Estrategia
Sánchez vende gestión para limitar los daños del 13-F
El PSOE exhibirá la reforma laboral, las pensiones, la subida del SMI y los buenos datos de empleo como baza para contraponer su modelo al del PP
La campaña electoral en Castilla y León ha comenzado oficialmente y en el PSOE quieren romper con la dinámica, un tanto negativa para sus intereses, que se articuló durante la precampaña y en la que el Gobierno de coalición se enredó en la polémica de las macrogranjas. Superado este marco, que el PP intentará reavivar en cada acto, los socialistas se conjuran para dar la vuelta a las encuestas, incluso las internas -a excepción del CIS-, que les colocan por detrás de los populares. En Ferraz son conscientes de que están lejos de revalidar el excelente resultado que consiguieron en 2019, cuando por primera vez en décadas el PSOE se convirtió en la fuerza más votada.
Sin embargo, esta victoria fue insuficiente para romper la hegemonía del PP en la región, que se sostuvo a través de un pacto con Ciudadanos. Aunque en público la aspiración legítima, y prácticamente obligada, sea ganar las elecciones; en privado en el PSOE se hace control de daños y se centran en una movilización de la izquierda que suponga una suma solvente. Una mayoría que, si bien no sea autónoma para gobernar con alianzas, sí le suponga un importante coste político a Alfonso Fernández Mañueco y al PP, al obligarles a definir sus acuerdos con Vox y la eventual entrada en gobiernos autonómicos, lo que radicalizaría la posición de los populares. Esto no daría una victoria a Pedro Sánchez, pero sí sería un capital muy valioso para articular un relato de cara a los futuros procesos electorales que se abren.
En todo caso, los socialistas asumen que la campaña se medirá en términos nacionales y ante la imposibilidad de mantener al presidente del Gobierno inmune al desgaste, se buscará explotar los réditos de la gestión del Ejecutivo. No es casual, por tanto, que la convalidación de la reforma laboralse haya agendado para esta misma semana. Los socialistas quieren hacer bandera del nuevo marco laboral como el mejor ejemplo para contraponer su modelo de gestión con el del Partido Popular y también demostrar una asignatura pendiente para la izquierda: que es capaz de capitanear con éxito un contexto de crisis económica. En Moncloa se defiende que en este contexto adverso, ahora se “avanza en derechos” frente al retroceso que supuso la contrarreforma de 2012 que se hizo sin consenso y que tuvo una importante contestación social.
También la revalorización de las pensiones, que se aprobó la pasada semana, sirve para apuntalar este cambio de modelo. Una medida “que bien merece una legislatura”, dijo la portavoz gubernamental, Isabel Rodríguez. A esto se suma, además, los buenos datos de empleo que respaldan, a juicio del Ejecutivo, el impacto positivo que tienen las medidas del Gobierno hacia una recuperación justa “sin dejar a nadie atrás”. De este modo, en Moncloa ya planean activar también para este año la subida del Salario Mínimo para continuar en esta senda de mejora de la “dignificación del empleo” que transcurre, no es baladí, en paralelo a la campaña electoral.
Sin contar con Casado
La crisis entre Ucrania y Rusia ha sido la invitada inesperada en esta campaña. Sánchez se ha enfundando el traje internacional para exhibir liderazgo. Un liderazgo de cara al exterior y no en clave doméstica, con una ronda de llamadas a líderes comunitarios y europeos, en la que no contactó con el principal partido de la oposición. A pesar de la mano tendida de Pablo Casado para prestarle su apoyo, el presidente del Gobierno no tenía intención de entablar ese contacto, porque busca negarle al líder de la oposición la condición de alternativa, evitando que se perciba como tal en este contexto electoral. Sin embargo, la pasividad gubernamental fue suplida por la audacia del líder del PP que tomó la iniciativa y llamó al jefe del Ejecutivo, ganándole la mano en esta cuestión.
En la misma llamada, Sánchez aprovechó para afear la actitud del PP en Europa cuestionando los fondos europeos, una iniciativa que en Moncloa creen que deslegitima a Casado como oposición, por su falta de lealtad. Esta cuestión también será uno de los temas que los socialistas explicarán durante la campaña para intentar desgastar la posición de los populares ante la UE, donde sostienen “hacen el ridículo”.
La campaña centrada en la acción del Gobierno estará apoyada por Sánchez y hasta nueve ministros que compartirán cartel con el candidato del PSOE, Luis Tudanca. El desembarco ministerial obedece a que en el PSOE quieren salvaguardar al máximo la imagen del presidente para evitar el “efecto contagio” de una derrota. Sánchez estará presente en cuatro actos, pero delegará el grueso de la participación en los miembros de Gabinete: Nadia Calviño, Félix Bolaños, Reyes Maroto, Luis Planas, Pilar Alegría, Pilar Llop, Raquel Sánchez, María Jesús Montero e Isabel Rodríguez. También el ex presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, con tres citas cerradas por ahora.
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