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ERC vs. Junts: Cronología del primer encontronazo

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés (i) y el Rey Felipe VI (d), a su llegada al W Barcelona
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés (i) y el Rey Felipe VI (d), a su llegada al W BarcelonaDavid ZorrakinoEuropa Press

Veinte días de Govern y primer encontronazo serio entre ERC y Junts per Cataluña a cuenta de la presencia del Rey en la cena inaugural de las Jornadas del Cercle d’Economia. Pere Aragonés quería hacer un sutil movimiento para cambiar la tónica de los últimos años: el Govern estaría junto al Monarca, pero el presidente marcaría todavía una cierta distancia. Así, presidencia de la Generalitat dibujó un escenario que hacía vislumbrar un giro en el transatlántico. Leve, pero giro al fin y al cabo. Aragonés inauguraría las Jornadas y coincidiría con el Felipe VI en el acto informal que precede a la cena, pero se ausentaría de la cena delegando la presencia de la Generalitat en un conseller. Un cambio sustancial, el Govern estaría presente a diferencia de las últimas visitas reales.

Todo parecía encarrilado. De hecho, ni la izquierda independentista radical tenía previsto hacer actos de protesta. Jaume Giró, conseller de Economía, se postuló para ir a la cena. El conseller es un buen conocedor de la familia real con la que mantuvo relación desde su puesto como Director General de la Fundación La Caixa. Jordi Puigneró, el vicepresidente del Govern de coalición, salió al pasó y se postuló para asistir. A Pere Aragonés le pareció bien y aceptó. El martes, la reunión del consejo de gobierno delegó en Puigneró la asistencia. El presidente catalán había recibido la visita de Javier Faus, presidente del Cercle d’Economía, en su despacho del Palau para demandarle que el Govern estuviera presente junto al monarca. En el empresariado catalán todavía suenan los ecos de la ausencia de Aragonés en un acto de la empresa SEAT que anunciaba nuevas líneas de producción y hacía una apuesta por Cataluña para instalar su proyecto de fábrica de baterías. El Govern, entonces en funciones, le dio la espalda.

En este punto la situación se desboca. La ANC convoca concentraciones para quemar fotos del rey. La premura dejó solos a unos cuantos militantes haciendo su perfomance para salir en la televisión y el conseller de Políticas Digitales y Administraciones Públicas además de vicepresidente, pone en el ridículo al presidente catalán. El desaire se consuma. Puigneró alega «problemas de agenda» y se autodesconvoca de la rueda de prensa que tenía que presidir junto a la portavoz del ejecutivo, Patricia Plaja. Su consellería emite ese martes por la tarde que no asistirá a la cena porque tiene en agenda otro acto: La Noche de las Telecomunicaciones. Un acto que, con seguridad, tenía en agenda desde hace tiempo porque es un encuentro significativo de las empresas del sector. O sea, que Puigneró se desdijo y Junts per Cataluña provocó el primer conflicto serio en el Gobierno. El sector más radical del independentismo hizo patente su oposición al suave viraje institucional del Govern.

Aragonés reaccionó rápido. No tenía la intención de recular y designó a Laura Vilagrà como representante del Govern. No es una elección baladí. Vilagrà es consejera de Presidencia y de ERC, y muy cercana al presidente de la formación, Oriol Junqueras. Aragonés ya no delegó en Junts per Cataluña. Esta situación que puede parecer anecdótica, pero que no lo es en un mundo como el independentista donde los gestos, las señales y las formas son importantes. El ala dura de la ANC y de Junts ha reaccionado vehementemente contra ERC e incluso contra Jordi Sánchez al que le han pedido la dimisión por afirmar que el 1-O se convocó para presionar al Estado no para proclamar la independencia. Dentro del partido de Puigdemont la lucha es cainita. Por eso, Aragonés se entrevistará mañana con el autoexiliado president en Waterloo. El presidente catalán quiere saber que pasa en Junts porque su división atiza una competición interna donde el más radical se lleva el gato al agua. Aragonés ha salvado mínimamente los muebles, pero la primera grieta del Govern se ha hecho visible. ¿Hasta cuando resistirá?