Mano derecha

Sanchez llevará junto a Bolaños la negociación con ERC

Asume personalmente la dirección de la estrategia mientras Esquerra pide garantías de que no se alterarán las bases del diálogo y los compromisos pactados

Pedro Sánchez y Pere Aragonés en su reunión en Moncloa en junio
Pedro Sánchez y Pere Aragonés en su reunión en Moncloa en junioJuan Carlos HidalgoEFE

«Cataluña es competencia exclusiva del presidente. No hay razón para pensar que el cambio de Gobierno vaya a tener consecuencias en el tema catalán». Ésta es una de las primeras reflexiones que salen de ámbito de la negociación del Gobierno con ERC tras la amplia remodelación del Consejo de Ministros ejecutada el sábado por Pedro Sánchez. «El partido está contento con los cambios, y, si acaso, incluso esto da más margen», apostillan.

La primera lectura de la remodelación de Gobierno es que la economía y los fondos europeos serán tema central de la acción de Sánchez después del verano. En septiembre estallará el mercado persa autonómico del reparto del dinero y en Moncloa confían en que esto también sirva para poner sordina a la negociación con la Generalitat.

En cualquier caso, ante las primeras especulaciones sobre si el giro copernicano de Sánchez afecta también a su hoja de ruta con el problema independentista, la respuesta de salida es que «no». La negociación paralela se mantendrá, y en este diálogo discreto tendrá un papel «fundamental» el nuevo ministro de Presidencia, Félix Bolaños. «Es el auténtico hombre de confianza del presidente en los temas de fondo. Interlocutor para todo y con todos», explican.

Bolaños se encargará de garantizar la estabilidad parlamentaria, la relación con los socios en el Gobierno y también tendrá una función relevante en la gestión de la «mesa» de negociación con los independentistas.

En la intrahistoria de este cambio de Gobierno es determinante la ruptura de Sánchez con quien era su todopoderoso jefe de Gabinete, Iván Redondo. Factótum en Moncloa, que había llegado a imponerse sobre el partido, y que ahora, según cuentan, en este punto de inflexión exigió ser el nuevo ministro de Presidencia. La ruptura, en todo caso, se materializó el pasado viernes.

La «agenda del reencuentro» seguirá su camino, pero con una dirección personal de Sánchez y con Bolaños como su «mano derecha», aunque el ex ministro de Política Territorial Miquel Iceta, nuevo ministro de Cultura, pueda seguir formando parte de la «mesa», como así sugieren en su entorno.

Por más que insistan en el ala socialista, ERC no se conforma con centrar la negociación en las cuestiones materiales, en financiación, competencias o infraestructuras, y, de hecho, anima a trasladar todo este debate a la comisión bilateral, para focalizar la «mesa» en la discusión sobre cómo encontrar el procedimiento para dar forma al ardid que permita que los catalanes se pronuncien sobre la pregunta de si independencia sí o no.

Por más que Sánchez quiera que esta cuestión pierda peso en la negociación, y hasta se diluya en la misma, la convocatoria de la «mesa» se producirá en un ambiente de nuevas movilizaciones del secesionismo, empezando con la Diada, y que tendrá continuidad con las otras fechas que quedan marcadas en el calendario como hitos del «procés». Las reuniones de la «mesa» deben empezar en septiembre, sin prisas, y bajo ese pulso entre los interlocutores del Gobierno y de la Generalitat respecto a los temas que deben mandar en la agenda del diálogo. En el Gobierno dicen que están confiados en que por mucho que ERC insista en que no renuncia a que se discuta sobre la ingeniería jurídica necesaria para convocar el referéndum de autodeterminación, que está fuera de la Constitución, «no se levantarán de la silla». «La pelota está en su tejado».

El cambio de Gobierno no altera la aritmética parlamentaria ni las siglas de las que continúa dependiendo Pedro Sánchez para sostener su Gobierno. De momento, el jefe del Ejecutivo ha hecho gestos que indican que no quiere descuidar el ala españolista, y ha contentado al partido, en general, con decisiones que se interpretan como un empoderamiento del mismo, «necesario para corregir un olvido que estaba llevando al desastre electoral». «Que la cantera del Gobierno sea el PSOE nos empodera y motiva a la organización».

Pero estas apreciaciones positivas de los cambios ministeriales no alteran las debilidades del Gobierno de coalición, ni tampoco ponen sordina por completo a la duda que comparten sectores socialistas sobre si, realmente, el problema no está en el Consejo de Ministros, y sí en la figura de Sánchez. La salida de Redondo le facilita, sin duda, la relación con el PSOE y también corregir errores en la gestión de Presidencia, pero esto no cambia de raíz la imagen que la opinión pública tiene del presidente ni tampoco sus hipotecas con sus aliados de investidura.

Tras el batacazo en las últimas elecciones autonómicas de Madrid ya hubo voces socialistas que apuntaron que el problema del partido eran lo socios, y la dominación de Unidas Podemos en el carril de la comunicación y de aquella campaña. Los morados están en horas bajas, pero ERC no tiene intención de rebajar el pulso. Al menos así lo trasladan en público y en privado cada vez que tienen oportunidad.

ERC no se fía de las indicaciones que le están llegando respecto a que el cambio de Gobierno no altera la agenda catalana. Los republicanos sólo se fían de sí mismos, dicen, y temen que en Moncloa hayan llegado a la conclusión de que los indultos fueron un error y son la primera rectificación necesaria para corregir la crisis de credibilidad que afecta al jefe del Ejecutivo.

Moncloa está presionando para que el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, haga el gesto de acudir a la Conferencia de Presidentes convocada este mes en Salamanca. Rompiendo así la práctica independentista de no estar en los foros multilaterales con la excusa de que son sólo una foto que no sirve para nada. En parte, en esto tienen razón porque las Conferencias de Presidentes no se han mostrado hasta ahora muy útiles en cuanto a sus resultados concretos para atender los problemas territoriales, más allá de enunciados genéricos que luego no pasan del papel.

Una de las pruebas de fuego, respecto a si cambia todo para no cambiar nada, se verá en la posición de Justicia ante la renovación pendiente de los órganos constitucionales. «¿Habrá relevo en la Fiscalía General del Estado?», se preguntan en la oposición. Esto obligaría también al PP a moverse, aunque no quiera.