Cataluña

Moncloa activa el «modo campaña» y ve a Illa fuerte

Los socialistas descartan una abstención «in extremis» a Aragonés: «Nos hundiría»

El vicepresidente del Govern en funciones, Pere Aragonès, responde a una pregunta del líder del PSC, Salvador Illa durante el pleno del Parlament de la semana pasada
El vicepresidente del Govern en funciones, Pere Aragonès, responde a una pregunta del líder del PSC, Salvador Illa durante el pleno del Parlament de la semana pasadaQuique GarciaEFE

Cataluña encara la recta final hacia la repetición automática de elecciones. Mientras los partidos del independentismo deshojan la margarita y mantienen el tira y afloja sobre la composición o no de un Govern en coalición que desbloquee la situación, en Moncloa contemplan ya la vuelta a las urnas en julio. De este modo, aunque reconocen que todo puede pasar y no descartan un acuerdo en el último minuto, en el cuartel general de los socialistas se ha activado el «modo campaña» y todos los mensajes se orientan ya en clave electoral. Es el escenario en el que operan y así se debe entender el mensaje que Pedro Sánchez lanzó a Gabriel Rufián en la sesión de control al Gobierno del pasado miércoles en el Congreso. «Llegados a este punto, a lo mejor en Cataluña se podría pensar en un Gobierno de izquierdas, porque hay una mayoría parlamentaria en el Parlamento de Cataluña, liderado por quien ganó las elecciones, que es el Partido de los Socialistas Catalanes», le respondió el presidente al portavoz de ERC.

La estrategia del PSC es consolidarse ante los votantes catalanes como la alternativa a los independentistas y eso choca de lleno con facilitar la investidura de Aragonés. «Nos hundiría», auguran en clave electoral, negando la eventualidad y preguntándose cómo se entendería que el vencedor de las elecciones apoyase un gobierno en solitario de la segunda fuerza que un día se apoyaría en la CUP y otro en los Comunes para gobernar.

Por el contrario, en Moncloa y en Ferraz se reivindica la figura del ex ministro de Sanidad como el ganador del 14-F y creen que estaría en condiciones de mejorar los resultados en una nueva cita con las urnas. Esto, a pesar de que la visibilidad de Illa haya sido limitada después de ganar los comicios, porque aunque se conjuró para «no hacerse un Arrimadas» e intentar presentarse a la investidura, sus deseos se chocaron contra el muro de la Mesa del Parlament, de mayoría independentista. Sin embargo, en Moncloa creen que el PSC sería la «opción refugio» ante la descomposición de Ciudadanos y el hartazgo del mundo independentista. En todo caso, una repetición electoral dejaría también importantes incertidumbres, como el reflejo de ese hartazgo en la participación o la extensión del «efecto Madrid», que podría reforzar al PP. En las urnas se medirá, de nuevo, el reparto de culpas y, aunque los socialistas son optimistas sobre los resultados que pueda obtener Illa, no obvian que esto difícilmente cambiaría la dinámica de bloques actual, en la que el soberanismo mantiene su hegemonía.

Lejos del modelo tripartito, los socialistas defienden para Cataluña una extensión del Ejecutivo central de coalición: un pacto entre PSC y Comunes, con el apoyo de ERC desde fuera. Tan inviable actualmente como la abstención a Aragonés, insisten, porque «tampoco los republicanos la quieren». Cuestión distinta ocurre en el Partido de los Socialistas Catalanes, que sí la aceptaría de buen grado. «Habría que hablar», señalan. Los socialistas ven más cerca las urnas porque creen que el posicionamiento de ERC de gobernar en solitario no deja otra opción. «Si hubieran querido un acuerdo con Junts, ya habrían pactado», destacan fuentes socialistas que apuntan inmediatamente que la disyuntiva está entre «que Junts ceda o ir a elecciones».

«Agenda catalana», en pausa

Desde el Ejecutivo se apela en público y en privado a que «haya un Gobierno en Cataluña cuanto antes», porque de la estabilidad de Cataluña depende también la del Gobierno de España. ERC es un actor clave para agotar la legislatura y Moncloa no renuncia al cumplimiento de las dádivas a las que se comprometió con su socio catalán. Entre ellas están una nueva convocatoria de la mesa de diálogo, en la que avanzar hacia la reforma del delito de sedición (para la que ERC prestaría sus votos en el Congreso) y la concesión de los indultos. En todo caso, para dar cualquier paso en esta dirección es necesario que haya un Govern investido.