Inmigración

Del cayuco a la fama: "La gente se cambiaba de acera al verme, ahora me piden autógrafos"

Thimbo Samb, el senegalés que llegó a España en una barcaza en la "Crisis de los Cayucos" de 2006 y ahora triunfa como actor

Thimbo, actor. © Jesús G. Feria.
Thimbo, actor.© Jesús G. Feria.Jesús G. FeriaFotógrafos

Día tras día los medios se hacen eco de la incesante llegada a nuestras costas de cayucos cada vez más abarrotados, las dificultades de Canarias (el destino más afectado) para atender a todos los recién llegados, el reparto de migrantes por diferentes comunidades autónomas... Sin embargo, a menudo se nos olvida que detrás de cada una de las cifras que se escriben se encuentra un ser humano, una persona que pone en riesgo su vida para huir de una situación desesperada y emprender un peligroso viaje con el que persigue el sueño de encontrar una existencia mejor.

Thimbo Samb es uno de los 31.678 inmigrantes africanos que llegaron a España a bordo de una embarcación precaria en 2006, el denominado año de la “Crisis de los cayucos”. La suya es una historia de superación con final feliz –no como la de otros compatriotas que pierden la vida en el trayecto o viven en condiciones lamentables en nuestro país-. Por aquel entonces solo tenía 17 años. Su niñez en Senegal junto a su familia era muy feliz. “Vivía en una burbuja. Era pobre, pero no lo sabía. ¡No cambiaría mi infancia por nada del mundo!”, recuerda.

Trabajaba como pescador desde los 11 años y hacía sus pinitos en el mundo de la interpretación, pues creció en el seno de una familia de artistas (su madre también era actriz y su abuela, cantante). Sin embargo, a diario veía cómo otros países iban a pescar a sus costas y saqueaban sus recursos. Esa fue su motivación para abandonar su tierra natal. "Decidí coger la patera por los acuerdos que tienen nuestros gobiernos corruptos. Constantemente llegaban barcos de Occidente o de Asia y se llevaban nuestros peces. Nuestros gobiernos no solo permitían la situación, sino que sacaban provecho de ello y nos obligaban a permanecer sumisos. Cada vez había menos pesca y yo temía quedarme sin trabajo y sin comida”, explica.

Tras tres intentos fallidos por alcanzar las costas españolas, Thimbo logró su objetivo en la cuarta expedición. Recuerda como si fuera ayer aquella difícil experiencia: “Lo he contado muchas veces y todavía me sigue resultando duro explicarlo. Fue muy difícil, más en la parte emocional que físicamente. Yo estaba fuerte y pescaba desde que era niño, por lo que el entorno no era nuevo para mí, pero vi a gente pasándolo muy mal. Fueron nueve días sin levantarse del mismo sitio, comiendo y haciendo las necesidades en el mismo lugar. El olor a vómitos y a excrementos, la angustia de la gente y la precariedad de esa situación afecta mucho a nivel emocional”.

Thimbo, actor. © Jesús G. Feria.
Thimbo, actor. © Jesús G. Feria.Jesús G. FeriaFotógrafos

Thimbo reconoce que pasó mucho miedo, pero subraya que aquella experiencia no ha sido la que más terror le ha provocado. Uno de sus siete hermanos por parte de madre se embarcó en la misma aventura hace apenas unas semanas y enterarse de que iba a asumir ese riesgo le produjo mucha más angustia que su propio viaje. “Creo que la situación en la que más miedo he pasado fue cuando me dijeron que mi hermano mayor estaba en una patera. Pasé más miedo con su viaje que con el mío. Muchos senegaleses hacemos locuras sin darnos cuenta de que, cuando viajamos, los que peor lo pasan son los que dejamos allí o nos están esperando aquí. Nuestros seres queridos se pasan días sin dormir a la espera de noticias”, asevera.

Afortunadamente, también llegó en buen estado de salud. Thimbo lo supo porque desde su país le enviaron fotos de la barcaza en la que su hermano emprendió el viaje y algunos amigos suyos de El Hierro le confirmaron que la embarcación había llegado a tierra firme. Semanas después pudo corroborarlo en persona. “Tenía planificado un viaje de trabajo a Canarias antes de saber que mi hermano estaba de camino. No fui a buscarlo expresamente, pero al llegar a las islas pude abrazarlo y comprobar que se encontraba bien”. “Ahora está a la espera de solicitar asilo en España, pero los africanos lo tenemos muy difícil porque las instituciones españolas son muy racistas. Llegan 130.000 personas de Ucrania y España está capacitada para acogerlas, pero todo son problemas para realojar a los 15.000 subsaharianos que arribaron en octubre. Aunque, claro, nosotros no tenemos los ojos azules; solo somos negros”, se lamenta.

