Política

Un mes de «pegasus»: Esquerra se descuelga con cinco «noes» en el Congreso

Esquerra se ha desmarcado del Gobierno en varias votaciones, aunque mantiene la mano tendida

Gabriel Rufian (ERC) durante la sesión de control al gobierno en el Congreso
Gabriel Rufian (ERC) durante la sesión de control al gobierno en el CongresoAlberto R. RoldánLa Razón

En Esquerra están convencidos del giro estratégico dado abrazando el diálogo y de que es necesario rebajar el grado de tensión política para empezar a gobernar y gestionar tras años marcados por la inestabilidad. Y, en ese escenario, han optado por un cambio de rumbo en las relaciones con el Gobierno, pasando a convertirse esta legislatura en socios prioritarios, aunque esa alianza parece que se está truncando en los últimos meses. Sobre todo, en los últimos 30 días, desde que estallara el pasado 19 de abril el «caso pegasus», donde Esquerra ha votado contra el Gobierno en cinco de las nueve votaciones que ha habido en el Congreso.

En concreto, Esquerra ha votado contra tres decretos de Moncloa (uno de ellos, el de medidas económicas para combatir los efectos de la guerra de Ucrania, que salió adelante por un estrecho margen) y contra dos proyectos de Ley, en los que ha presentado enmienda a la totalidad. El balance evidencia que ha habido un distanciamiento entre Gobierno y Esquerra, aunque fuentes de los republicanos tratan de circunscribir toda las votaciones a discrepancias de contenido.

Este distanciamiento también ha dejado al Gobierno sin llevar ninguna iniciativa al pleno de la semana pasada, una circunstancia que hay quien la ve como una señal de agotamiento de la legislatura. De hecho, en este sentido, hay quien compara esta situación con la de 2010 de José Luis Rodríguez Zapatero, cuando la legislatura había entrado en barrena y, solo un año después acabó siendo desalojado de Moncloa.

En todo caso, desde Esquerra insisten en su voluntad por seguir manteniendo la mano tendida al Gobierno para avanzar en la agenda legislativa y aprovechar la mayoría progresista para profundizar en la contrarreforma laboral o abordar la reforma tributaria, tanto en Sociedades, como en IRPF o en impuestos verdes. Hay otras leyes importantes donde el acuerdo ahora parece bastante lejano, como la Ley de Memoria Democrática. Otras donde la negociación se antoja ardua, como la Ley de Vivienda, la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana del PP (bautizada como «Ley mordaza» por sus críticos) o el fondo de pensiones de empleo impulsado por el ministro José Luis Escrivá, que urge porque tiene que estar aprobado antes del 30 de junio por exigencia de Europa. Más allá de Esquerra, también EH Bildu ha manifestado explícitamente su voluntad por recoser la mayoría de la investidura: la portavoz, Mertxe Aizpurua, así lo expresó en una pregunta parlamentaria en el último pleno, donde Pedro Sánchez replicó acusando a Pere Aragonès de frenar la reunión de presidentes.

También es cierto que en las filas socialistas reivindican que las votaciones, hasta el momento, van saliendo, aunque cada vez llegan menos al pleno (hay muchos decretos parados en la Mesa del Congreso, pendiente de tramitarse como proyectos de Ley). Y es cierto que la semana pasada, en sus respectivas comisiones, prosperaron los dictámenes de la Ley del audiovisual y de la Ley del «solo sí es sí», aunque con muchos problemas y divisiones con sus socios de ERC. De hecho, en la Ley del «solo sí es sí» , el PSOE se quedó solo intentando incluir una enmienda que permitiera abolir también la prostitución, pero chocó tanto con los aliados parlamentarios, como los socios de coalición (Podemos).

Mientras Esquerra aparece y desaparece de la ecuación de gobernabilidad, el Gobierno también va activando otras posibilidades. En este sentido, según explican fuentes parlamentarias, Moncloa no ha dejado de llamar prácticamente a ningún partido político: ante la debilidad de los apoyos parlamentarios que representan los socios de investidura, el Gobierno ha llamado a partidos que, a priori, parecen descolgados de la dinámica del ejecutivo (la CUP, por ejemplo). Si bien, uno de los partidos que empiezan a asomar entre los más recurridos por el Gobierno es Ciudadanos para determinadas iniciativas, como el fondo de pensiones de empleo de Escrivá. La formación naranja está también en un momento clave y tanto las elecciones andaluzas como el Congreso de los Diputados pueden convertirse en dos plataformas para reimpulsarse. En Andalucía, en el partido liberal, hay buenas sensaciones para obtener unos resultados que permitan salir de la dinámica desastrosa en la que entró con las elecciones a la Comunidad de Madrid (donde quedó fuera del Parlamento) y en las elecciones a la Junta de Castilla y León (donde se ha quedado con un parlamentario en las Cortes).

Además de Ciudadanos, el Gobierno también ha tenido que apoyarse en el PP en el último mes. Los populares vetaron las enmiendas a la totalidad de Esquerra en los proyectos de Ley de precursores explosivos y de Seguridad Nacional. Tampoco se hubiera entendido en ese caso que los populares hubieran votado alineados con los independentistas.