PSOE
Las denunciantes sitúan los acosos de Salazar en Moncloa
Se trabaja para que las afectadas primen «proteger» al PSOE y para tapar lo que Sánchez sabía
Hace casi una década que Pedro Sánchez conoció las primeras denuncias contra Francisco Salazar por sus presuntos comportamientos inadecuados con las mujeres. Todavía no era presidente del Gobierno, pero Salazar ya estaba en el grupo de sus más cercanos porque el andaluz fue una pieza clave para imponerse a Susana Díaz en las primarias de 2017.
Esas advertencias, que siguieron en el tiempo, incluso desde dentro de su Consejo de Ministros, no evitaron que Sánchez le convirtiera en un alto cargo en Moncloa tras ganar la moción de censura. Y, según ha podido constatar este medio, es en ese entorno donde se produjeron la mayoría de las situaciones de presunto acoso. Que, curiosamente, no han sido denunciadas por nadie del Complejo monclovita. El caso se ha conocido cuando el presidente del Gobierno le eligió para figurar también entre los nuevos guardianes de la Secretaría de Organización.
Moncloa se ha puesto manos a la obra, no para investigar, sino para silenciar y tapar todo lo posible este nuevo escándalo que cayó como una bomba en vísperas del arranque del Comité Federal de este sábado. En el entorno del presidente temen el desgaste moral y político que este nuevo caso pueda suponer. Y, de igual modo que en el pasado se miró hacia otro lado ante las denuncias, también ahora se trabaja más en conseguir que por disciplina de partido, y para no favorecer a esa «jauría ultra» de la que habla el presidente, se limpien los trapos sucios dentro de casa y se pase página del tema lo antes posible. A pesar de que algunas de las federaciones han exigido que se investigue hasta el fondo lo ocurrido.
La resaca del Comité Federal deja un PSOE tan intranquilo como estaba antes del cónclave. El formalismo del cierre de filas con el presidente, y la representación del intento de rearmarse frente a la tormenta política que amenaza con desbordarlo todo, no borra el miedo a que aparezcan más informaciones comprometedoras ni tampoco el hecho de que dentro del partido asumen que la Guardia civil acabará entrando en Ferraz para hacer un registro de la sede.
Son palabras mayores, porque ahí es donde han situado la línea roja los socios del presidente. Pero, de momento, Sánchez gana tiempo, dentro de un estado de ánimo en su equipo más cercano en el que pesa cada vez más la idea de que el presidente no agotará la Legislatura en estas condiciones, y que en lo que está es en buscar el momento para poder precipitar una convocatoria. El calendario lo marca la agenda policial y también judicial.
En Moncloa ponen en valor la habilidad del cierre de filas de este sábado, y el silencio de esos cargos medios, que saben que están descontentos con la gestión de la crisis, pero que tampoco se han atrevido hasta ahora a apuntar al líder del partido.
El PSOE sale del Comité Federal con las costuras tensas y con grietas evidentes. «El tiempo dirá si el cierre de filas fue el principio de una recuperación o solo una pausa artificial ante la embestida que nos viene. La sensación general es que no se ha hecho lo suficiente, y que lo peor está por venir», señala una dirigente de la federación andaluza.
El PSOE se enfrenta, además, a un verano largo y políticamente estéril. La agenda del Gobierno aparece vacía, sin iniciativas y con los socios en una actitud de bloqueo o de distanciamiento. No apoyan una moción de censura, de momento, que les haga cómplices de un Gobierno del PP con Vox, pero tampoco quieren mancharse con los escándalos que se ciernen sobre el PSOE.
«No hay relato, no hay reformas importantes sobre la mesa y los socios ya no se sienten vinculados a una agenda común», resume un diputado socialista. «Estamos gobernando por inercia», apostilla.
Esto no lo ha cambiado la cita de este fin de semana, ni tampoco lo cambiará la comparecencia de esta semana del presidente en el Congreso de los Diputados para presentar nuevas medidas contra la corrupción.
La presión más inmediata es la que tiene que ver con el cumplimiento del pacto con ERC, para investir a Salvador Illa, sobre la financiación singular a Cataluña, del que ya se cumplió el plazo para su presentación. Los republicanos dicen que, después de esta última tregua, no darán más aire al PSOE. Las dos partes saben que el recorrido es limitado por la falta de consenso y porque hay un Congreso de los Diputados en el que hasta otros socios del Gobierno se oponen a esos privilegios para Cataluña. Aunque no llegue a materializarse ese concierto catalán, ya sólo su concreción teórica pondrá de nuevo al resto de federaciones socialistas en una situación comprometida ante sus votantes.
En el grupo parlamentario socialista consideran además ridículo que desde el Gobierno vuelvan a alentar la expectativa de unos Presupuestos para el próximo ejercicio. «Hemos perdido la credibilidad. No tenemos apoyos sólidos ni hoja de ruta clara. La iniciativa la hemos perdido y eso no hay ya quien lo disimule».