Conflicto

Los socios de Sánchez ponen en jaque la reforma laboral

PNV, ERC y Bildu discrepan con el acuerdo del diálogo social y buscarán modificarlo en el Congreso

El Gobierno logró cerrar en vísperas de Nochebuena el acuerdo tripartito, con sindicatos y empresarios, para alumbrar la nueva reforma laboral. Un acuerdo que definieron como inédito y que traslada una imagen de estabilidad y solvencia a Europa, pero cuyo recorrido no acaba ni mucho menos en la mesa del diálogo social de la que salió el jueves ni en la del Consejo de Ministros a la que llega mañana para su aprobación. La andadura del futuro marco de relaciones laborales continuará después en el Congreso de los Diputados, donde la mayoría que sostiene a la coalición debe convalidarlo para darle el aval definitivo. Y el camino no parece exento de obstáculos, por lo que la satisfacción que rezumaba el Ejecutivo en un inicio ha ido mudando en preocupación en las últimas horas.

La debilidad parlamentaria de Sánchez y su dependencia de los partidos nacionalistas e independentistas comprometen la hoja de ruta de Moncloa, que tendrá que hacer ahora compatible lo pactado con los empresarios con la ideología de sus socios parlamentarios, mucho más beligerante en materia laboral. Desde estas formaciones ya se viene advirtiendo desde hace días de que el hecho de que la derogación haya quedado diluida y la reforma no sea tan ambiciosa como Yolanda Díaz había prometido en un inicio supondría un desafío para su convalidación en la Cámara baja.

Los partidos que componen la coalición trabajan ya para intentar convencer a sus socios, que están decididos a introducir cambios vía enmiendas en la norma. La nueva reforma laboral entrará en vigor antes de que acabe el año vía real decreto ley, como se había comprometido con Bruselas, pero ya en 2022 tendrá que llegar al Congreso y, por el momento, a Moncloa no le dan los números para que salga adelante. A los votos en contra de PP y Vox se suman ahora los del PNV, EH Bildu y ERC, que ya han explicitado que no apoyarán esta medida, si no cumple sus exigencias. Queda por dilucidar qué hará Ciudadanos, que todavía no ha manifestado su posición al respecto y que podría utilizar esta coyuntura para recuperar parte de la iniciativa perdida, ahora que –además– se abre un nuevo ciclo electoral con las elecciones en Castilla y León y Andalucía.

«Tratar de cambiar lo menos posible»

Los socialistas no ocultan su preocupación y anticipan que escucharán las demandas de sus aliados parlamentarios, aunque consideran que éstos tendrán difícil acabar oponiéndose a un acuerdo que –además de aunar el favor de sindicatos y empresarios, algo que no se lograba desde 2006– logra revertir algunos de los aspectos más lesivos de la reforma laboral de Mariano Rajoy. Tumbar la nueva norma sería tanto como dar continuidad a la del PP, aducen en privado fuentes socialistas. Por su parte, desde el Gobierno exhiben el amplio acuerdo en la mesa del diálogo social: «La reforma es de todos y cuenta con una enorme legitimidad», destacan, para advertir de que hay que «tratar de cambiar lo menos posible» porque «es un delicado equilibrio».

En todo caso, en Moncloa son conscientes de que existe malestar por lo que los socios consideran un nuevo ejercicio de unilateralidad de un Gobierno que se desenvuelve como si tuviera mayoría absoluta y que ha negociado en la mesa del diálogo social a espaldas del Parlamento. Especialmente críticos se muestran en ERC y Bildu, donde reconocen que no han tenido información del avance de estas negociaciones. Solo el PNV ha estado puntualmente informado de los pasos que se iban dando.

Sin embargo, tanto los nacionalistas como los independentistas vascos y catalanes han mostrado su disconformidad con los términos acordados por el Gobierno con los agentes sociales y han aprovechado el «impasse» de Navidad para dar voz a sus advertencias por boca de sus dirigentes. En concreto, el coordinador de EH Bildu, Arnaldo Otegi, fue el primero en adelantar que «trabajará conjuntamente» con ERC y, probablemente, también con otros partidos de izquierda –como el BNG o Más País– para intentar «modificar», mediante enmiendas durante la tramitación en el Congreso, la nueva reforma laboral que, a su juicio, es fruto de «un mal acuerdo».

«Estamos tremendamente decepcionados», aseguró. Cabe recordar que Bildu es uno de los partidos que tradicionalmente ha condicionado su apoyo al Gobierno a la derogación «total» de la reforma laboral, una cuestión que el PSOE llegó a dejar por escrito durante el estado de alarma para garantizarse el apoyo de los abertzales a una de sus últimas prórrogas. Ahora, Otegi asegura que su formación no apoyará el nuevo marco de relaciones laborales si no supone recuperar «los derechos arrebatados» y en esa línea «plantearán, vía enmiendas, las cosas que son absolutamente necesarias cambiar».

El PNV «está en el ‘no’ a la reforma laboral»

Por su parte, desde el PNV también se han mostrado disconformes. «Hoy por hoy, el PNV está en el ‘no’ a la reforma laboral», aseguró el portavoz parlamentario, Aitor Esteban. Aunque los jeltzales sí reconocen que existen «aspectos positivos» en el acuerdo, consideran innegociable la «prelación» de los convenios vascos sobre los de ámbito estatal. Esta posición se ha trasladado durante la negociación «de manera clara y rotunda» y asumen que la patronal tiene dificultades para aceptarlo, «pero, desde luego, sin que esto esté solucionado, nosotros no vamos a apoyar la reforma», zanjó.