Crónica de domingo

El PSOE se parte ante la mano tendida de Feijóo

Ministros y dirigentes territoriales abren el debate sobre la conveniencia de revisar la estrategia de alianzas. Pesa el miedo a las elecciones autonómicas y municipales

El presidente del gobierno Pedro Sánchez recibe al nuevo líder de la oposición del Partido Popular , Alberto Núñez Feijóo, en el palacio de la Moncloa
El presidente del gobierno Pedro Sánchez recibe al nuevo líder de la oposición del Partido Popular , Alberto Núñez Feijóo, en el palacio de la MoncloaAlberto R. RoldánLa Razón

La ofensiva económica del PP es el primer paso de una estrategia que pretende superar el debate estrictamente ideológico y centrar la batalla política en el campo de la gestión. Apunta a Pedro Sánchez y apunta también a Santiago Abascal, por lo que los movimientos que en estas primeras semanas ha ejecutado Alberto Núñez Feijóo obligan tanto al Gobierno de coalición como a Vox a resituarse ante un ciclo electoral que se abrió en Castilla y León y que tendrá su continuidad en junio con los comicios en Andalucía.

Las voces más moderadas del Consejo de Ministros y del PSOE están ya inmersas en la reflexión sobre la conveniencia de coger la mano tendida del líder gallego y responder ante la opinión pública con algún acuerdo puntual. El socialismo se divide entre quienes consideran que no hay otro camino que el de mantener las alianzas y el mantra de la política de izquierdas o aquellos que creen que el talante del nuevo líder de la oposición exige moverse.

De momento, los mensajes que salen de la “cocina” de Moncloa no dejan lugar a dudas sobre la decisión del presidente del Gobierno de intentar poner sordina a las propuestas de Feijóo con eslóganes que ya se utilizaron en otras elecciones para combatir a la derecha, pero que en este contexto pueden tener una eficacia mucho más reducida. Si el presidente Sánchez escucha dentro de su partido verá que hay dirigentes de peso que se plantean que el recurso al presunto peligro que representa la extrema derecha, o al discurso de que el PP es igual a corrupción, pueden tener muy escaso recorrido en este contexto político y económico.

El jefe del Ejecutivo ha optado por aferrarse a este camino sin que hoy mantenga convencidos a todos los suyos sobre el acierto de negarse a hacer alguna concesión al pacto con el principal partido de la oposición. Por supuesto que no hay acuerdo posible si las dos partes no lo quieren, y a Feijóo tampoco le interesa atarse a la política del Gobierno de Sánchez. Ahora bien, sí hay espacio real para el entendimiento, puede ser puntual, pero también constructivo, y la manera de entender la política y de entender la forma de hacer oposición para llegar al gobierno que tiene Feijóo abren esa puerta a Sánchez, si quisiera explorarla.

La proximidad de las elecciones autonómicas y municipales y, sobre todo, la inmediatez de las andaluzas están haciendo que se aviven los nervios de los candidatos socialistas, principalmente de los barones en ejercicio porque temen que el “efecto Feijóo” y la crisis inflacionaria se los lleve por delante y arrase con el poder territorial del partido. En estas elecciones el PSOE se enfrenta al riesgo de que se vuelvan las tornas contra ellos, y que sean ellos los que no sumen frente a la alianza del bloque de la derecha. Las maniobras políticas, tácticas, sobre si debe gobernar la lista más votada o las lecciones de con quién se puede pactar no tienen más recorrido, una vez que se abran las urnas: el PP tiene más que interiorizado que llegará a acuerdos municipales con Vox donde este partido sea necesario para gobernar, de la misma manera que lo hará el PSOE con el conglomerado de izquierdas o fuerzas independentistas en el que pueda apoyarse.

El presidente Sánchez se aferra al objetivo de ganar tiempo, a la Presidencia europea y a que Bruselas sea generosa en la vuelta a las reglas fiscales. Pero su partido empieza a agitarse y, aunque todavía no haya voces que lo evidencien en público, si los pronósticos para estas elecciones se cumplen, el presidente del Gobierno empezará a tener contestación interna. Por muy controlado que tenga a su partido.

Ante las andaluzas, la aspiración socialista es envolver la derrota del socialismo en una coalición entre PP y Vox para sostener la Junta andaluza. Éste seria un resultado que golpearía directamente a la imagen de Feijóo, pero las encuestas que tienen en el PP les hacen confiar, o eso dicen, en que pueden tener una mayoría lo suficientemente amplia como para gobernar en solitario con apoyos parlamentarios. El estrato electoral andaluz es distinto del que hay en Castilla y León, y si Vox se pone inflexible, esta dirección nacional del PP, en consenso con la andaluza, sí puede estar dispuesta a asumir el riesgo de ir a una repetición electoral antes de firmar una coalición con los de Santiago Abascal que hipoteque el futuro de Feijóo.

Las expectativas en las elecciones municipales sonríen también al PP. Es difícil que los populares no sean la fuerza más votada a nivel nacional en unos comicios sobre los que hay tradición de interpretarlos como una primera vuelta de las siguientes generales.

De ahí la urgencia que voces socialistas plantean al debate de revisar la estrategia de hacer el vacío al principal partido de la oposición. “No vamos a conseguir hacer pasar a Feijóo por un radical ni tampoco borrar su expediente de gestión, y Vox no asusta tanto como nos creemos”, reflexionan en uno de los Gobiernos autonómicos del PSOE.

En paralelo, el nuevo equipo de Génova no va a desistir de su apuesta por escenificar su disposición a llegar a acuerdos constructivos con el Gobierno. Y de la misma manera que han jugado el balón en política económica para “venderse” como la alternativa, intentarán hacerlo en la negociación del Poder Judicial y en otros frentes abiertos. Feijóo se sentará con el Gobierno para hablar del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) sin “apriorismos”, y el “no es no” en el que está instalado Vox no hará mella en su discurso en favor de la política del diálogo y del entendimiento. En las próximas semanas se verá por dónde sale Vox y por dónde responde un PSOE que se reconoce “descolocado”.