Inmigración
5.000 euros por un billete para cruzar en moto de agua hasta la Península
El uso de los vehículos motorizados se dispara desde mayo con 20 detenidos. El último de los casos se detectó este domingo en Almería
Con la llegada del verano y con las playas abarrotadas de bañistas nacionales e internacionales, las mafias ponen en marcha uno de sus habituales medios de transporte de inmigrantes irregulares del verano: las motos de agua. La gran cantidad de turistas y embarcaciones en el agua se convierten en el camuflaje perfecto para quienes se mueven al margen de la ley y tratan de hacer negocio con las desesperación de la gente. No se trata de un fenómeno nuevo, ni mucho menos, pero sí despierta cierta preocupación entre las fuerzas de seguridad ante su despegue en las últimas semanas porque son difíciles de frenar, porque ponen en peligro la seguridad de otras embarcaciones e incluso algunos bañistas y por la dificultad en este caso para pillar «in fraganti» a los delincuentes.
«Las mafias las usan desde hace tiempo», explican a LA RAZÓN fuentes implicadas en la lucha contra la inmigración irregular que también advierten del repunte de llegadas en las últimas semanas, especialmente en la costa de Almería. Prueba de ello son las distintas operaciones y detenciones que se han producido en los últimos días en distintos puntos del litoral español. Este domingo, a plena luz del día, tres inmigrantes de origen magrebí que trataban de alcanzar las costas españolas fueron rescatados a la deriva a 30 millas (48 kilómetros) de la costa. Una situación muy parecida se produjo hace justo una semana también en la costa almeriense. Salvamento Marítimo trasladó entonces hasta el puerto a tres hombres de origen magrebí que fueron auxiliados por un buque de pasajeros que avistó una moto de agua con tres personas a bordo a unos 40 km frente a las costas de Almería en aguas del mar de Alborán. Los tres hombres de origen magrebí que viajaban a bordo de la moto de agua lo hicieron en plena noche, en torno a las 3 de la madrugada, para así evitar ser interceptados por los sistemas de vigilancia. Sin éxito. Ese mismo día, en la otra punta de la costa andaluza, concretamente en Algeciras, se detuvo a una persona tras una intensa persecución por el mar. Según recogen las crónicas locales, la detención se produjo cuando la patrulla se encontraba navegando por la franja litoral de Tarifa y observó una moto navegando de manera irregular por lo que los agentes le indicaron el alto y el piloto hizo caso omiso. Tras alcanzar la embarcación, pararon la moto y procedieron a la detención de un individuo de origen marroquí de 24 años que se dedicaba a lanzar a personas al mar cerca de las costas españolas. Estos tres casos en tan solo una semana se suman a al menos otros tres en los últimos meses en distintas zonas de las costa mediterránea.
«Al ser más rápidas, quienes pueden permitírselo optan por esta opción frente a los cayucos», señalan estas mismas fuentes, que cifran en 5.000 euros el precio medio que pagan los migrantes para embarcarse en este transporte frente a los 1.000 o 2.000 euros que se abonan por subirse a pateras o vehículos motorizados. Según las fuentes consultadas, los traficantes, en su mayoría jóvenes, suelen transportar hasta tres personas, con el evidente riesgo para los pasajeros. Además del peligro que supone volcar en medio de la travesía al viajar en dichas condiciones ya que la inseguridad aumenta en función del estado del mar y los vientos. Son, precisamente, las condiciones metereológicas las que también influyen en la duración de la travesía. Así, por ejemplo, para cruzar desde Argelia a las Islas Baleares o Murcia, según los expertos, pueden tardar entre dos horas y media y tres, en función de la climatología. En el caso del Estrecho, la travesía es mucho más rápida, tan solo quince minutos, dependiendo también de la cilindrada de la moto. El objetivo está claro: alcanzar tierra gracias a la velocidad de la navegación y a la confusión que generan estas embarcaciones en un entorno con gran actividad recreativa y lúdica.
Por otro lado, José Carlos Cabrera, experto en inmigración e investigador de la Universidad de Granada, también detecta un incremento del uso de este medio entre los que tratan de salir de sus países rumbo a Europa, aunque también pone el acento en que se trata de un tendencia que lleva años asentándose en las costas. El también mediador cultural que cuenta con holgada experiencia en el trabajo con menores no acompañados que llegan a España, señala que con el aumento de los controles en Marruecos, el flujo migratorio se está intensificando hacia el este, hacia zonas menos vigiladas como la ruta argelina. El experto explica que esta ruta fue durante años el puerto de salida de subsaharianos que partían desde el puerto argelino de Mostaganem al norte de Orán hacia puntos de Baleares. Ahora, la cada vez más frecuente detención de los pateristas marroquíes influye en este cambio de tendencia así como la situación económica del país y la cada vez más asentada comunidad argelina en la costa de Levante y Cataluña. «Las redes familiares son clave en los procesos migratorios», señala.
En la travesía con motos acuáticas hay otras variables. Según este experto, las mafias se apoyan en barcos nodriza o lanchas en alta mar cuando la distancia supera los centenares de kilómetros. Se ha detectado que cuando los viajes son largos se cargan bidones de gasolina durante la travesía o, en su defecto, se busca una alternativa logística como barcazas de apoyo. Esto explicaría los dos últimos casos en Almería donde las motos estaban a la deriva, quizás por falta de gasolina o por alguna avería que les impidiese alcanzar tierra.
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