Noticias destacadas

Documentos desclasificados

Cuando España vendió armas a Irán e Irak para enfado de Estados Unidos

Nuevos informes desclasificados de CIA demuestran que entre 1980 y 1983 los dos países en guerra compraron a Moncloa

Adolfo Suárez fumando en su escaño del hemiciclo del Congreso, junto a Francisco Fernández Ordóñez
Adolfo Suárez fumando en su escaño del hemiciclo del Congreso, junto a Francisco Fernández OrdóñezEFEARCHIVO

Entre 1980 y 1988, Irán e Irak vivieron una cruenta guerra que costó la vida a unas 200.000 personas. El enfrentamiento entre los dos países lo fue también entre dos regímenes peligrosos para Occidente en el último tramo del siglo pasado: el del ayatolá iraní Jomeini y el del dictador iraquí Saddam Hussein. Los primeros contaban con el apoyo de los soviéticos y los segundos el de los estadounidenses. Sin embargo, hubo algunas naciones que aprovecharon este hecho para hacer caja con la venta de armas. España fue una de ellas.

Eso es lo que se puede constatar en las páginas de un extenso informe de la CIA desclasificado recientemente y en el que se denuncia cómo una serie de países, entre ellos España, se dedican a proporcionar armas a Irán e Irak para enfado de las autoridades estadounidenses. El documento apunta a que todo ocurrió entre 1980 y 1983, es decir, durante los gobiernos de Adolfo Suárez –en su tramo final–, Leopoldo Calvo Sotelo y Felipe González, poco después de que este llegara a la Moncloa.

Bajo el título «Irán-Irak: Comprando armas para la guerra. Una evaluación de inteligencia», el informe de 22 páginas analiza la participación de varios países en la venta de armas mientras tiene lugar la contienda.

La CIA subraya que, pese a que Estados Unidos había impuesto un embargo a Irán, algunos países se lo habían saltado hasta el punto de vender los materiales que necesitaba Jomeini para la guerra. Apuntaba la CIA que Irán había puesto en marcha «una elaborada red de agentes de compras y corredores para adquirir el material necesario (...). Irán ha tenido solo un éxito limitado, debido a los esfuerzos de EE.UU. para detener el flujo». El informe señalaba que España había proporcionado «equipo de comunicaciones y munición». También se añadía que España, al igual que Italia, Corea del Sur e Israel, había rebajado el flujo de venta de armas para evitar las quejas estadounidenses. A este respecto, la CIA comentaba, a propósito de España, que había venido «la venta de artillería con licencia estadounidense de municiones a Irán, pero continúa vendiendo rifles de106 milímetros sin retroceso. Madrid no está de acuerdo con Washington sobre la interpretación de las restricciones de venta, argumentando que se aplican solo a la tecnología de producción y no a los fusiles».

Pero no solo el Irán de Jomeini había llamado a la puerta de España buscando munición. La CIA también había sabido que Moncloa también facilitó armamento a Irak entre el 22 de septiembre de 1980 y 1983. Saddam Hussein, siempre según la documentación desclasificada, había comprado a España materiales valorados en 93 millones de euros. Los iraquíes, según apuntaba la Agencia, se habían interesado por «instalación de alojamiento para la Fuerza Aérea, rifles sin retroceso de 106 mm, artillería y sistemas de control de incendios». La CIA sospechaba que posiblemente el envío de todos estos suministros españoles ya se había completado en algún momento de 1983.

No existe en los documentos recientemente desclasificados por la CIA más referencias a la venta de armas a Oriente por parte de España. Lo que sí resulta interesante es que todas estas operaciones se pararan en 1983, poco después de la llegada de los socialistas al poder. Precisamente fue en ese año cuando, en el mes de junio, el entonces presidente del Gobierno, Felipe González, se reunió por primera vez en la Casa Blanca con Ronald Reagan. González le pidió una mayor presencia internacional de España. En 1985, Reagan le devolvió la visita a quien era también líder de PSOE. En sus cuadernos privados, el mandatario estadounidense reconocía que, pese a que le habían advertido de que Felipe González podía estar en su contra, se habían acabado llevando bien.

Otro presidente, Adolfo Suárez, fue quien inició toda esta operación de venta de armas. En 1980 todavía seguía en el poder y fue en ese año, concretamente en febrero, cuando había iniciado una visita oficial a Bagdad. Probablemente en ese viaje recodaría a las autoridades iraquíes que abril de 1978 había sido condecorado con la Gran Cruz de la República de Irak, en su rama civil, la máxima condecoración del país.