Conflicto

Cómo la invasión rusa de Ucrania quebró la coalición de Gobierno

Las discrepancias en el Consejo de Ministros deslucen el liderazgo de Pedro Sánchez

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski; la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se saludan antes de reunirse, a 21 de abril de 2022, en Kiev (Ucrania).
El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski; la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se saludan antes de reunirse, a 21 de abril de 2022, en Kiev (Ucrania).Presidencia de UcraniaPresidencia de Ucrania

El 24 de febrero, el mundo se paralizó al escuchar las alarmas antiáereas sonar en el corazón de Kyiv. El ruido de las sirenas en el centro de la plaza Maidán avisaban a la población de que en cualquier momento podía suceder un bombardeo. La comunidad internacional contuvo el aliento ante el inicio de un ataque directo de Rusia a Ucrania. Aquel día, las palabras pronunciadas las semanas anteriores por el ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, quedaron en papel mojado. Ni la diplomacia, ni la distensión, ni la desescalada, ni la disuasión frenaron a Vladimir Putin. Ese jueves, tras las imágenes de misiles cayendo sobre la capital ucraniana, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, compareció en las escalinatas de Moncloa para pronunciar una declaración institucional en la que advirtió del «impacto» que esta guerra podía tener para la ciudadanía española. Dos semanas antes, el jefe del Ejecutivo mantuvo sendas conversaciones telefónicas con el entonces jefe de la oposición, Pablo Casado, y el jefe del Estado, el Rey Felipe VI. Aquella llamada coincidió con el anuncio del ministerio de Exteriores en el que aconsejaba, «dada la volátil situación de seguridad» no viajar a Kyiv y regresar a los nacionales que todavía permanecían en el país.

Durante esos primeros días de la invasión, el perfil del Ejecutivo español fue más bien bajo. Pese a que el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, reclamaba ayuda militar ofensiva, el Ejecutivo español permanecía en un segundo plano, en línea con otros países como Hungría, Irlanda o Austria. Nunca antes la Unión Europea había suministrado armas a una parte en conflicto pero nunca antes la guerra había estado tan cerca de sus fronteras. La UE acordó a principios de marzo un paquete de ayuda de 450 millones de euros para financiar el envío de armas letales y munición a Ucrania, un apoyo que se sumarían otros 50 millones para material no letal como, por ejemplo, combustible o material médico. Pese al «no» inicial, apenas 48 horas después de descartar el envío de armas a Ucrania, el mandatario anunció que finalmente España proporcionaría «material ofensivo» al Ejército ucraniano y lo haría por su cuenta, pese a la oposición del ala de Unidas Podemos del Gobierno, que solo unos días antes había afirmado que esta acción supondría contribuir a la «escalada bélica».

Con ese anuncio, Sánchez perpetraba un golpe de timón en su estrategia de la crisis en Ucrania. En aquellos días, desde el Gabinete resaltaban que la decisión de Sánchez se justificaba por el «momento decisivo» que marcaba un «punto de inflexión en la historia de Europa», mientras que las ministras de Podemos Ione Belarra e Irene Montero, se desmarcaban de esa línea y mostraban su disconformidad con la iniciativa, calificándola de «error».

No en vano, la pertenencia a la UE implicaba sumarse a las medidas consensuadas en Bruselas, y como miembro de la OTAN también obliga a aportar fuerza y apoyo militar. Como nación de la UE, España tenía la obligación de participar en el conjunto de medidas para responder a la agresión de Rusia contra Ucrania y del llamado Fondo Europeo de Apoyo a la Paz (FEAP) para «reforzar las capacidades y la resiliencia de las Fuerzas Armadas ucranianas». Por otro lado, la pertenencia de España en la OTAN vincula especialmente al país en sus decisiones. En este caso, hay soldados españoles desplegados en Letonia, Bulgaria, Lituania y en el Mar Báltico. El giro de guión de Sánchez tensionó las costuras, no del Gobierno, sino del socio del PSOE.

La invasión de Ucrania fue también el trampolín de Sánchez en la esfera internacional. Tras dos años, sin apenas viajes por la pandemia, el jefe del Ejecutivo se subió al Falcon para mostrar presencialmente su apoyo a la postura de la Alianza y de los Veintisiete respecto a Ucrania. Sánchez viajaba de manera exprés a Letonia para visitar a las tropas españolas junto al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg y el primer ministro canadiense, Justin Trudeau.

La cada vez mayor presencia de España en el conflicto necesitaba todavía un golpe de efecto, que llegaría de la mano del líder ucraniano, Zelenski que recibió en Kyiv a Sánchez y propició el apoyo español a la candidatura de Ucrania como miembro de la UE. Lo hizo, eso sí, después de recibir a otros líderes como el francés, Emmanuel Macron o el británico, Boris Johnson, que viajó hasta tres veces a Kyiv. Zelenski respondió con su comparecencia en el Hemiciclo donde comparó la situación de Ucrania con el bombardeo de Guernica.