Asegura que notó el racismo en primera persona nada más llegar a España. “Cuando me recibió la Guardia Civil tuve una sensación de alivio... ¡Había sobrevivido! Pero de ahí fui a parar a una comisaría, me dejaron claro que estaba detenido y, después, me llevaron a un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE), donde pasé 18 días”. No guarda precisamente un buen recuerdo: “Aquel lugar era como un centro de concentración, pero más moderno. La comida estaba muy mala y no me trataron muy bien. Ahí me di cuenta por primera vez de que somos diferentes”, explica.

Thimbo, actor. © Jesús G. Feria.
Thimbo, actor. © Jesús G. Feria.Jesús G. FeriaFotógrafos

Por aquel entonces Thimbo era menor de edad, tenía 17 años, pero nadie le creyó, así que tuvo que buscarse la vida en la calle. “Te sientes como una mercancía; me trataron como si fuera unas gafas de sol o una lata de refresco, llevándonos de aquí para allá y tratándonos con desprecio en muchos casos”, apunta.

Aterrizó en Valencia, donde tenía un primo, y vivió un año complicado. Recuerda dormir en la calle, buscar comida por los contenedores, acabar en la cárcel al ser confundido con un vendedor ambulante ilegal... Pero lo peor de todo fue la soledad. “Iba en el autobús y nadie se sentaba a mi lado, cuando caminaba por la calle, la gente se agarraba el bolso o se cambiaba de acera para no cruzarse conmigo... Me sentí muy solo. A veces lo único que necesitas es hablar con alguien. Pasé de vivir una infancia muy rica, rodeado de mucha gente que me quería, a estar completamente solo. Además, tenía que estar siempre alerta, porque cualquiera podía llamar a la policía y denunciarme por cualquier cosa”.

Su ángel de la guarda

Tras salir del calabozo con una orden de expulsión, se cruzó por su camino su ángel de la guarda, Andrea, una trabajadora social chilena que le preguntó en qué le gustaría trabajar. “Hasta ese momento nadie se había interesado por mi historia”, comenta Thimbó y añade: “Le dije que hacía teatro en Senegal desde que era niño y aquello me hacía feliz, así que me apuntó en un grupo de teatro oprimido”.

En aquel instante su vida cambió de rumbo. Tras el grupo de teatro, llegó la Fundación William Shakeaspeare de Valencia, donde se formó y consiguió pasar varios castings. Desde entonces ha participado en documentales, cortometrajes, la serie "Antidisturbios", el thriller “Fuerza de Paz” (de TVE), la película “El silencio del pantano” y, más recientemente, el film de Armando Ravelo “Érase una vez Canarias”.

En la actualidad está de gira por España con la función “El sueño es vida”, a la espera de que vea la luz el documental “Los cayucos de Kayar" y que comience el rodaje de su propia película, “Me llamo Khali”, escrita por la premiada guionista Bea de Silva sobre una idea original de Thimbo.

"Me siento culpable cuando pienso en los chavales que habrán muerto intentando seguir mis pasos"

Ahora siente que todos le miran de otra manera, con admiración, como el inmigrante que ha conseguido alcanzar su sueño. Él está feliz por sus logros, compagina la interpretación con el activismo y aprovecha su fama para intentar cambiar las cosas y dar voz a sus compatriotas, pero a veces se siente mal... “Ahora soy el puto amo -como decís aquí-. Se me acercan a pedirme autógrafos, me abrazan, pero esto no sucede con el resto de los africanos. A menudo me siento culpable, porque soy consciente de que mi historia inspira a muchos chavales de mi país, que intentan seguir mis pasos. Me pregunto cuántos chicos habrán perdido la vida intentando replicar mi historia”.

Thimbo, actor. © Jesús G. Feria.
Thimbo, actor. © Jesús G. Feria.Jesús G. FeriaFotógrafos

El actor senegalés se queja de que estos temas no interesan... “Se habla mucho de los inmigrantes que llegan a España, pero... ¿por qué nadie habla de la gente que no llega? Está muriendo muchísima gente en la ruta canaria, pero esto no parece interesar ni preocupar a nuestros gobiernos”, denuncia.

Para Thimbo la solución a la crisis migratoria es tan sencilla como “dejar a África en paz”. “Si quieren el bienestar de los senegaleses, tienen que dejar de negociar con nuestro gobierno y de robarnos nuestros recursos”. La crisis política y social que se vive en este país de África Occidental hace que mucha gente huya en busca de una salida desesperada. Según el actor, “las elecciones están a la vuelta de la esquina y a nuestro Gobierno le interesa que los jóvenes se vayan, porque saben que, si se quedan, no les van a votar”.

Asimismo, añade que “también deberían escuchar nuestras historias y hablar de las raíces del problema”, no únicamente de las consecuencias. "La gente tiene que saber que África no es el país de hambruna y pobreza del que todo el mundo habla. Es una tierra muy rica que tiene mucho que aportar, pero hay que formar a la gente y generar empleo en lugar de quitarles los recursos”, concluye.