Antonio Martín Beaumont

La máquina de gastar del Ejecutivo

Buscan una foto con familiares y amigos que de largo supere la mayoría absoluta

La crisis
La crisisJavier LizónEFE

El bucólico paseo de los novios de España, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, por los jardines de La Moncloa nos recordó a todos que una imagen vale más que mil palabras. Ahora, en tiempos de redes sociales imprescindibles y noticias de quita y pon, donde lo importante no es el viaje sino la foto, cuando para la política el relato es casi verdad revelada, ver juntos a los líderes de la coalición gubernamental instantes antes de que el Consejo de Ministros aprobase las cuentas públicas, inmortalizados como personajes del «Hola», él de azul y ella de blanco, era la mejor pasarela para anunciar que nuestro país ha descubierto la máquina de gastar dinero.

El proyecto de Presupuestos Generales del Estado llegará esta semana al Congreso de los Diputados. Seguramente el miércoles. El acuerdo entre las dos patas del Gobierno le abre las puertas. Aunque todavía quede demasiado trecho por andar. PSOE y Unidas Podemos solo suman 155 votos. Están en la salida. Necesitan tener más síes que noes para aprobarlos. Pero los novios no se conforman con un convite menor. La pareja de un Gobierno que se denomina progresista desea un agasajo al que se sumen con entusiasmo muchos más invitados. Buscan una foto con familiares y amigos que de largo supere la mayoría absoluta.

Saben, claro, que no van a contar con los «aguafiestas». Ni están ni se espera a los que siempre prefieren ponerse en lo peor, aquellos que aseguran que todos esos números son «el cuento de la lechera», «despilfarro», unas cifras que nos llevan a la bancarrota y al rescate. Los «antipatriotas», los «profetas del apocalipsis», los de PP, Vox y Ciudadanos, entre otros, son unos 160 diputados «frentistas» que jamás van a ser tan felices como para gritar en la Carrera de San Jerónimo «¡Vivan los novios!».

Poco importan estos «agoreros» a un Gobierno que va a dar facilidades para que esté en la comilona la mayoría Frankenstein. Cueste lo que cueste. De ahí que ERC, PNV y Bildu sepan hoy que tienen cogida por el mango la sartén donde se hará el refrito presupuestario. En manos de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, queda la labor mediadora para que ninguno deje plantada a la feliz pareja en su día grande. Hará lo que haga falta. Da igual, la fiesta se paga a escote entre todos los españoles. Ni siquiera preocupa que ronde sobre la cabeza de los socios preferentes el estar ante las últimas cuentas de la legislatura y, precisamente por ello, vaya a dispararse el precio que algunos pedirán por colocarse ante el fotógrafo.

Pero el runrún de infidelidades de los novios no para de sonar. Desde La Moncloa se cacarea haber engañado a Unidas Podemos en las negociaciones. De hecho, Sánchez ocultó a Díaz el bono vivienda de 250 euros a los jóvenes. Y mientras los morados celebraban la regulación de los alquileres, el socialismo oficial, en privado, lo tachaba de «algo simbólico».

Intramuros del complejo presidencial se juguetea con la idea de las comunidades autónomas, que son quienes tienen la competencia, jamás lo aplicarán: «Ni las del PP ni tampoco las nuestras», dicen en «petit comité» desde el entorno presidencial.

Similar ambiente de desconfianza suscitó el bono cultural de 400 euros para jóvenes que cumplan 18 años en 2022. ¿Una fórmula para comprar votos? Pedro Sánchez y Yolanda Díaz se lanzaron a la carrera a colgarse la medalla. Eso sí, la vicepresidenta segunda no cejó hasta que marginó del regalo al mundo taurino. El Ministerio de Cultura de Miquel Iceta llegó a trasladar la tarde del pasado miércoles que la ayuda serviría para pagar la entrada a las corridas, al estar los toros «catalogados como cultura». Pocas horas después, el mismo Iceta empezó un viraje que terminó por excluir a la fiesta nacional. La familia Díaz se impuso a la familia Sánchez. La boda no va a terminar con una capea.