Terrorismo

Los presos de ETA se jactan del fin de la dispersión y exigen ahora la amnistía

A punto de culminarse todos los traslados de los terroristas a cárceles del País Vasco y Navarra, ya se centran en los permisos y la libertad

Objetivo conseguido y por segunda vez. Cuando en 1976, ETA lanzó la llamada «Alternativa KAS», que incluía, entre otros puntos, la concesión de una amnistía, no tardaron en lograrlo al año siguiente. Pese a esta generosa medida, continuaron con los atentados, pero en mayor número y virulencia. Lógicamente, las Fuerzas de Seguridad cumplían con su cometido y desarticulaban células de la banda y sus integrantes terminaban en la cárcel. Por ello, nueva petición de amnistía, que la Constitución prohibió expresamente. No se les hizo caso, todo lo contrario, y se les dispersó, ya que se comprobó que si estaban juntos en pocas cárceles la reinserción era imposible y a ETA le resultaba más sencillo mantener a los reclusos dentro de la disciplina que imponían los cabecillas.

Con una estrategia perfectamente calculada, tras ser vencidos operativamente, ETA logró la legalización de su brazo político y, al convertirse en socio necesario del Gobierno socialista, optaron por una nueva amnistía, encubierta, con los acercamientos a cárceles del País Vasco y Navarra, y la concesión de terceros grados y libertades condicionales. Se salieron con la suya y esta mañana han escenificado su triunfo.

Dos flechas negras enfrentadas junto a la palabra «Etxera» (a casa) reemplazan desde hoy la silueta del mapa del País Vasco que ha simbolizado en los últimos años la reivindicación de las exigencias de los presos de ETA, con el acercamiento a las cárceles vascas como principal reclamación.

El 92% ya en cárceles vascas y navarras

El hecho de que la mayor parte de estos reclusos (el 92%) esté ya en prisiones del País Vasco y Navarra quedan 14 en cárceles de otras comunidades autónomas– y el deseo de «priorizar» su proceso de «vuelta a casa» han motivado la creación del nuevo logotipo, promovido por las asociaciones Etxerat y Sare. Fue presentado en un acto en San Sebastián con la participación de medio centenar de representantes del mundo de la cultura y del deporte vascos, informa Efe.

Durante el evento, el «bertsolari» Xabier Euskitze y la actriz Iholdi Beristain han leído un comunicado en euskera y castellano en el que han expresado su deseo de que este nuevo logotipo «llegue a todos los rincones» y sirva para poner fin a la política penitenciaria de «excepcionalidad», de modo que los presos puedan «recorrer el camino de vuelta a casa».

«Los presos están en Euskal Herria, sí. Nos hemos quitado una gran carga de encima, pero aún continua vigente la política penitenciaria de excepción», han agregado antes de reivindicar «un camino sin obstáculos, donde las progresiones de grado o los permisos penitenciarios se apliquen sin excepción». Tras reclamar «que se aplique la ley y no se hurte los derechos a los presos», Euskitze y Beristain han insistido en la «necesidad de avanzar hacia una verdadera paz y convivencia».

«Todas y todos, al igual que estos últimos años, tenemos que seguir colaborando, para que desde Euskal Herria se materialice el proceso de vuelta a casa según lo establecido legalmente», han dicho. Y han hehco un llamamiento a la sociedad a participar en la manifestación convocada por Sare el próximo sábado en Bilbao en favor de los presos de ETA.

Exigencias cumplidas

Aquella «Alternativa KAS» de 1976, fue actualizada dos años después. Pedían lo que también han logrado: legalización de todos los partidos, incluidos los independentistas sin necesidad de rebajar sus estatutos. También el Estatuto de Autonomía, que se haya vigente, con la oficialidad del euskera, Ertzaintza, etc. Y algo que no han logrado, pero que está en su hoja de ruta: «Expulsión de Euskadi de la Guardia Civil, la Policía», así como el control de la Fuerzas Armadas. Y el derecho de autodeterminación.

Se explica así la alegría que experimentaban esta mañana en San Sebastián por los logros ya conseguidos en el camino hacia la independencia y reescribir la historia para hacer desaparecer a ETA como una banda delictiva de carácter terrorista y convertirla en un grupo de luchadores por los derechos de los vascos, olvidándose de las 854 personas asesinadas.

Es lógico que las víctimas, al hacer balance de lo ocurrido en el último año, hayan recordado la avalancha de acercamientos de presos de ETA, que no se han arrepentido ni pedido perdón ni colaborado con la Justicia para aclarar la autoría de los centenares de asesinatos pendientes ni, por supuesto, pagado el dinero que les deben en concepto de responsabilidad civil subsidiaria.

Los terroristas de ETA, y los que les apoyan, se sienten, pese a los años pasados en la cárcel, como «vencedores» y no olvidan aquel último punto de la referida «Alternativa»: «El pueblo vasco poseerá poderes suficientes como para dotarse de las estructuras económicas, sociales y políticas que considere más convenientes para su progreso y bienestar, así como para realizar cualquier transformación autónoma de las mismas».