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El perfil del votante de derechas: de ser invisible, a gritarlo

LA RAZÓN analiza con tres politólogos la evolución del perfil del votante de la derecha. Les define su preocupación por la economía, la unidad territorial y los valores tradicionales.

El perfil del votante de derechas: de ser invisible, a gritarlo
El perfil del votante de derechas: de ser invisible, a gritarlolarazon

LA RAZÓN analiza con tres politólogos la evolución del perfil del votante de la derecha. Les define su preocupación por la economía, la unidad territorial y los valores tradicionales.

Tras la batalla que las formaciones de derecha –Partido Popular, Ciudadanos y Vox– han librado por el voto conservador, con distinto resultado, cabe preguntarse si el votante de este espectro ideológico ha evolucionado desde la Transición, o si son los partidos los que han mutado para atraer a su electorado. LA RAZÓN ha consultado a tres politólogos para intentar dibujar la radiografía de este nicho de votantes y su trayectoria.

Para el politólogo Jorge Vilches han existido dos constantes en el electorado de derechas desde la Transición a día de hoy: el respeto a la soberanía nacional y la economía. «El interés en el mantenimiento de la unidad nacional y todo lo relacionado con la creación de empleo, la presión fiscal y las libertades económicas han atraído a los votantes conservadores. Junto a estas dos constantes hay cosas que han ido desapareciendo como son las referencias religiosas», asegura.

En un primer momento, los partidos de la derecha y sus votantes se acogían a lo que se conocía como humanismo cristiano o democracia cristiana, una mención, que según Vilches, «ha desaparecido, a diferencia de lo que ocurre en otras derechas occidentales».

De la misma opinión es el profesor de la Universidad Pontificia Comillas y politólogo Roberto Rodríguez, quien subraya que tradicionalmente los principales puntos sobre los que se ha fijado el votante de derecha en los programas electorales son «la estabilidad económica, la seguridad y estabilidad territorial. A ellos, se han ido sumando ideas más centradas en aspectos de liberalismo como es la elección de centros educativo o sanidad».

Cabe recordar que en la época de la Transición –durante las primeras elecciones democráticas que hubo en España–, el voto de la derecha rápidamente se configuró de centro. Quien recogió el voto fue la UCD de Adolfo Suárez. Había otras formaciones políticas más a la derecha, la principal Alianza Popular Fraga, liderada por Manuel Fraga, que cosechó muy malos resultados en 1977.

En 1979, cuando giró más a la derecha obtuvo todavía peores resultados, entre otras cosas porque son las primeras en las que la ultraderecha de Blas Piñar consiguió un escaño. «De lo que se da cuenta Fraga es de que en ese espacio de la derecha hay muy poco caladero de votos y, a partir del 79, dota a Alianza Popular de un espacio más centrado», asegura Rodríguez que insiste en que el votante de derecha español vira hacia el centro más que hacia los extremos.

Por otro lado, el politólogo Amando de Miguel asegura que la verdadera evolución que ha protagonizado el votante de derechas durante todos estos años ha sido reconocerse como tal. «Ha ido evolucionando de no reconocerse de derecha a reconocerse, igual que lo hace el que vota a la izquierda». En su opinión, esa invisibilidad era una herencia franquista «porque Franco era de derechas y parecía que todo el que luchaba contra él era de izquierdas, pero luego se vio que no». El politólogo Roberto Rodríguez explica que es muy difícil trazar un perfil del votante de derechas: «No podemos decir que haya una característica esencial». En un principio se creía que el voto rural era tradicionalmente de derechas, sin embargo, las estadísticas reflejan que a finales de los 90 y principios del siglo XXI, el Partido Popular, captó mucho voto urbano y de las grandes provincias. «Fue un gran éxito», recuerda.

Sobre el perfil demográfico de las tres derechas actuales, Vilches asegura que «hay prototipos o perfiles distintos. El votante de Vox es masculino, de educación media y de 30-50 años; el de Ciudadanos también es masculino más que femenino y con un nivel de estudios superior. Y el del PP es mas heterogéneo y de 50 para arriba.

Lo que no ha variado durante estos años son los valores que defiende este espectro político. Amando de Miguel enumera «la libertad del individuo, la desconfianza hacia la intervención del Estado y el respeto a la vida, la religión y defensa de los valores tradicionales».

En este sentido, coinciden en que la cuestión catalana ha sido «el gran terremoto de la política española, sobre todo de la derecha». El votante exigió mano dura en la gestión de esta crisis que amenazaba la unidad territorial y encontró tanto en el partido de Abascal como en las filas de Rivera las propuestas firmes que buscaba.