Producción de misiles
La superarma de Putin con la que quiere asustar a Occidente: "Es imposible de parar"
Rusia ordena la producción de un nuevo misil elevando la tensión geopolítica
El panorama geopolítico actual se mantiene en un estado de tensión constante, marcado por la competencia estratégica entre potencias. La búsqueda de una ventaja militar sigue siendo un motor clave en la dinámica internacional.
En este contexto, la innovación en tecnología armamentística, especialmente en el ámbito de los sistemas de largo alcance y alta velocidad, cobra una gran importancia. Buscan desafiar las capacidades de defensa existentes y alterar el equilibrio de poder.
Recientemente, los anuncios provenientes de algunas capitales sobre el progreso en sus programas de misiles han reavivado el debate sobre la evolución del armamento moderno y su impacto en la estabilidad global.
Rusia inicia la producción en serie de su último misil estratégico
El presidente ruso, Vladimir Putin, ha dado instrucciones para que comience la producción en masa de un nuevo sistema de misiles balísticos de alcance intermedio, conocido como Oreshnik. Se afirma que este armamento alcanza velocidades hipersónicas superiores a Mach 10, diseñado para portar múltiples ojivas independientes. Esto significa que sería extremadamente difícil de interceptar por los sistemas de defensa actuales, apuntan desde El Confidencial.
Según Moscú, la decisión de acelerar su fabricación es una respuesta directa al uso de misiles de largo alcance occidentales por parte de Ucrania, en un contexto de deterioro de los acuerdos de control de armas. El Oreshnik, basado en diseños previos y lanzado desde plataformas móviles, ofrece flexibilidad estratégica y un alcance que cubre gran parte de Europa. Tuvo un debut operativo en noviembre en Ucrania, utilizando submuniciones inertes.
Sin embargo, la producción a gran escala se enfrenta a obstáculos considerables, principalmente las sanciones internacionales que dificultan el acceso a componentes esenciales. Existen indicios de dependencia de tecnología extranjera, específicamente alemana y japonesa, para su ensamblaje. Ucrania subraya que muchas empresas clave implicadas aún no están sancionadas, sugiriendo que más medidas restrictivas podrían frenar el ritmo.
Expertos en defensa en Occidente cuestionan la viabilidad de una producción masiva a corto plazo, señalando los altos costes y la complejidad. Consideran su impacto inmediato más estratégico y político que puramente militar. La reacción internacional incluye a la OTAN reforzando sus sistemas de alerta temprana y a Ucrania impulsando su propio desarrollo de misiles. La preocupación por el potencial de escalada, dada su capacidad nuclear, es alta, aumentando el riesgo de errores de interpretación en la tensa situación actual.