El desafío independentista

El laberinto alemán de Puigdemont

«No está preocupado en absoluto» por la decisión de la Justicia germana, aseguran fuentes de su entorno

Puigdemont, en la imagen durante una de sus últimas comparecencias en Berlín, está a la espera de conocer la decisión de la Justicia alemana sobre su entrega
Puigdemont, en la imagen durante una de sus últimas comparecencias en Berlín, está a la espera de conocer la decisión de la Justicia alemana sobre su entregalarazon

«No está preocupado en absoluto» por la decisión de la Justicia germana, aseguran fuentes de su entorno.

Casi siete meses después de darse a la fuga para evitar ir a prisión, el ex presidente de la Generalitat Carles Puigdemont sigue fuera del alcance de la Justicia española a la espera de lo que decida sobre su entrega el Tribunal Superior de Schleswig-Holstein (Alemania). Su futuro procesal marcará, ineludiblemente, su futuro político. Si el tribunal germano autoriza su extradición (está por ver, en todo caso, por qué delitos), nada más pisar suelo español ingresará en prisión a la espera de la celebración del juicio, que el Alto Tribunal prevé celebrar el próximo otoño. Si, por el contrario, Alemania rechazase la Orden Europea de Detención y Entrega (OEDE) cursada por España –bien por defectos formales, como acaba de hacer Bélgica, bien tras valorar el fondo de la solicitud–, Puigdemont podría moverse libremente por toda Europa, pero no podría regresar a nuestro país, donde seguiría vigente la orden nacional de busca y captura.

Esa encrucijada, sin embargo, no parece quitarle el sueño al ex molt honorable. O eso aseguran al menos fuentes de su entorno. «No está preocupado en absoluto», apuntan. Antes al contrario, califican su situación, paradójicamente, de «inmejorable». «Está llegando al final de su laberinto...». «A nivel internacional», matizan. Y en ese pulso entre Puigdemont y Llarena en que se ha convertido su reclamada entrega a España, esas mismas fuentes no eluden el paralelismo entre el juez que investiga a los responsables del «procés» y el ex jefe del Ejecutivo catalán. «Su situación es bastante mejor que la de Llarena –recalcan–, porque Puigdemont no puede perder ya mucho y Llarena, sin embargo, lo puede perder todo».

Buena parte de ese optimismo, el tiempo dirá si desmesurado, descansa en la reciente negativa de la Justicia belga a entregar a los ex consellers fugados Jordi Puig, Meritxell Serret y Antoni Comin por un defecto formal que ahora la defensa de Puigdemont alega también ante la jurisdicción alemana. «Está muy contento», reconocen. Y tras la retirada de la primera euroorden y de esta segunda en Bélgica, los reparos del tribunal alemán a admitir la entrega por rebelión y la demora del tribunal de Edimburgo en resolver sobre la euroorden cursada contra la también ex consejera Clara Ponsatí, el entorno de Puigdemont saca pecho: «No es un 6-0, pero es un 3-0».

Si finalmente Alemania rechaza su entrega, Puigdemont «se iría a Bélgica» y recurriría al Tribunal Europeo de Derechos Humanos para «hacer valer esa decisión también en España». Su futuro político, sin embargo, seguiría en entredicho. «Tiene 20.000 salidas profesionales, incluso ser parlamentario europeo por un partido belga», aseguran. «Cualquier opción es mejor que estar veinte años en la cárcel», reconocen. Y asumen que una vez en Bélgica, Llarena debería reactivar la euroorden. «Mantenerlo procesado y no reclamarlo si vuelve a Bélgica sería un contrasentido».

En el escenario más desfavorable –que el tribunal alemán aceptase la oede–, esas mismas fuentes anticipan un doble recurso (ante una cámara federal primero y ante el TC alemán después) que demoraría la decisión final al menos tres meses desde que el tribunal germano diese su visto bueno. En ambos casos la entrega quedaría en suspenso. Y en último término, su defensa plantearía una cautelarísima ante el Tribunal de Derechos Humanos, cuya resolución, calculan, podría tardar «tres años al menos».