Justicia

Pedro Crespo reclama una mayor dotación para las Reales Academias

Defiende la necesidad de estas corporaciones que aglutinan sabiduría. Recuerda que «vivir es una inevitable práctica del Derecho» y está en cada acto cotidiano

El doctor en Derecho y licenciado en Ciencias de la Información Pedro Crespo de Lara
El doctor en Derecho y licenciado en Ciencias de la Información Pedro Crespo de LaraDavid JarLa Razon

El doctor en derecho y licenciado en Ciencias de la Información, Pedro Crespo de Lara, en representación de la Real Academia de la Jurisprudencia y Legislación, pronunció el lunes un discurso en el Instituto Madrileño en defensa de todas las Reales Academias.

El académico de número de la Academia de Jurisprudencia indicó que esta «es una corporación de juristas que vela científicamente por la justicia y por la Ley como valores supremos del orden social». Y ¿qué ofrece al público de Madrid?, preguntó de manera retórica en el Instituto madrileño. «Ofrece a los profesionales y a los estudiantes de Derecho debates semanales sobre asuntos de fondo y de actualidad a cargo de las 24 secciones de que dispone relacionadas con las asignaturas clásicas y modernas de la ciencia del Derecho» y cómo esos debates dan al público general una «visión infrecuente» del mismo. Y es que, según apuntó Crespo, «vivir consiste en un estar realizando ininterrumpidamente actos jurídicos», hechos cotidianos que van desde coger el metro, comprar el pan, pagar una deuda o ver una película, actos que, dijo, «se realizan automáticamente y producen consecuencias jurídicas». Es decir: «Vivir es una inevitable práctica del Derecho».

El académico de número defendió la importancia de la Real Academia de la Jurisprudencia y Legislación así como de las demás Academias que, explicó, «dan a Madrid la prestancia intelectual que le corresponde como capital de España».

Abundó también en cómo estas Reales Academias son corporaciones «beneméritas y venerables, mal conocidas por el gran público, joyas de la ilustración, palacios neoclásicos...» y que, sin ellas, «no se podría comprender la España contemporánea», recordando que en los países europeos las denominan como «corporaciones de sabios».

El doctor en Derecho afirmó que «en España, la Constitución coloca a las Reales Academias bajo el alto patronazgo del Rey y las integra en el Instituto de España» algo que «constituyen el Senado de la Cultura Española». Y es que la nota que las distingue de las demás instituciones es «una impresionante concentración de inteligencia y de sabiduría renovada ininterrumpidamente desde hace tres siglos».

Sin embargo, lamentó que los gobiernos de España traten a las Reales Academias, a las que denominó como «grandes damas de la cultura o diosas de la razón», de una manera «no muy versallescamente». Crespo incidió en que el trato que se las dispensa se reduce a una dotación económica en los Presupuestos Generales del Estado «tan pobre que las obliga a pedir auxilios externos para subsistir». Por ello se preguntó: «¿Seríamos capaces de imaginar al otro Senado, la Cámara Alta del templo de las leyes, tan pobre, que los senadores se vieran obligados a salir a la calle a buscar recursos para cumplir con sus deberes de padres de la patria?», e invitó a contemplar ese caso en las Reales Academias de España. «El esperpento está servido, solo falta un Valle-Inclán que lo pintara». Crespo apuntó que dicha situación expuesta podría tildarse de «vergüenza nacional y debatirse en términos de honor», pero al ser su componente económico de menor cuantía es de «fácil solución». Recordó que los académicos no cobran ningún sueldo, ni lo reclaman, sino que piden «medios para hacer su trabajo». Por ello instó a los presidentes de las Reales Academias a reunirse con el presidente del Gobierno para que «haga justicia» ya que la «burocracia de los ministerios» no lo entendió.