Relevo en el PP

Cargos a a cambio de votos

Un repaso sobre el papel por los territorios permite comprobar que Cospedal y Santamaría encabezan muchas quinielas, aunque Casado puede dar la sorpresa. No ha gustado que la ex vicepresidenta se haya dedicado estos días a repartirse los puestos con los «notables» del PP que salían en su apoyo

Una urna preparada en una de las sedes del PP de Madrid / Jesús G. Feria
Una urna preparada en una de las sedes del PP de Madrid / Jesús G. Ferialarazon

Un repaso sobre el papel por los territorios permite comprobar que Cospedal y Santamaría encabezan muchas quinielas, aunque Casado puede dar la sorpresa. No ha gustado que la ex vicepresidenta se haya dedicado estos días a repartirse los puestos con los «notables» del PP que salían en su apoyo.

Nada es ya lo que era. Tampoco el PP. Los dirigentes del Partido Popular cuentan las horas hasta que sus inscritos apuesten por su candidato preferido. ¿Quién pasará el corte? Es la pregunta más recurrente hoy. Si hay que contestarla según las impresiones (y es por lo único que se mueve este proceso tan sentimental de primarias), Pablo Casado y María Dolores de Cospedal son quienes parecen destinados a seguir vivos de cara al Congreso Nacional. Aunque, en las porras genovesas, Soraya Sáenz de Santamaría también tiene sus firmes partidarios.

Lógicamente, en Génova muchos piensan ya en el día después en función de quién tome la delantera. Si lo hace María Dolores de Cospedal, que dio un paso al frente que no tenía previsto ante la inesperada espantada de Alberto Núñez Feijóo, la reconstrucción interna será más sencilla. En ello coincide incluso el entorno de Pablo Casado, que puede dar la sorpresa si logra capitalizar el voto del cambio defendido huyendo de los tópicos y los eslóganes para consumo interno. La ilusión, desde luego, la ha transmitido Casado. El deseo de un «nuevo PP» ha hecho furor en parte de la familia popular. Su discurso claro, comprometido con las ideas de siempre del PP, pero expresadas por un político joven y moderado, han empapado entre los militantes que no desean seguir como hasta ahora: porque es marchar «de victoria en victoria hasta la derrota final».

Pero la experiencia de Cospedal no es asunto menor. La secretaria general desde 2008 siempre se ha partido la cara por el PP. Eso nadie lo olvida. Inspira respeto que se haya lanzado a dar otra batalla más con la intención, sobre todo, de evitar que las siglas por las que ha peleado estos diez años cayesen en manos del «pensamiento débil» de Sáenz de Santamaría, defensora del centro derecha desteñido de socialdemocracia para que le perdonen la vida los tótem sagrados mediáticos de la izquierda. Además, María Dolores de Cospedal juega con la ventaja de tener detrás el «aparato» que ha guiado, y que no es asunto menor cuando hablamos del PP

Por lo que respecta a Soraya Sáenz de Santamaría, voces populares la tachan de representar una manera de hacer política que ha empobrecido a su formación por la alarmante pérdida de los principios característicos del centro-derecha. La critican haberse centrado en la campaña sucesoria en la promesa de ganar elecciones. Tampoco ha gustado que se haya dedicado estos días a repartirse los cargos con los «notables» del PP que salían en su apoyo. Nunca es bueno, claro, repartir la piel del oso antes de cazarlo. Además, Sáenz de Santamaría, sin el paraguas del poder, se le van paulatinamente filtrando las goteras de sus años en La Moncloa: carencias en comunicación, dossieres contra compañeros, falta de «piel» con la gente que peor lo ha pasado durante la crisis, la pusilánime «agenda catalana», etc.

Cerrar heridas

Quien haya hecho, sobre el papel, un repaso por territorios habrá comprobado que Cospedal y Sáenz de Santamaría encabezan muchas quinielas por el reparto de sus equipos de respaldos aquí y allá. Pero el rechazo que suscitan actualmente los aparatos, demasiado gastados y casi siempre refugiados en sus torres de marfil, puede dar al traste con esos alegres vaticinios. Sea como fuere, el escenario más temido en esta primera vuelta pasa por la ausencia de un vencedor contundente y claro, lo que dificultaría la situación de cara a la final en el Congreso del 20 y 21 de julio, en manos de unos compromisarios a quienes más les valdrá elegir el mismo líder que hayan avalado en las urnas los afiliados inscritos.

Será entonces, y con el previsto discurso de despedida de Mariano Rajoy por medio, cuando toque evaluar las heridas abiertas en la carrera de la sucesión. Muy comentada ha sido la coincidencia de Casado y Sáenz de Santamaría en un avión sin tan siquiera saludarse, aunque luego hablaran por teléfono para desearse suerte. Tras el ejercicio de democracia interna realizado, el gran reto al que se va a enfrentar el nuevo líder es el de recomponer la unidad para encabezar, con altura de miras, la tarea de oposición mientras hace crecer su nuevo proyecto político.