el 18,64% de los votos; ayer, apenas consiguió el 7,2% de los sufragios. La movilización de esa “mayoría silenciosa”, que tanto ansiaba Iglesias se le volvió en contra. Y no solo a él, sino a toda una izquierda que ayer asistió a una victoria sin paliativos de Isabel Díaz Ayuso. La presidenta de la Comunidad de Madrid, que ya cuenta con el apoyo de Vox para ser investida, sacó 65 diputados, sumando así más escaños que Más Madrid, PSOE y Podemos juntos.

Y le dio donde más le duele: Vallecas. El barrio por antonomasia de la izquierda, de Pablo Iglesias. El epicentro de todas sus luchas, allí donde se gestó la batalla campal contra Vox... ese Vallecas de Pablo se tiñó también de azul. «Somos un barrio obrero, pero estábamos hartos, sobre todo los hosteleros», dicen los vecinos. Quizá sea un hecho coyuntural, quizá algo está cambiando en este nicho de votantes progresistas, lo único cierto es que ayer, este barrio le dio la espalda a la izquierda. Le dio la espalda a Pablo.